Capítulo 2

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Llegué a casa más pronto de lo previsto; el tren que tomaba a diario pasó justo cuando me hube plantado en la estación. Subí la escalinata principal de la casa para ir a mi habitación, una vez dentro medité en el ambiente tan sereno del lugar, este nunca había sido corrompido a pesar de todo, pues ni Diego ni Athir habían traído cadáveres aquí jamás. 

Athir era quién tenía verdaderamente su residencia establecida aquí, ella transmitía armonía y paz por toda la casa. Siempre me había preguntado cómo es que alguien de naturaleza temeraria podía reflejar tanta mansedumbre. De figura redondeada y aspecto apacible, Athir tenía una imagen maternal, ella era un vampiro y poseía por supuesto habilidades extraordinarias, pero no sabía luchar. Ella había sido instruida para ser casera, sus trabajos no iban más allá que el de una doméstica común, y ya que en ello invertiría el resto de su vida, nunca fue necesario que aprendiera a combatir, ni siquiera por defensa propia.

—Llegaste antes, aún no termino el almuerzo —dijo al verme. Atropellaba sus palabras a la vez que agitaba las manos, era su costumbre hablar así, medio acelerada y dramatizando todo con sus brazos.

—No tengo hambre—avancé a mi habitación—. Ah, dormiré en casa de Savannah hoy—me giré hacia ella con picardía—. Tengo un plan, las asustaré.

—¡Por Let Verth! ¿Seguirás quedándote fuera?

—Necesito seguir pintando las decoraciones o no tendré todo listo para mi cumpleaños.

—Sabes que no me gustan esas salidas.

—¿A ti o a Diego?

—Si se entera de que estoy permitiendo esto... me quitará la cabeza. ¿Tú quieres verme muerta?

—¿Es necesario que tengamos esta conversación todos los días? Tú solo dile que me escapé; aunque eso sea imposible, él seguro que terminará por aceptar la excusa si con eso descarga toda su ira sobre mí.

—La fiesta que planeas..., será temprano, ¿cierto?

—¿A qué te refieres con eso?

—Es probable que Diego quiera venir a celebrar con nosotras.

—Hace años que no se aparece en el día correcto, ¿por qué lo haría ahora?

—Lo dices como si simplemente él no quisiera estar aquí.

—Es otra clase de esclavo, aunque no quiera admitirlo.

—Diego es vampiro libre, desde siempre.

—No es dueño de su tiempo, eso es seguro.

—Servirle al Zethee es un privilegio, gracias a eso estoy aquí contigo.

—Lo sé, no estoy siendo desagradecida.

—¿Te parece?

—Como sea, no creo que este año sea diferente, siempre tiene algo que hacer. De cualquier forma, hay tiempo, si viene antes o llama a casa yo misma le hablaré sobre la fiesta. Él debe entender que ya no soy una niña... ¡Y por todos los vampiros!, ni siquiera la fiesta la haremos aquí, no debería tener razones para negármelo... Siempre he estado sola, y está bien, sabes que no me molesta, pero estas chicas me agradan. Por primera vez tengo amigas en serio y aunque no vayan a estar mucho tiempo conmigo, o yo con ellas, quisiera recordar más adelante estos momentos. Daría lo que fuera por celebrar con vampiros, pero ya que no puedo...

—No te gustan los cumpleaños conmigo —se entristeció.

—Quiero compartir con las chicas. Conoces mi desespero por dejar esta vida atrás, por salir de aquí y recibir el vampirismo que me espera, pero estar con ellas es de las pocas cosas que disfruto dentro de esta aburrida prisión que llaman humanidad—me acerco para abrazarla—. Tú y yo tenemos muchos cumpleaños por gozar fuera de estas cuatro paredes cuando me presente ante la sociedad.

Cambio de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora