𝙼𝚒 𝙷𝚎𝚛𝚖𝚘𝚜𝚘 𝙾𝚖𝚎𝚐𝚊

❸❸ 𝙴𝚇𝚃𝚁𝙰³ 𝙱𝚘𝚍𝚊 𝚢 𝙲𝚊𝚜𝚝𝚒𝚐𝚘

—¿Estás seguro?.—Se preguntó a sí mismo, Harry estaba actuando raro, no dejaba que le diera mimos y le llevaba la contraria en todo, si yo le decía por ejemplo: No comas eso por que te hará daño Harry iba a tomarlo y echárselo a la boca, no entendía la razón.—Harry ¡Por favor no te acerques a la ventana!—Rogué, Harry estaba siendo rebelde hasta la médula y se acercó a la ventana abierta subiendo al alféizar, yo sabía mejor que nadie que no había ningún tipo de protección bajo la ventana, busqué con desespero mi varita, no la encontré, cosa rara casi siempre la traía en el bolsillo de mi túnica o sudadera.—¿Dada busca esto?—Cuestionó mostrándome la varita en su mano.—¿En qué momento...?—Pregunté confundido, aproveché la pequeña distracción de Harry para tomarlo por la cintura, alzándolo, un berrinche comenzó al instante en el que lo alcé.—¡Dada malo! ¡Malo! ¡Malo!—Reclamó pataleando.

—¿Qué te hice yo para que te pusieras así?—Cuestioné.—¿Por qué me tratas así? A mí me duele que no me dejes ayudarte ni cuidarte.—Expliqué, sus ojos se aguaron aún más.—¡Ño! ¡Dada malo! ¡Malo! ¡Malo!—Gritó golpeando mi pecho, cosa que  me dolió bastante por culpa de cierto castañito que no tomó su leche en la mañana, me quejé y tomé sus puños.—Regla número uno, número tres, cinco y nueve.—Las lágrimas comenzaron a salir de los ojos de Harry.—No quiero que llores, dime ¿qué reglas son las que acabas de violar? Dímelas en orden.—Pedí con aparente tranquilidad.—La número uno d-decirle a Da-dada cu-cuando algo m-me moleste o di-disguste.—Tartamudeó oculto en mi cuello.—Muy bien, ¿Qué es lo que te molesta?—Cuestioné preocupado, claro que me preocupaba el hecho de que mi pequeño se estuviese comportando así por sus inseguridades o algo que lo hubiera lastimado emocionalmente hablando.

—D-descubrí que Dada m-me espiaba e-en el tr-trabajo y n-no me gustó q-que desconfiara p-por que y-yo no haría nada que molestara a Dada.—Suspiré, así que eso era.—Bueno, es hora de que Dada te explique por qué lo hizo, yo, pequeñito, me preocupaba por ti tanto que no podía darme lujos de no saber nada de ti, a sabiendas de que no me dirías sobre tu estrés por teléfono. ¿Entiendes ahora a Dada?—Cuestioné, el asintió, su llanto se volvía mas fuerte con el pasar de los micro segundos.—Ahora ¿cuál es la quinta regla?—Odiaba ser así con Harry cuando lloraba de esas maneras, pero debía serlo.—C-contestar t-todos los me-mensajes y lla-llamadas de Dada—Lloriqueó.—Bien, ¿Y qué hiciste ayer?—Cuestioné intentando seguir manteniéndome firme.—Ignoré la llamada d-de Dada e-estando en un-una fi-fiesta.—Asentí mientras daba pequeñas caricias en su cabeza.—¿La novena?—Cuestioné, sus hipidos aumentaron, al igual que las lágrimas y los ruidos causados por que sorbía su nariz.

—N-no ignorar, g-golpear o g-gritarle a Dada—Respondió sorbiendo su nariz.—Y tú, pequeño pillo, me ignoraste, golpeaste y gritaste.—Recalqué, ninguno de los castigos de Harry eran físicos, o hasta ahora no lo habían sido.—Es hora de hablar del castigo, como tu Dada, una de mis reglas es hablar de esto contigo, el castigo de la primera regla no es como tal un castigo, es más bien una recompensa, ya que Dada tiene la culpa de que Baby no se sienta cómodo, pero, para volver tu castigo más llevadero las dos horas de caricias serán anuladas por la quinta regla, la novena tiene un castigo un tanto más fuerte, cuatro horas en la esquina y nada de juguetes por un mes.—Anuncié, Harry comenzó a temblar.—Stretitia no, po favo—Suplicó, suspiré enternecido.—Claro que no, Strelitzia se quedará contigo.—Aclaré, noté que el brillo infantil de sus ojos desaparecía, anunciándome que volvía a su estado mental normal.—¿Draco? ¡Lo siento!—Suspiró en cuanto recobró el conocimiento de sí mismo.—¡Lo siento! En serio lo siento.—Como no paraba de disculparse lo besé.—No pasa nada, estabas en tu espacio de cabeza, así que no es tu culpa.—Aclaré.—¿Cuál será mi castigo?—Cuestionó con los ojos rojos.