Nueve

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Habían hecho cambios. Decidieron comprar una cama, ahora la habitación de Mew tenía dos camas tamaño mediano, mientras que la habitación de Gulf tenía una cama tamaño grande. Al principio la habitación del castaño era para los mayores y la otra para los niños, pero los niños habían jugado sucio logrando que terminaran los dos mayores acostados en la habitación de Gulf, juntos.

Los niños habían dicho que como ellos eran esposos debían dormir juntos, Jihu dijo que él quería una cama para el solo y Sunan dormiría con Ming. Obviamente estás solo habían sido excusas para hacerlos dormir juntos, esos niños eran de armas tomar.

Sonrió, tenía que recordar agradecer esa jugada. Ver a Gulf dormir se había convertido en su actividad favorita, estaba seguro que si existiera una competencia de admirar al pelinegro el sería el ganador y por mucho. Eran aproximadamente las tres de la madrugada, no había podido dormir, pero no le molestaba porque frente a él estaba un profundamente dormido Gulf. Sus mejillas estaban acolchadas por la cama haciéndolas ver más gorditas aún. Su cabello negro caía sobre su frente llegando hasta sus cejas, sus labios estaban ligeramente abiertos dejando escapar algunos suspiros.

¿A quién debía agradecerle la maravillosa vista que tenía? ¿A los padres de Gulf? ¿A Dios? ¿Al destino? Por si las moscas les agradeció a los cuatro, porque en ese momento su corazón latía rápidamente como si hubiera estado corriendo una maratón, las abejas habían decidido tomar su estómago como su hogar porque últimamente no se iban nunca de ahí. Las abejas no se iban porque Gulf era su miel y el estómago de Mew su colmena, la pura existencia del chico las mantenía con vida, las hacía bailar, estaban felices viviendo ahí, viviendo por Gulf.

Su mano tembló ansiosa por tocar, aunque sea un poco la piel del chico dormido frente a él. Lentamente acerco su mano acariciándole la mejilla libre, sus dedos solo lo rozaron, pero ese roce bastó para que su cuerpo recibiera descargas que lo recorrieron de pies a cabeza. Si Gulf supiera todo lo que le hacía sentir, si Gulf supiera como podía cambiar su día con tan solo existir, si Gulf supiera como su corazón latía cada vez que lo escuchaba reír. Si tan solo Gulf supiera que él era la miel de su colmena.

Suspiro. ¿Cambiaría en algo si sus sentimientos fueran revelados? ¿Gulf le correspondería? Estaba intentando hacer lo posible por conquistarlo, había dejado de molestarlo, bueno, al menos había dejado de molestar un poco. Hacía comentarios indirectos esperando que tomarán dirección y Gulf los entendiera, pero ¿Eso era suficiente? ¿Gulf estaba entendiendo todo lo que su corazón le quería decir? Porque hasta el momento el pelinegro se comportaba igual, sin duda habían dejado de pelear como en el pasado, pero a decir verdad su relación no había avanzado mucho. Esto ponía nervioso al castaño, nunca se había interesado en alguien como lo había hecho con Gulf y aunque intentará acercarse parecía que el chico había puesto una barrera para no dejarlo entrar.

Suspiro nuevamente está vez mirando el techo, porque estaba seguro que si seguía mirando a Gulf no podría dormir jamás. Su cuerpo reaccionó y se puso de pie cuando sintió un sonido en la cocina, comenzó a caminar con cuidado pensando que podrían ser los niños, aunque los ellos siempre avisaban cuando se levantaban de noche así que descarto esa idea. ¿Podría ser un ladrón? Eso era un poco más razonable así que tomo un zapato, aunque no era muy amenazante, para defenderse. Camino a paso firme y se dio cuenta que la luz de la cocina estaba encendida, bien no podía ser un ladrón porque eso sería muy estúpido de su parte, y hasta el momento no sabía si los fantasmas podían encender luces.

Al entrar se encontró con Jihu dándole la espalda mientras colocaba un vaso en uno de los muebles.

— ¿Jihu? ¿Qué haces despierto? — pregunto mirándolo desde el umbral de la puerta. El adolescente no se giró a mirarlo y parecía nervioso, ahí fue cuando Mew noto que estaba intentando contener los espasmos que su cuerpo tenía — ¿Pasa algo?

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