4. Métodos de la Abuela

5.9K 494 19
                                    

Ese día no se encontraba bien. Le dolía la cabeza y la garganta y tenía mucho calor. Sentía las sábanas más pegadas de lo normal a su cuerpo, y aquello tampoco le gustaba. Además, le costaba respirar por la nariz. Cuando se levantó de la cama y sintió el frío del suelo, corrió a ponerse sus zapatillas verdes para no tener que tocar directamente el suelo con la piel, y sujetando a su dragón con una mano, se fue hacia la cocina. Allí su padre estaba haciendo el desayuno con tranquilidad mientras que ella leía el periódico con una mueca de frustración. Su papá trataba de relajarla y le daba algunos besos, lo que solía funcionar cuando estaba muy enfadada, pero aquella vez no fue el caso.

— Son unos incompetentes Draco- decía frustrada. Abrió de nuevo el periódico para señalar uno de los artículos a su pareja.- ¡Por su culpa mira! Tenían un trabajo muy sencillo y lo han arruinado. Ahora han causado destrozos y voy a ser yo quien tenga que arreglar esto, como siempre.

— Bueno amor, por el momento tranquilízate- contestó Draco mientras el pequeño se subía a una de las sillas junto a Hermione e intentaba mirar el interior del periódico.- Ya sabes contra quién tienes que tomar represalias, no creo que al ministro le haga mucha gracia que te pongas así por culpa de un par de magos inútiles.

— A quienes no les va a hacer gracia es a ellos. Por el momento, hoy es su último día en mi equipo- dijo enfadada, mientras agarraba su taza de café.- Esta es la última vez que lo arruinan todo, debí haberlos degradado la primera vez que la fastidiaron.

— Es posible- sonrió Draco antes de poner un montón de tortitas sobre la mesa. Miró entonces a su hijo y sonrió de nuevo.- Buenos días campeón, ¿cómo has dormido?

— Buenos días- dijo con la voz pastosa. Draco y Hermione se miraron mutuamente antes de acercarse al pequeño.

— Scorp, ¿estás bien?

— Me duele la garganta...

— Ven aquí- murmuró Hermione atrayendo hacia sí misma el cuerpo del infante. Puso su mano en la frente del menor y la mantuvo ahí unos instantes. Llevó la otra hacia su propia frente para estar segura de lo que estaba notando.- Merlín, este niño tiene fiebre. ¿Hace mucho que estás así?

— Desde esta mañana- murmuró el pequeño.

— ¿Crees que deberíamos llamar a un sanador?

— Trae el cacharro muggle ese de la temperatura- pidió Draco, a lo que Hermione obedeció al instante, corriendo en busca del botiquín. Merlín bendiga a esa bruja y sus raíces muggles por tener artilugios tan precisos y útiles como esos. Volvió corriendo con el termómetro en la mano.

— Aquí, Scorp, levanta el brazo. Bien, ahora aprieta y sujetalo ahí, ¿vale? Pitará dentro de muy poquito y nos dirá cuál es tu temperatura corporal.

— ¿Papá también lo sabe usar?- preguntó el niño, apretando su brazo. Su padre esbozó una sonrisa y asintió. Tampoco era un mecanismo muy complicado.- ¿Entonces tú te vas a ir ya? No vas a llegar a trabajar.

— ¿Qué? No, no me voy- contestó ella, sorprendiendo a los dos hombres.- Voy a quedarme contigo todo el día y así asegurarme de que mañana estarás mejor.

Draco la tomó del codo y la apartó un par de pasos de donde estaba el niño, lo suficiente para poder hablar con ella sin ser escuchados. La miró fijamente a los ojos y ella le devolvió la misma mirada. Dura y retadora, pero él podía ver cómo se resquebrajaba ante la preocupación que sentía por el pequeño. Eso le hizo sonreír.

— ¿Estás segura?- preguntó en un murmullo, acercándose a ella todo lo posible.- Tienes muchas cosas que arreglar y que hacer, no sé si puedas permitirte tomarte el día libre.

Mi hijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora