Once

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Su mañana había sigo algo caótica. La alarma no había sonado y habían despertado demasiado tarde, tanto que tuvieron que rogar para que dejarán que Jihu y Sunan entrarán a clases. Habían corrido de aquí por allá por el maldito despertador y también porque ambos estaban profundamente dormidos, después de su beso el castaño lo había convencido para dormir abrazados, cosa que al principio el pelinegro rechazo pero que después termino por encantarle.

Estaban tan cómodos abrazándose que sentían que no necesitaban nada, hasta que Ming los despertó por qué sentía hambre. Había sido una loca mañana que también había provocado que llegará tarde a su nuevo trabajo, esperaba esto no afectará. Entro en el gran edificio, la empresa se dedicaba a la construcción de hoteles y grandes condominios, aunque había una gran competencia está lograba destacar entre las demás por el gran manejo que tenía el dueño y creador. Su jefe, el cual había conocido gracias a la recomendación de uno de sus profesores, era un hombre mayor que en cuanto al trabajo era disciplinado y exigente, pero si lo conocías a fondo el señor tenía un enorme corazón.

Saludo cordialmente a todos los trabajadores, no entendía y no quería entender a los trabajadores que no saludaban al portero o a la persona encargada del aseo, para el todos merecían el mismo respeto, así que desde que había empezado a trabajar los saludaba a todos por igual. Al llegar a la planta principal, que era la última, el recepcionista le indico que su jefe lo esperaba en su oficina.

Toco suavemente antes de entrar y escucho un "adelanté". En la gran oficina estaba sentado detrás del escritorio su jefe y enfrente estaba su hijo. Él no lo conocía mucho ya que este era aprendiz para luego hacerse cargo de la empresa, era un muchacho alto y de cabellera negra, debían tener unos cuantos años menos que él.

— Buenos días — saludo al entrar.

— Buenos días, Mew — respondió su jefe sonriendo levemente. Luego miro a su hijo cambiando su cara drástica mente. Lo miro serio unos minutos y luego suspiro — Bueno, ya está, y no se puede cambiar esto. Ahora como adulto responsable que eres debes hacerte cargo, Tay.

Reprochó, aunque no sonó muy duro en realidad. Su hijo asintió para luego hacer una reverencia e irse para dejarlos solo.

— Tú me habías dicho que tenías hijos ¿cierto? — pregunto el señor mientras Mew tomaba asiento frente a él.

— Si, dos pequeños y un adolescente — respondió orgulloso. Su jefe lo miro sorprendido sin saber que decir — Los adoptamos con mi pareja.

— Ya veo — respondió más relajado — Mi único consejo es: enséñales a usar correctamente el condón.

Mew lo miro extraño por el consejo, aunque era un consejo muy útil, él no se imaginaba teniendo que darles la "charla" a sus pequeños bebés, aunque sabía que pronto debía hacerlo con Jihu ya que este era mayor y no quería que experimentará cosas sin protección. El día en que Jihu decidiera experimentar el definitivamente iba a morir.

El señor soltó una risa y volvió a suspirar — Ya ves a Tay, tiene solo veintidós años y ahora será papá ¿Y sabes por qué? Porqué olvidó usar el maldito condón, aunque yo le haya enseñado mil veces como se usaba y para que servía.

— Bueno señor, mientras su pareja esté dispuesta a tener el bebé su hijo deberá hacerse cargo — dijo Mew.

— Lo sé, y se lo dije, la cosa aquí es que el muchacho que embarazo no es su pareja y hasta creo que apenas lo conoce.

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