Ocean Eyes

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El sonido de la regadera alerta mi mente que ya es hora de levantarme, mi mama se está bañando o es la única forma coherente que está abierta la ducha. Estiro mis brazos intentando tocar el techo, acto inútil seguido de sentarme al borde de mi cama. No recuerdo haber soñado nada anoche, pues si tuve que haber soñado, pero como ya dije no lo recuerdo. Igual estoy acostumbrado, curioso es cuando me acuerdo de un sueño.

Me acuerdo de mi teléfono y lo busco en la cama, eso es lo malo de dejarlo ahí, se enreda en las cobijas y parece que se perdió en un limbo. Hasta que al fin siento el forro del celular, al cogerlo lo primero que aparece es la alarma iniciando. Wow rompí récord, siempre suelo despertarme cuando la alarma ya ha sonado más de tres veces y mi mama llamarme cinco.

Entro a WhatsApp a revisar los estados varios que hay, retos, música, mucho amor propio, y mucho odio propio. Los acabo todos para ir directo a Instagram, hago lo mismo con las historias, pasó de una en una hasta llegar una vez a las del grupo de baile, sin embargo, esta vez solo anuncian que más tarde dirán una noticia importante. ¿Hay algo más importante que Samuel? Lo dudo mucho. Entro al perfil y veo que ya subieron la foto de él, entro a su perfil de nuevo y un pensamiento fugaz pasa por mi mente.

¿Qué pasaría si le llegara a escribir?

NOOO, imposible, pasaría una vez más la pena más horrible del mundo, o, por el contrario, me respondería y quedaría como un triunfador, potente, que todo lo puede lograr.

El botón de mensajes jamás me había intrigado tanto, mi corazón pide a gritos que lo haga, pero mi razón cancela cada acción que planeo en mi cabeza. Recuerdo cuantas oportunidades deje pasar por solo pensar con la mente y no dejar vivir mi corazón, igualmente ¿Qué podría pasar mal?

Todo. Todo puede pasar mal, ahora que le escribo, ¿con que empiezo la conversación sin quedar como un loco psicópata?

Tengo tres opciones como iniciar, primero, decir un simple y básico hola, segundo, hablarle como típico fan del grupo de baile o tercera y más arriesgada, empezar con un cumplido. Dadas las circunstancias, si escribirle en primer lugar ya es arriesgado, sigamos por ese camino.

Qué lindo que eres <3

Lo envió, no lo envió, lo hago o no, ¿la vida es de riesgos o de precauciones? Realmente lo peor que podría pasar es que me dejara en visto y pues he pasado peores vergüenzas. Respiro 1, 2, 3, enviar.

Ya, si mi futuro es que me conteste así será, si no, no pierdo nada igual. Veo la hora, tengo que arreglar mi cama para poder salir al mismo tiempo que mi mamá, por lo que empiezo a tender cada cobija que cubre mi cama.

Se cierra la regadera, tengo cinco minutos para acabar de ordenar mi habitación, el tiempo que mi mama se demora en salir del baño. Acelero el proceso de tendido, coloco cada una de mis almohadas de forma cuidadosa y refinada, en eso una bola de pelos rodea mis pies mirándome con esos ojos que significan solo una cosa: comida.

—Vamos y comes gatito—susurro mientras camino en dirección a darle comida a Tom, si mi gato se llama Tom por si no había sido un poco obvio.

Agarro una manotada de comida de gato y se la dejo en su taza, la no dura ni un segundo en ya está devorando cada grano de comida. Mi gato está muy gordo, será que es porque le damos mucha comida o su metabolismo asimila así el alimento, pero en el fondo me encanta porque cada día se parece más a Garfield.

—Tienes diez minutos para bañarte hijo—afirma mi madre al salir del baño. No dudo ni en segundo en ir.

Abro la aplicación de música dispuesto a encontrar mi terapia de baño musical del día de hoy, Roar de Katy Perry aparece frente mío y no dudo ni un momento en ponerla, una canción meramente feliz y de optimismo, lo necesario para un baño exitoso. Dejo el celular encima del excusado, para desnudarme y finalmente iniciar el baño de hoy.