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JungKook esperó en el río, sus intentos por distraerse con algo fueron finalizados por él mismo después de media hora, pues sentía que no estaba matando el tiempo, sino haciendo su espera más larga. No había quedado con TaeHyung ese día, tampoco con alguien más. Estaba escapando de Sunoo y de sus empalagosos besos, prefería los de TaeHyung.

El niño le agradaba mucho pues con él a comportaba muy bien, de igual manera le gustaba dado que tenía esa bonita forma de ser y un hermoso rostro que envidiar. Su aroma le gustaba, era un olor adictivo y rico, muy suave y cuando se mezclaba con el suyo era mágico. Sin embargo ese aroma no era superior al de TaeHyung.

Y quería oler una vez más a su Hyung para comprobar que sus olores combinaban mucho mejor, que esa pizca de amor que conectan al mezclarse era mucho más linda. Porque realmente amaba a TaeHyung y le sentaba mal no poder decírselo.

A ojos de su Hyung, aún era un cachorro al que cuidar.

Pero ahora estaba allí, a orillas del río.

Ese mismo río que los conoció de pequeños, que les vio aventurarse en sus aguas y les espió mientras sus labios saboreaban los contrarios. Eran tan críos e inexpertos que nunca supieron que se daban besos en la boca, veían a sus padres hacerlo y no buscaron un porqué. Eran muestras de cariño y ellos se amaban, no veían nada malo en besarse.

Ese mismo río era el que se llevaba todo su amor, el transcurso del agua arrastraba sus formidables recuerdos. Dos cachorros que se amaban fueron separados abruptamente por decisiones de terceros, dos corazones atados con cadenas se rompieron en trocitos al forzar su lejanía.

Porque JungKook nunca entendió porqué sus lágrimas salieron a flote esa tarde, pero se sintió muy triste cuando las nubes le acompañaron con gotitas frías en su cuerpo.

Porque JungKook nunca entendió porqué sus lágrimas salieron a flote esa tarde, pero se sintió muy triste cuando las nubes le acompañaron con gotitas frías en su cuerpo

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[ Dos años después ]

TaeHyung no había despertado aún de su hibernación y sus padres estaban ciertamente preocupados por él, los primeros días antes de hibernar el pequeño osezno lloraba y sollozaba sin parar, se escondía de su madre posicionándose detrás de su padre, tenía fuertes pesadillas y despertaba en sofoco.

Y tras empezar la hibernación él solito, sus padres se mantuvieron al pendiente, viendo extraño que ya pasen seis días de primavera sin indicios de su despertar. Ambos empezaban a creer que no se trataba de un simple berrinche, TaeHyung no es muy de hacerlos y mucho menos tan prolongados.

Viendo al joven de quince años que se hacía pequeño entre las sábanas, suspiraron al unísono algo entristecidos, su pequeño había dejado de ser como antes, abandonando esa chispa que le avivaba y le mantenía con una aura pura.

—Deberíamos despertarle, ya se acerca del séptimo día de primavera... -Murmuró la Omega pasando la yema de sus dedos por la tersa piel morena, reincorporándose poco después de escuchar al Alfa dejar salir un jadeo cansado.

owns my heart |KookTae |OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora