Quince

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Habían decidido que Kaori lo visitará otra vez esa tarde, ya que el no podía asistir a clases y el rubio se sentía culpable por eso. Le había prometido prestarle todos sus asuntos y poner el doble de atención para que Jihu no se quedará atrás. No le creyó mucho lo último, el chico era el rey de los despistados, pasaba una mosca y su concentración iba a parar al otro continente.

— ¿Cuánto crees que le falta a Kaori para llegar?.— pregunto Gulf terminando de arreglarse.

— Un par de minutos.— respondió mientras dibujaba cualquier cosa que rondará por su mente.

— Me tengo que ir porque si no llegaré tarde, pero no quiero dejarte solo.— murmuró Gulf con un puchero.

— No te preocupes, no debe faltarle mucho.— le dijo para tranquilizarlo.

— Bien. Me iré, pero cualquier cosa debes llamarme. Mew debe regresar pronto con los niños.— se acercó y dejo un beso sobre la cabeza de Jihu.

— Que te vaya bien.— le sonrió.

— Bien...Supongo que no debo preocuparme por dejarlos solos ¿Cierto?.

Jihu lo miro sabiendo muy bien a dónde iba el tema.— Claro que no. Nunca.

El mayor rio y luego le lanzó un beso para marcharse. Sus padres habían creado una idea en su mente y parecía que no se iba a salir de ahí. Arrugó su nariz, el no tenía ese tipo de sentimientos por Kaori...hasta el momento, o eso era lo que creía.

Sintió el timbre y se puso de pie para abrirle. El rubio vestía una sudadera violeta y unos pantalones amarillos pastel. Era como ver un bolita de colores y con su cabeza rubia brillante.

— Hola, te traje los apuntes aunque en realidad no mucho...pero lo hice con todo mi esfuerzo. La profesora de química nos pidió hacer un experimento pero como los chicos son idiotas mezclaron cosas como no debían y ¡Boom! Tuvimos que salir corriendo porque el humo era insoporrable.– lo comenzó a bombardear con información mientras caminaba hacia adentro. Ni siquiera lo había dejado saludarlo de vuelta.

— ¡Kaori! No me interesa que haya pasado en la escuela.— le dijo intentando callarlo. El chico lo miro he hizo un puchero.

— ¡Me siento culpable! Y pensé que querías saber todo lo que pasa mientras no estabas...— se quejó dejándose caer sobre el sofá.

— No, no me interesa. Y deja de sentirte culpable, no es tu culpa que ellos sean unos idiotas.— le recordó sentándose a su lado.

— ¿No me vas a dejar por esto?.— pregunto. El pelinegro noto la preocupación en la voz del chico.

— ¿Dejarte?.

— Alejarte de mi, quizás te aburra que siempre debes defenderme o quizás te aburra que hable mucho. Yo sé que puedo ser insoportable, ya me lo han dicho.— murmuró.— Las personas suelen alejarse de mi porque hablo mucho y soy muy inquieto, y por mi ropa.

Jihu lo miro preguntándose si no se pondría a llorar en cualquier momento, el no quería eso, aunque tuviera mucha experiencia en calmar personas por sus hermanos no quería tener que consolar un Kaori llorón.

— Mira...te voy a ser sincero, a veces te quiero cortar la lengua.— dijo. Espero que Kaori se enojara pero este solo se rió.— Pero quizás es bueno que hables hasta por los codos, yo no hablo mucho. Así que lo que no hablo yo, lo complementas tu, aunque tenga que escucharte hablar todo el día. No voy alejarme de ti ni por tu boca sin freno, ni por tu manera de vestir.— le aseguro.

Kaori lo miro y sonrió. Sin darle tiempo de nada lo abrazó. Sus brazos lo rodearon sin darle tiempo de alejarse o reaccionar, al tenerlo tan cerca pudo darse cuenta que el chico olía a bebé, a esos horribles perfumes de bebés. El los odiaba, pero por alguna extraña razón no le disgusto tanto como pensaba. No sabía que hacer, no estaba acostumbrado a los abrazos, solo le gustaban los de sus hermanos y los de sus padres.

PadresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora