Parte 3

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72 horas antes.......

--  Hola mamá, soy Shoyo

-- ¡¡¡¡Hijo!!!! ¡¡¡Tanto tiempo!!!Volviste a usar tu viejo número de celular.-- respondió su mamá, ya se imaginaba el por qué.

-- Sí, mamá es una larga historia, le respondió mientras lloraba.-- Su madre se dio cuenta y le respondió:

-- ¿discutieron otra vez? ¿Ahora qué pasó? ¿Vienes a mi casa?

-- Sí, esta es la última vez, te lo juro, ¡ahhhhh!, exclamó mientras gritaba de dolor.

-- Shoyo, Shoyo, ¿Qué pasa hijo? ¿Dónde estás?-- ya la señora se desesperaba al no tener respuesta. 

Shoyo adolorido y como pudo marco la ubicación en el celular y le pidió a la madre que llamara a urgencias mientras abrazaba su vientre. 

Enseguida apareció una ambulancia mientras la gente se acercaba a mirar. 

Preguntaron con quién estaba, nadie respondió y él dijo que estaba solo.

Gritaba de dolor y lo llevaron al hospital más cercano, de sus piernas escurría mucha sangre, su vínculo dolía, la tristeza y la desesperación lo invadían, maldito alfa.

Lo llevaron a una sala, él seguía gritando en la camilla mientras una mujer leía sus datos, le hablaba por su nombre.

-- Shoyo, respira. Le pusieron una mascarilla, empezó a marearse y todo se oscureció.

Cuando despertó estaba en una sala blanca, sobre una cama con un colchón tan fino que sentía los resortes del elástico y una almohada dura y plana, al mirar vio unos azulejos desteñidos, todo limpio y muy austero, su madre estaba a su lado. 

Comenzó a llorar, su madre lo abrazó.

-- Calma mi pequeño, ya está.-  le decía mientras acariciaba su espalda,

-- Mi bebé, ¿cómo está mi bebé?--  lloraba y los mocos hicieron acto de presencia.

Su mamá le alcanzó unos pañuelos de papel y le dijo que lo sentía, no necesitó más explicaciones.

Enseguida pasó a verlo una enfermera, tomó su presión sanguínea y revisó la vía de su suero, le aviso que vendrían a traerle el desayuno y pasaría el doctor. Mientras él lloraba desconsolado.

Una mucama muy amable le dejó un pequeño vaso con té, una bolsita con cuatro galletitas de agua sin sal y un potecito de queso crema junto a uno de dulce. Él pidió agua, no tenía ganas de comer pero su madre lo obligó.

Un joven doctor de bata blanca con grandes ojeras leyó unos papeles, lo saludó, se presentó como el doctor Okawa y le preguntó cómo se sentía.

-- Bien. ¿Qué pasó con mi bebé?--  Preguntó Shoyo.

-- Lo sentimos, usted sufrió una suba de presión por una tensión en su vínculo, al ser un omega marcado sus emociones están ligadas a las de su alfa, ¿él está por aquí? .--  Dijo el doctor --desearía hablar con él.

-- No, no está y no quiero que venga, tuvimos una fuerte discusión.-respondió Shoyo bajando la cabeza.

El doctor se paró más cerca de él y le hizo una serie de preguntas, completó la planilla y le dijo que luego volvería, que pronto la psicóloga del hospital lo visitaría y que era importante que no esté solo.

Su madre tomó su mano mientras él lloraba sentado en la cama.

Ese jueves en la oficina Tobio estaba de malas gritándole a todo el mundo, así que para no herir emocionalmente a nadie se encerró a trabajar

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Ese jueves en la oficina Tobio estaba de malas gritándole a todo el mundo, así que para no herir emocionalmente a nadie se encerró a trabajar.

Su secretario le acercó un café, luego de tantos años trabajando juntos tenían la suficiente confianza como para saber que discutió con Shoyo.

-- ¿Otra vez?- preguntó Atsumu.-- es la segunda vez esta semana.

-- Ni siquiera discutimos.-- respondió Tobio mientras tomaba el café.

--  Shoyo no volvió a la casa desde el martes.

-- ¡En serio! ¿Dónde estuvo?

-- En un hospital de mala muerte acompañado por su madre.

-- ¿Y no fuiste? ¿Qué clase de alfa eres? Si mi pareja estuviera accidentada nadie me separaría de ella.

-- Es que desde el viernes pasado venimos con una fuerte pelea, no fue una simple discusión, pero no quiero hablar de eso ahora, pásame las carpetas de la farmacéutica para la reunión de directorio de esta tarde y mantenme al tanto por lo otro.-expresó Tobio, tratando de evitar hablar del tema.

- - Si jefe, dijo Atsumu y salió por donde entró cerrando la puerta con cuidado.

Tobio miró las carpetas que su secretario le trajo luego de conversar, le resultaba imposible concentrarse en los números, para eso estaba Kenma y seguro su proyección de mercado era la más acertada. 

Puso su cabeza hacia atrás en el respaldar de su silla, cerró los ojos y recordó como lo conoció, esa noche donde le avisaron sus contactos que había aparecido un omega masculino y se realizaría una subasta. 

Sin dudarlo salió a la bodega e intentó comprarlo antes de que al pobre muchacho lo hicieran pasear como un objeto de exhibición delante de un público inmoral, quiso evitarle esa pena imponiéndose delante de su guardia, pero no funcionó. 

Lo vio de lejos solo sintiendo sus feromonas, su aroma reflejaba angustia y dolor, con un leve toque a girasoles y salvia.

Llegó a la subasta y lo vio ahí, con un kimono cuasi transparente, extremadamente delgado con aire angelical y finos rasgos, pequeño y delgado, con grandes ojos marrones y cabello naranja, con tanto perfume apenas logró percibir el olor a salvia y girasoles, era más fuerte que la vez anterior.

Lo compró por 10 millones de dólares, se lo dieron como si fuera un animal anestesiado, vestido con ese kimono insinuante y con papeles donde figuraba como su esposo, seguramente eran falsos el resto de los documentos.

Lo tomó en brazos, pesaba realmente poco, como una chica pensó, y observó detenidamente sus largas pestañas, su fina nariz y sus delicadas pecas, delicado y hermoso.

-- Delicado y hermoso, maldito omega traidor.--expresó con dolor mientras lágrimas de rabia escaparon de sus ojos.

Llamó a la mansión, con un simple: -- soy Kageyama, NOVEDADES.

-- hola señor, soy Sugawara, la casa está tranquila.

-- ¿Volvió mi esposo?- preguntó

-- No Señor, no volvió, dijo Suga.

-- ¿Cuántas veces te dije que me llames Tobio? Eres como mi madre y no estamos en Japón, localiza a Shoyo, ya debería haber vuelto.

Bailando con fantasmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora