Segunda temporada de Déjenme Ir, ver la primera para entender.
Porque hay cosas que son imposibles de olvidar...
Advertencia: Esta historia contiene lenguaje, salud, sexo y violencia no apto para todo público, se recomienda discreción. Repito, si n...
El saco de boxeo se movía de un lado a otro con fuerza y desequilibrio, mis puños protegidos por guantes impactaban con dureza en el saco una y otra vez. Mi mirada estaba seria, concentrada, y mi entrecejo estaba fruncido y enojado empapado de sudor.
Trataba de igualar mi respiración con cada golpe, impacto, exhalo, impacto, exhalo y respiro. Estaba completamente concentrada en darle en los lugares correctos al saco, ya mis piernas dolían.
—¿Qué te he dicho? ¡Después de dar el golpe y exhalar inhala con fuerza! ¿¡quieres quedarte sin aire en medio de una pelea!? —me grito con rudeza el entrenador, corrigiendo mi aire— Eso, eso. Uno dos, uno dos ¡Y patada!.
—AAHH! —pude sentir en cámara lenta como solte un grito de guerra y pateaba con fuerza el saco de boxeo, haciendo que este se lograra correr por la fuerza de mi golpe.
—¡Vamos! ¿¡Que estas esperando!? ¡¡Dale duro (T/A)!! —esta vez estábamos en el pequeño ring de boxeo mientras mi entrenador me gritaba y llamaba por mi apellido. Estaba peleando con un hombre, ambos estábamos usando nuestros protectores de seguridad tales como casco, guantes, y protector bucal. Ambos nos estábamos dando golpes a diestras y siniestras. Mi contrincante rápidamente poso sus manos en mi espalda y comenzó a darme golpes con su rodilla en mi estomago mientras yo me protegía esta misma área— ¿¡¡Que pasa __!!? ¿¡Dejarás que te domine!?. ¡Siempre hay una salida, sal de ahí YAA!.
Volví a gritar y a gruñir mientras que de una maniobra me salía de ese calvario y esta vez era yo quien arrinconaba y comencé a darle una secuencia consecutiva de golpes a mi contrincante contra las cuerdas. La pequeña campana sonó.
—¡¡Vamos __ concéntrate!! —grito mi entrenador mientras que esta vez pelea a puño limpio con otro contrincante, rápidas y fuertes secuencias de karate se hacían presentes en medio del gimnasio, sobre el suave tapiz.— ¡Eso, eso! Así! ¡¡Usa tu minuscula fuerza!!.
En eso carraspe los dientes y me cubrí y esquive unos manotazos que se acercaban a mi a discreción. Rápidamente respondí y comencé a atacar con puños y movimientos fuertes haciendo que mi contrincante cada vez más retrocediera por mis imparables golpes, me estire y le di una patada aunque no tan fuerte pero si lo suficiente como para desconcertarlo en la cara, para después correr hacia él el cuál era mucho más grande y pesado que yo y treparme en este, enganchando mis piernas a su cuello y haciendo que perdiera en equilibrio y diera una vuelta, cayendo al piso mientras yo quedaba arriba de éste.
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Suspiré con cansancio mientras que me levantaba de mi compañero, pudo escuchar algunas voces decirme "Muy bien" mientras que mi respiración se encontraba honda y con pesadez. Minutos después el entrenador me mandó hacer lagartijas, y ahí estaba yo. Subiendo y bajando en una sola mano mientras el sudor corría por mi rostro y sobre mí, mis jadeos eran simples y mi mirada era persistente.
—¡¡Vamos __ ¿que es lo que te pasa? Concéntrate, maldición!!! —esta vez me gritaba mientras que yo trataba de subir por una cuerda de mecate hasta llegar a la cima, pero trataba ya que no era fácil tener todo el peso del cuerpo en los brazos, esta parte era la que siempre me jodia. Me moví frenéticamente tratando de subir pero al verlo imposible y adolorida me quejaba— ¡__! ¡Sácate el dedo del culo y hazlo de una vez!! ¡no seas idiota!. ¡¡No trates de hacerlo como un hombre, hazlo como una mujer!! —me grito desde abajo.