Capítulo 3

10.7K 950 415
                                    

El cambio físico de Lena comenzó a verse en el tercer mes del embarazo. No era demasiado, ni siquiera los demás lo tenían en cuenta, pero ella se notaba más hinchada. El médico confirmaba que estaba yendo todo bien y no pudo estar más contenta con eso. También estaba mucho mejor respecto a su bienestar; los mareos, el cansancio y los dolores de cabeza estaban desapareciendo, aunque Kara ya le mimaba en ese aspecto. Y, aunque todavía tenía cambios emocionales, lo manejaba perfectamente gracias a ella.

Desde que aceptó su nuevo trato, Lena se encontraba en su apartamento un día a la semana. Quedaba más cerca de L-Corp y agradeció eternamente su hospitalidad, aunque se quedaba siempre corta porque todo lo que estaba haciendo Kara por ella era casi un sueño. Se sentía mimada, cuidada y querida. Como siempre, pero ahora muchísimo más.

Le encantaba llegar a su apartamento por la mañana donde la rubia le esperaba con un gran desayuno. Luego hacían un poco de ejercicio como yoga y estiramientos (Lena pensó que estaba exagerando, pero no protestó cuando Kara le enseñó nuevamente su agenda completa sobre la recogida de información que hizo: el ejercicio era esencial).

Después de eso, Lena tomaba una ducha de agua caliente después de Kara y luego se echaban una pequeña siesta o se relajaban escuchando un poco de música, leyendo un libro o conversando un poco. La periodista luego la despertaba o la llamaba con un sano almuerzo. Las tardes variaban, pero al final siempre acababan en el sofá una abrazada a la otra viendo una película con la cena en la mesa hasta que terminaban. Por último, Kara hacía como hace todas las noches en realidad; esperar a su chofer y despedirse hasta el día siguiente.

Sin embargo, la semana doce (y cuarto día que Kara y Lena quedaban en su casa después del trato) cambiaron las cosas.

---

—Buenos días —saludó Lena alzando la bolsa del Noonan's.

—¿Qué hemos dicho de...?

—Un día, Kara —protestó poniéndole la bolsa de papel delante de su boca—. Además, tenía antojo de donuts.

—De acuerdo —se rindió con facilidad dejando pasar a la pelinegra al ver que venía dando guerra.

Fueron a la cocina e hicieron la misma rutina de siempre. Conversar un poco en el desayuno y, después de terminar, hacían su hora de ejercicio. Sin embargo, Lena se encontraba más cansada de lo normal que no soportaba el yoga de ninguna manera. No lo quiso decir, pero ayer estaba un poco agobiada con las reuniones, cosa que Kara no podía evitar. Y, por si fuera poco, había dormido mal por algunas pesadillas.

—¿Qué te pasa? —preguntó Kara preocupada cuando Lena se sentó en el brazo del sofá a la media hora.

—Me duele la espalda.

—¿Y a qué se debe? —preguntó con ojos sospechosos y la pelinegra resopló.

—No quiero tener cambios emocionales ahora mismo. Realmente me duele la espalda —agitó la mano con molestia y Kara asintió en un suspiro.

—Está bien. Entonces hemos acabado. Voy a recoger esto y a ducharme rápidamente. Luego  dejaré el baño para ti —ordenó mientras se daba la vuelta para guardar las esterillas y Lena asintió agradecida.

Una hora después, la pelinegra apareció en el salón con unos pantalones de chándal y la sudadera de la universidad de Kara. La primera vez que la CEO fue a su apartamento se olvidó la muda de ropa para cambiarse y la rubia ofreció su armario. Desde entonces Lena siempre dice que se le olvida hasta llegar al punto en el que Kara ya no le indicaba que tenía que hacer.

Por alguna extraña razón, a Lena le encantaba envolverse en su ropa y a Kara no le importaba lo más mínimo. Quizá a la pelinegra le fascinaba el aroma hogareño que desprendía y la rubia, aunque podía tirarse tardes piropeándola con sus vestidos lujosos, trajes a medida y conjuntos de marca, también le gustaba verla así de descuidada y natural.

Always  | Supercorp AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora