CAPÍTULO 8

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Tenemos al menos dos horas desde que llegamos al bar al que nos trajo Megan, estamos sentadas alrededor de una mesa pequeña con unos tragos sobre nuestra mesa, hasta ahora me he tomado cinco shots de tequila y una cerveza y ya estoy un poquito mareada jamás en la vida había tomado alcohol, lo que si debo admitir que fue mi error por comenzar con algo tam fuerte, las consecuencias son que ahora que estoy aquí bastante alegre queriendo ir por el próximo round.

—Megan, pídeme otro. —no me quedo con las ganas de pedir más, Megan mi ángel ha estado pidiendo mis bebidas porque cuando yo lo intenté me pidieron identificación, debido a que aún no tengo edad para que me vendan alcohol, ella ha estado pidiéndolos por mí. Un verdadero ángel.— Oye Liz, tú no quieres... —me callo abruptamente cuando lo la veo frente a mí.—  ¿Y Liz? —pregunto con la boca abierta de la sorpresa, me agacho a buscarla bajo la mesa, pensando que quizás me quiso hacer una broma escondiéndose allí, pero no hay rastro de ella, me abandonó. Una risa escandalosa me hace regresar mi mirada arriba de la mesa de nuevo.

—¡Dios, no puedo creer que ya estés borracha! —su risa se hace más fuerte y una más suave se le une, al escuchar eso me giro rápidamente a ellas, ahí está. Liz no me abandonó.— ¿Recuerdas que Liz ha estado sentada a mi lado todo el tiempo?

—Oh, cierto. —recuerdo asintiendo con la cabeza, claro, ahí estaba desde que llegamos. Me doy cuenta de su acusación y reacciono.— ¡Oye! ¡No estoy burracha!

—Borracha, Chel. —hablan ambas al unísono con una carcajada, comparten una mirada divertida antes de girarse a observarme nuevamente casi con ternura, lo que me fastidia, no soy tierna, las observo molesta unos segundos, porque suelto a reír tan sólo ver sus caras, que graciosas son. Me agradan.

—¡Vamos a bailar! —grita Liz por encima de la música.

—Yo no sé bailar. —menciono con tristeza, cuando mis ojos se llenan de lágrimas por eso, un jalón me arrastra a la pista lejos de mi silla.

—Aquí aprenderás, Chel. —grita Megan con una sonrisa, nos adentramos las tres a la pista llena de gente, observo como Megan y Liz se empiezan a mover al ritmo de la música y las imito intentando bailar, no voy a negar y decir que nunca en la vida bailé, lo hacía en mi habitación cuando estaba sola y ponía música, pero bailar rodeada de gente era una experiencia completamente diferente, y me gustaba.

—Que divertido es esto. —grito entre risas mientras doy pequeños saltos al ritmo de la música electrónica que suena de fondo, tomo las manos de mis chicas y comienzo a bailarles cerca, las tres reímos de mi estúpido baile, pero lo imitan inmediatamente sin dejarme atrás. Me separo de ellas bailando lentamente fuera del círculo, mientras ellas están entretenidas bailando para ellas, no me molesta, me gusta esto de bailar sola rodeada de gente.

—Oye, bonita. —menciona una voz a mis espaldas, siento unas manos en mi cintura un roce que dura apenas segundos en mi trasero.— Bailemos.

—No gracias. Aparta. —ordeno alejándome de él con el ceño fruncido, me giro a observarlo fijamente y me encuentro con un tipo bastante atractivo, moreno, alto y fuerte, pero claro que no era ni la mitad de lo que era Christian.

—Que difícil eh, estás muy guapa. —continúa hablando hacia mí, su mirada va a mis espaldas de vez en cuando haciéndome desconfiar.

—Eso me han dicho. —murmuro poniendo aún más distancia entre ambos.

—¿Quieres salir a tomar aire? —pregunta insistente.

Una virgen no tan virgen [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora