Capítulo 1: Ese loco eres tú, Rock Lee.

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—¡Voy a añadir doscientas vueltas adicionales! —exclamó el profesor ignorando vuestras quejas.

Comenzaste a correr sin muchas ganas observando la negra trenza de tu compañero balancearse.

—¡Idiota!¡No puedes convertirte en ninja! —le gritaba un niño.

—Si puedo —respondía Lee frunciendo el ceño.

—No hay ningún ninja que no pueda usar ninjutsu —informaste mirándolo.

—Yo sí —te contestó.

—¿Qué haces en la Academia? No puedes usar ninjutsu y menos aun genjutsu, además tu taijutsu es muy malo —empezó a molestarle otro compañero—. ¿Sabes como te llamamos?

 —¡Irascible! ¡Irascible! ¡Irascible! —corearon varios de vuestros compañeros al unísono.

Lee empezó a huir tapándose los oídos mientras chillaba. Soltaste un largo suspiro y fuiste tras él ignorando al profesor.

—¡LEE! —gritaste, tu compañero, sin embargo, no parecía tener mucha intención de pararse.

Tras un rato persiguiéndolo por el bosque, el joven de cejas encrespadas se detuvo en un claro, frente a un tronco con la corteza desgastada por los lados. 

Te paraste apoyando tus manos en tus piernas para tomar aire.

—Mira que empezar... A correr así... Porque sí... —farfullaste entre dientes intentando recuperar el aliento.

—Tú tampoco lo crees... ¿Verdad [T/n]-san? —te preguntó Lee mientras tú levantabas la vista del suelo para mirarlo.

—¿El qué?

—Que pueda convertirme en un gran ninja sin ninjutsu o genjutsu.

Lo miraste durante unos segundos.

—¿Quieres que te sea sincera? —Asintió en respuesta, te incorporaste y lo miraste a los ojos— No. No lo creo. Parece imposible.

Suspiró y te señaló.

—¡Voy a demostrarte que te equivocas! ¡A ti y a todos!

—Lee...

—¡Voy a entrenar y me volveré mucho más fuerte! —te interrumpió y señaló el tronco— Si no consigo patear quinientas veces este tronco... ¡tendré que hacer mil flexiones!

—¿Qué? ¿Has perdido la cabeza?

Te dio la espalda y comenzó a patear el tronco.

—1, 2, 3, 4, 5, 6...

—¿De verdad vas a hacerlo?

—7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14...

Suspiraste, acabaría por dejarlo ¿no?

—54, 55, 56, 57, 58...

Continuaba con las patadas, ¿de verdad iba a llegar a quinientas?

—132, 133, 134, 135, 136, 137...

Iba a hacerse daño si seguía así...

—358, 359, 360, 361, 362, 363...

¿Cómo podía mantener siquiera la cuenta?

—¡Oye! ¡Lee! ¡Esto es una locura!

—437, 438, 439, 440... Si no consigo patear quinientas veces este tronco, ¡haré mil flexiones! —repitió.

—Bien... —lo miraste perdiendo la esperanza de que fuera a entrar en razón— Buena suerte... Yo tengo que irme, está atardeciendo. No te sobreesfuerces ¿vale? No quiero que te hagas daño...

Caminaste de regreso a tu casa pensando en tu compañero.

❤❤❤❤

Estabas haciendo la compra tranquilamente con tus padres, cuando una sombra de cejas pobladas con una larga trenza negra pasó a tu lado corriendo mientras murmuraba:

 —Si no llego en diez segundos haré mil sentadillas.

Lo observaste pasar y dejaste escapar un suspiro. No seguiría con esa locura de entrenamiento ¿no?

Llegaste a tu casa sin dejar de pensar en tu compañero, recordando vuestro encuentro de hace un par de meses.

"—¡Voy a demostrarte que te equivocas! ¡A ti y a todos!

—Lee...

—¡Voy a entrenar y me volveré mucho más fuerte! —te interrumpió y señalo el tronco— Si no consigo patear quinientas veces este tronco... ¡tendré que hacer mil flexiones!"

Rebosante de curiosidad, te internaste en el bosque en busca del claro. 

No recordabas donde estaba, estabas cerca de cesar en tu búsqueda cuando escuchaste:

—780, 781, 782... Mil sentadillas, si no puedo hacerlas, saltaré dos mil veces a la comba.

Te asomaste entre los arbustos. Allí estaba, sin detenerse ni un segundo. Tus comisuras formaron una leve sonrisa. Era incorregible.

Una idea cruzó tu mente, regresaste a tu casa y, al caer la noche, fuiste de nuevo al claro. Él, por supuesto, seguía ahí, golpeando el tronco, cada día más fino. 

No eras la única que lo observaba, un hombre con cejas encrespadas y pelo de tazón contemplaba su entrenamiento escondido en los arbustos. Cuando el hombre notó que lo mirabas, te dedicó una sonrisa mientras levantaba su pulgar.

Que extraño. ¿Sería el padre de Lee? 

Te encogiste de hombros y entraste en el claro.

—¡Lee! 

El nombrado se giró sorprendido.

—[T/n]-chan... ¿Vienes a pedirme que deje de entrenar? Negaste mirándolo. ¿Qué no lo conseguiré? —Negaste de nuevo—. ¿A burlarte? —Volviste a negar.

—A invitarte a mi casa a cenar.

—Oh... Pero no he acabado mi entrenamiento.

—Lee... Si no descansas tu entrenamiento no servirá de nada.

—No he dado dos mil puñetazos...

Rodaste los ojos.

—Pues mañana darás dos mil quinientos...  —Tiraste de él hacia tu casa mientras Lee te seguía confundido—. Por cierto... He estado pensando... —Te miró— Puede que lo logres. Puede que te conviertas en ninja.

—¿¡De verdad lo crees!?

—No estoy segura del todo... Pero... Creo que si de verdad existe algún loco capaz de ser ninja sin ninjutsu... Ese loco eres tú, Rock Lee.

La flor de loto florece dos veces (Rock Lee x lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora