Especial Año Nuevo

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Año Nuevo sin ti.

El tiempo se había pausado para ella desde el momento que entró en esa celda.

Los días parecían eternos e interminables, no sabía cuándo salía el sol o cuando se ocultaba.

Todo a su alrededor era oscuridad, la única luz que se asomaba era el tenue resplandor de los focos en las paredes del pasillo, para iluminar las grandes puertas de las celdas.

Su puerta era enorme, le triplicaba el tamaño con facilidad. Le habían cambiado de celda luego de varios intentos de escape. La nueva era más pequeña por dentro y su seguridad era impenetrable.

Recordó como logró romper unos cuántos barrotes de la anterior, pero su libertad no duró más de cinco minutos.

El gran pedazo de hierro frente a ella era frío, en parte lo agradecía. Cuando solía tener una fiebre altísima ella solía recargarse en la puerta para regular su temperatura.

Sakura suspiró débilmente y se acomodó en la pared dejando caer su cuerpo por completo. Sus piernas huesudas temblaron ante el esfuerzo, su cabeza se balanceó cómo si fuese muy díficil permanecer consciente.

Parpadeó intentando mantenerse despierta cuando el eco de las pisadas retumbó en el pasillo.

Dejándose caer al suelo por completo— golpeándose la barbilla en el proceso—, se arrastró intentando alejarse de la puerta. El material era tan pesado que los guardias solían abrirla con mucha fuerza, y casi siempre recibía un buen golpe.

Sus ojos se mantuvieron rígidos en la puerta, estaba tan cansada que no tenía la energía para planear una posible ruta de escape.

Ya no quería pelear.

Se mantuvo en su posición incluso cuando sus oídos captaron— débilmente—, como la llave entró en la cerradura.

Sakura sintió que pasó una eternidad hasta que la puerta cedió y fue abierta.

Dos opresores le sonrieron desde arriba con sorna y malicia.

—Este lugar apesta— se quejó uno de ellos, arrugando la nariz ante el intenso olor.

Sakura no tenía acceso a un baño, así que debía hacer dónde pudiese, y rara vez solían limpiar las celdas así que se había acostumbrado al hedor.

—Trae un balde de agua y algo para limpiar— ordenó el más gordo de ellos, su compañero emitió un chasquido y se marchó.

El hombre se inclinó hacia ella y chasqueo los dedos frente al rostro de Sakura. La chica enfocó su mirada en la de él, completamente ida.

Sus ojos estaban opacos y su cabello estaba tan enmarañado que ya no tenía movimiento.

—¿Aún sigues con vida?— se burló, escupiendole en el rostro en el proceso, con una mueca de asco tapó su nariz intentando alejar el mal olor que emanaba de ella—. Y pensar que eras la chica más bonita del lugar.

Su compañero regresó silbando divertido, traía consigo dos baldes de agua y productos de limpieza.

Sacó una bolsa de su bolsillo y con una mirada asqueada recogió las heces de la chica. En unos minutos el suelo estaba inundado de agua y un fuerte olor que le provocaba náuseas cubrió el ambiente.

—Tal vez debamos darle un baño— opinó uno de ellos, el sujeto que se mantuvo inmóvil mientras su otro compañero limpiaba sonrió y se enrolló las mangas de su camisa.

Sujetó el cabello de la chica como si fuese una esponja y trapeo el suelo con ella.

Literalmente.

Cuando Los Cerezos Caen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora