CAPÍTULO 27

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La idea fue principalmente de Alexander.

Después de estar todo el día criticando y aprobando vestidos, y finalmente eligiendo y votando por el indicado, al fin estamos todos sentados en una heladería afuera de la plaza comercial.

Tuvimos encerrada a Megan en los vestidores hasta que Liz modeló por completo todas sus opciones, y viceversa, mis ojos me traicionaron ambas veces dejándome en un charco de lágrimas, lucían ambas realmente hermosas, y no puedo esperar para que llegue el día en el que ambas van a verse lucir así, arregladas y felices. Ni siquiera sabía que estaban saliendo, o que se habían casado, pero sin duda alguna el amor ajeno siempre me hace llorar, incluso más al saber que tengo un amor igual de bonito y perfecto en casa. Algo que nunca en la vida hubiera esperado que pasaría, mi visión del mundo no era para nada parecida a la vida que estoy viviendo.

—Chocolate, chocolate, chocolate. —la dulce melodía que no ha dejado de cantar Iker hace que mi cabeza se caliente un poco, su voz es tierna y todo, pero tener repitiendo una hora completa la misma palabra no es lo mejor que hubiera preferido hacer.— Tía Chel, ¿Te gusta el chocolate?

Asiento con la cabeza suavemente observando sus grandes ojos cuestionarme.

—Si, me gusta mucho.

—A mí también.

Y así continúa tarareando restándole importancia a lo demás, me encuentro sentada con básicamente con toda la familia de Christian, mis amigas han ido a buscar el helado para todos nosotros, se siente realmente bien pasar una tarde como esta. En casa nunca convivimos realmente como una familia, y sin duda es hora de romper ese ciclo, no quiero lo mismo para mí.

Recorro el local con la mirada en la espera de mi helado, Christian ha salido de trabajar hace un tiempo y quedamos de que vendría a tomar helado conmigo, y con su familia por supuesto. No tardará mucho en llegar. Saco mi celular en la espera de un mensaje anunciando su llegada, pero no hay nada.

—¡Chelsea! —un grito diminuto e infantil llega a mis oídos, inmediatamente reconozco ese tono, ese grito casi desgarrado y las manos que después se aferran a mi.

Kenzy.

—¿Qué... —no puedo pronunciar mucho de la impresión de tenerla justo aquí, no sabía cuanto la había echado de menos hasta ahora.— Kenzy. —susurro conteniendo un sollozo.

—Chelsea. —vuelve a murmurar entre mis brazos, sé que está llorando porque incluso encima de mi chamarra puedo sentir la humedad de sus ojitos, y el temblor en su cuerpo la termina de delatar. Está aquí.

—¿Cómo llegaste aquí? —la pregunta escapa al aire con confusión, levanto mi mirada buscando a la responsable de esto, la encuentro inmediatamente, mi madre también está aquí. Su mirada conecta con la mía y me regala una sonrisa temblorosa, un hombre se encuentra a su lado, termina de hablar unos segundos más tarde y comienza a caminar hacia mí. Por mi parte me aferro aún más fuerte a la pequeña criatura en mis brazos y la alzo hasta sostenerla en mi regazo.

—Hola. —la voz de mi madre suena totalmente diferente, no suena como ella. Luce exactamente igual que la última vez que la vi, incluso luce feliz, no ha respondido a mis llamadas, no me ha contactado, y tenía más de un mes sin saber absolutamente nada de mí. Y aún así, ella está feliz.

No puedo evitar la presión justo en mi pecho, la decepción que he sentido al verla, y mucho menos las lágrimas que salen a continuación de mis ojos, extrañé a mi madre a pesar de que nunca ejerció muy bien su papel, incluso si dejó que pasara por todo eso yo sola, y ella ni siquiera me ha preguntado como estoy.

—Hola. —murmuro apenas audible.

—¿Hablamos? —pregunta apartando la mirada de mí y concentrándose en la pequeña niña en mi regazo.

Una virgen no tan virgen [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora