Capítulo 5

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Capítulo V

Por alguna razón mi cuerpo humano se desdibujó, transfigurándose, apareciendo en su lugar la taurina figura de una bestia embravecida. Fuertes cadenas de hierro intentaban someterme, pero entre el fuego que ardía bajo mi grueso cuero y la ira que dominaba mis sentidos, yo era más poderosa, irreprimible. Los cuernos que llevaba eran de proporciones desmedidas, mi cabeza era incapaz de sostener tan hercúleo peso, por lo que la mantenía gacha a pesar de mis sacudidas, y aun así, no estaba segura de que mi cuello resistiera mucho unido a mi resto. Numerosas incisiones me escocían la espalda, le atribuí la gracia a algún banderillero que me hubiere apuñalado, podía sentir como me desgarraba por dentro. Mi visión era nublada, estaba exhausta, confundida. Notaba la sangre tibia salir a borbotones de mi hocico y heridas. Agonizante y derrotada decidí dejar de luchar, entregarme a las ataduras que intentaban esclavizarme, pero entonces, una espada muy larga y fría atravesó vorazmente mi pecho, acribillando mi corazón.

La habitación estaba muy oscura para cuando desperté. Afuera podría haber sido de día pero con las ventanas totalmente cerradas y las gruesas cortinas cubriendo sus vidrios, me era difícil adivinar. Ignoraba por cuánto tiempo había estado durmiendo.

–Tienes que darte un buen baño– Giré mi vista a un lado y descubrí nuevamente a mi hermano sentado en el sillón de la esquina. Su expresión era cansada pero tranquila –No ha terminado, claro, pero ya lo peor pasó –Se levantó para sentarse al margen de la cama junto a mí –Y estás viva– me sonrió.

Medio confusa, le devolví el gesto y me senté sobre mi sitio.

–Mi cerebro es un huevo frito, ¿Todo lo que recuerdo sucedió?, mis amigas, ¿Ellas...?– hice una pausa –¿Están muertas?, ¿Fui secuestrada y herida?

–Sucedió todo, sí– repitió, y al pensar en las chicas volvió a removerme una oleada de tormento.

–¿El Zethee estuvo aquí?

–Estuvo y está.

Tragué saliva y llevé una mano a la altura de mi vista, recordé entonces la apariencia de aquella última vez en que yo había contemplado mi propio cuerpo y entorné los ojos para estudiarme mejor. Había tomado un poco de color aunque no mucho, pues el tono grisáceo no había desaparecido del todo, podía ver manchones de sangre mal limpiada sobre mi piel. Miré las sábanas, la suciedad sobre la que antes yacía había desaparecido, descansaba ahora sobre telas muy limpias, de suave aroma.

–Viva....– murmuré, suspirando al comprender todo lo que la palabra sugería. El período crítico que podía haberme empujado a la tumba había finalizado.

–Nos diste un susto– reclamó –Pensamos que no la contarías, oficialmente estuviste muerta por unos momentos, Daniel tuvo que inyectarte adrenalina directo al corazón. ¿Cómo te sientes?

–Confundida, pero sin dolor.

–Ahora tus heridas sanarán, podrás moverte y caminar. Sin embargo recuerda que para volverte vampiro completo pasarás por tres fases, si ya superaste la primera, las demás serán un paseo. Si sigues las sugerencias al pie de la letra, no deberías correr peligro de ningún tipo al tolerar la segunda.

–¿A qué te refieres?

–Ahora estás débil, podría decirse que durante la primera etapa tu cuerpo se consumió a sí mismo, todo lo que necesitaba para alimentar a las nuevas células las absorbió de tu propio ser.

Pasó su mano por mi cabeza, acariciándome, entonces un puñado de hebras de cabello se quedaron enredadas en sus dedos como hilos de algodón.

–Por eso pasa esto– continuó –Tienes que saber que lo que sigue será incómodo, tu cuerpo se quebrará para crear uno nuevo y durante ese tiempo debes evitar la exposición al sol y el reflejarte en espejos.

Cambio de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora