C6: Suya

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Eva Brooks.

Me enrollé en la bata que era mía desde la noche anterior, el reloj marcaba las diez, no recordaba hace cuanto no dormía hasta esas horas y por ello me tranquilicé al saber que aún tenía dos horas para volver a mi realidad...y para mí estrés diario.

Hice una nota mental de que sería la última vez que pasaría, era una distracción que no me podía permitir, no mientras las tazas de intereses en el banco aumentaban, las medicinas ya se estaban terminando y tendría que comprar aún no sabía con qué dinero y tenía que llevar una despensa con comida saludable y no sola sopas instantáneas.

Abrieron la puerta de la habitación de visitas que ocupé por aquella noche ya que fue imposible terminar en su dormitorio como hace un mes, al mismo tiempo que yo me calzaba mis zapatos, quería averiguar con qué diablos me iría vestida si mi camisa al igual que mi hermoso vestido rojo siguieron el mismo destino, siendo desgarrados por el idiota que me sonría con altivez, habían sido una ganga del centro comercio y ahora ya no eran más que trozos de tela rota en el basurero.

—Pedí que lo comprarán para ti.—dejó una bolsa con una marca de ropa que por el estilo de la tipografía deduje que era para damas.

E hice memoria de que hace un mes él no tuvo esa consideración conmigo así que tomé prestado una de sus camisa y una correa, al menos mi ropa interior estaba intacta así que los adapté para que pareciesen a la moda, un chofer me llevó a recoger mi auto, todo destartalado lo llevé al mecánico, historia que ya conté y así fue como no volví a saber del abogado hasta ahora.

Al ver que no me inmutaba para sacar lo que sea que había dentro, con enojo se me acercó y lo hizo por mí. Dejando un bonito, sensual y ceñido vestido rojo. Me miró el cuerpo luego la prenda en una especie de verificación de que si era mi talla, lo tomé por la insistencia de su mirada.

—Si no hubieras roto mi vestido o mi camisa anoche no tendrías la necesidad de comprarme uno nuevo.—chillé antes de mirar la etiqueta y chillar el doble—¡Ya viste el precio! Para comprar uno de esto tendría que vender un riñón.

Su risa fue sincera, mientras que mi desconcierto aumentó al sentir la calidad y lo delgado que parecía, agradecía que no fuese blanco sino habría anotado a las características revelador por no decir transparentoso.

—Te lo merecías por lo de anoche.

Eso sí que me hizo echar humo por los oídos y arrojarle el vestido al pecho levantándome de la cama, notando de nuevo la diferencia de tamaño.

—Prefiero irme desnuda que con esto. Así que regálaselo a otra, porque tu puta no fui y no me debes nada. Si te abrí las piernas fue porque quise no porque estuviera necesitada de tu dinero.

Quise irme, no me importaba salir con tan solo la bata puesta, sus palabras me hicieron sentir humillada y fue obvio que me molestó en demasía, me tomó del brazo antes de que pudiera dar si quiera un paso.

—Eva...no quise ofenderte de esa manera.—me parecía sincero.

—Pero acabas de hacerlo. Me voy a casa.—sentencié furiosa.

—Aún no te vas.—me intenté zafar de su agarre en mi muñeca retrocediendo un paso con la boca abierta por sus mandatos.

—Yo quiero irme y me voy a ir.

—Vamos a hablar primero. Enfúndate en ese vestido, Drew te guiará a mi despacho.

Yo había oído ese nombre antes. Mi mente no perdió tiempo en reconocer aquella información.

—¿Drew Robert?

«Buscan a mi superior» La palabras de aquel hombre volvieron a mi mente y la manera en que intentó negarlo luego.

Exclusivamente mía | Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora