~Radiodust Week~

Día 2 Cicatrices

Pero que mala suerte la mía de quedarme sin internet y sin tiempo para revisar mis escritos, una disculpa por ello, si no me sucede nada peor mañana publicaré el capítulo que debía poner este día y el correspondiente del día cuatro.

¿Advertencia? Radiodust versión 2p.

Su fiera y apática mirada se encontraba enfocada en esos ligeros temblores que recorrían el cuerpo del demonio sentado a su lado mismos que provocaban que su cuerpo se moviera de manera constante, como si marcaran el ritmo de algún baile, debido a los nervios generados por el ambiente tan íntimo. Era eso o nuevamente llevaba metido hasta el fondo uno de esos consoladores con forma de huevo de los que tanto hablaba y de los cuales siempre le ofrecía el control para que hiciera con él cuanto quisiera a pesar de sus repetitivas negaciones.

Había cedido a pasar una noche en su mansión con el único fin de que dejará de molestar en su tienda mientras trabajaba ensuciando sus nuevas creaciones con ese llanto incontrolable, cuando eran lágrimas normales no tenía problema, pero existían ocasiones donde su estado de ánimo estaba tan bajo que terminaba llorando un viscoso líquido oscuro que recordaba a la brea y era imposible sacarlo de las telas, además, su lamentable expresión solía ponerle de mal humor y tendía a levantarle la voz por hacer que se retrasará en su trabajo asustando al pequeño ciervo azulado provocando que se soltará a llorar con más ganas haciendo que algunos de sus clientes o trabajadores voltearán a verle con mala cara por ser tan cruel con aquella frágil criatura y él no soportaba estar bajo miradas ajenas, algo irónico viniendo de un diseñador cuyo nombre podía ser escuchado en cada uno de los círculos infernales.

Así que, allí estaban, ambos demonios se encontraban sentados en la enorme cama matrimonial de la habitación del famoso Overlord llamado Alastor, comúnmente llamado radio demonio o cariñosamente renombrado blueberry por algunos de sus fanáticos debido a su tendencia a vestir con esos colores, ubicada en el segundo piso de su amplia mansión habiendo pasado más de 20 minutos desde que ingresaron y no hicieron movimiento alguno luego de tomar asiento sobre el cómodo colchón cubierto de sabanas celestes.. Acordaron verse en ese lugar ya que no permitiría que aquel triste individuo revoloteara en su apartamento y tuviera la oportunidad de robarse algunas de sus prendas interiores como alguna vez había hecho de su habitación en el hotel del que aquellas amables mujeres, o al menos la polilla, habían ofrecido un lugar donde quedarse debido a los problemas que tenía con otros demonios.

La mirada del demonio de menor estatura se mantenía baja, pegada sobre sus manos entrelazadas, sus orejas se encontraban más caídas que de costumbre y el rojizo de su rostro dejaría en vergüenza al tomate más maduro, aunque no era para menos, luego de tanto insistir había conseguido que aquel individuo que era su completa adoración y del que estaba profundamente enamorado viniera a su casa con la intención de tener una larga y candente sesión de sexo salvaje donde se encargaría de dejarlo sin voz, de tanto que gritaría su nombre, y llenarlo por completo, porque a pesar de lo que parece el venado estaba acostumbrado a ser el activo de las relaciones y aun con toda esa experiencia encima ¡no estaba preparado para esto!

La realidad era que no creía que sus peticiones serían escuchadas en alguna ocasión y para su fortuna, o desgracia, ese lejano día si había llegado y él se encontraba tan nervioso que no podía ni siquiera mirarle a la cara por la pena que sentía de estar haciendo realidad uno de sus sueños. A pesar de mantener sus ojos lejos del rostro del más alto podía sentir su mirada juiciosa sobre su cuerpo provocando que la poca autoestima y ese único gramo de valor que quedaba en su infernal ser se esfumaran como si jamás hubieran existido.

- Entonces – habló la araña mientras cruzaba una de sus piernas sobre la otra – ¿realmente vamos a hacer algo aquí o sólo nos quedaremos en la misma posición hasta que llegue la mañana? – de haber sabido que algo así sucedería hubiera preferido quedarse en su tienda escuchando sus suplicas.