La casa era rara. Era pequeña y de madera, y parecía que había mucho ruido ahí dentro. El jardín no tenía casi flores (aunque a lo mejor era por la nieve) y le pareció ver un par de gnomos por ahí sueltos. Aún así, Hermione tenía una gran sonrisa en la boca y alcanzó a ver cómo salía algo de vaho ella. Sujetaba su mano con fuerza y se agachó lo suficiente para quedar a su lado.
— ¿Estás listo Scorp?- preguntó, un poco ansiosa. Scorpius sabía que estaba muy nerviosa, así que él trató de sonreír para animarla, pero ella también supo ver sus nervios.- No tienes que preocuparte, son muy buenos amigos míos, buenas personas. Pero si no te sientes listo, podemos dar la vuelta.
— ¿Y si soy yo el que no se siente listo?
— Tú calla y sonríe, Draco- contestó rodando los ojos.- Estás ya grande para mantener esa estupidez de enemistad con los Weasley. Son prácticamente mi única familia familia, así que por el amor a Merlín, intenta llevarte bien con ellos. Además, sabes que si no es esta noche, en algún momento tendrás que hacerles frente.
Su padre bufó irritado, sabiendo que Hermione tenía razón, y eso a él se le hizo muy gracioso. Hermione era genial, siempre ganaba las peleas con su padre y eso que él era listísimo. Si ella decía que eran buenas personas, seguro que lo eran.
— ¿Habrá galletas de chocolate?
— Montones y montones- contestó ella con una sonrisa. Draco la llamó entre dientes chantajista, pero ella le hizo callar con un ademán divertido.- Molly cocina las mejores galletas de chocolate del mundo, ya verás.
Con un entusiasmo renovado, caminaron los tres de la mano hacia la puerta principal, la cual abrió una señora bajita y regordeta, con el pelo de un naranja muy claro con algunas canas. La señora llevaba una enorme cuchara de madera en la mano y un delantal blanco e impoluto. Abrazó con mucho entusiasmo a Hermione.
— ¡Querida cuánto me alegro de que hayas venido! ¿Es que estás más delgada? ¿No comes lo suficiente? ¡No os quedéis ahí, pasad! Hace mucho frío para que estéis ahí plantados en la puerta.- Exclamó haciéndose a un lado para dejarles entrar. El recibidor era pequeño y estrecho, y se hacía todavía más estrecho cuando había cuatro personas en él. Justo cuando Draco pensó que tendrían que continuar caminando, la señora le cogió del brazo.- Draco cariño, me alegro de que te sientes esta noche en nuestra mesa. Estoy muy feliz de que Hermione esté contigo y quiero que sepas que todo ha quedado atrás, a partir de hoy esta es tu casa tanto como es la de ella- confesó con una sonrisa. Draco fue a contestar que estaba agradecido y que podían considerar lo mismo con su mansión, pero para cuando fue capaz de digerir todas las palabras y la amabilidad de la mujer, esta ya se había agachado hacia el más pequeño, que se apretaba a la pierna de la chica.- Y tú debes de ser el pequeño Scorpius. Eres mucho más guapo de lo que Hermione me había dicho.
— Gracias...
— Por nada pequeño, yo soy Molly Weasley, encantada de conocerte.- La señora extendió su mano y dejó que el pequeño la tomara reprimiendo sus impulsos de besarle en cada una de sus mejillas para que no se asustara.
— Igualmente señora Weasley...
— Llamame Molly, pequeño. Y si quieres cualquier cosa no dudes en pedirmela, ¿vale?- el niño asintió con una sonrisa y la mujer volvió a incorporarse, con entusiasmo renovado.- Venga, vamos adentro, ya casi estamos todos.
— ¿Han venido todos?
— La familia Weasley al completo, estábamos todos deseando conocer a los dos nuevos hombres de tu vida.- Draco le quitó el abrigo y la bufanda a su hijo, tomando además el suyo propio y el de Hermione.
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Mi hijo
Fanfiction- ¡Fuera de aquí!- Bramó Hermione al tiempo que levantaba la varita. Su grito recorrió cada rincón de la casa de manera fuerte y clara.- No eres bienvenida en esta casa, Greengrass. ¡Largo! - No tengo ningún interés en compartir mi espacio contigo...