Curvas generosas

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-Señorita, ¿está bien? Su cabeza se levantó y me miró con ojos increíblemente oscuros. No tenían profundidad, una madera tan oscura y opaca que parecían negros, tirando de mí como si fuera un vacío. Nuestras miradas se cerraron por un momento, la suya intensa y evaluadora, la mía curiosa. Pero luego parpadeó, y pareció salir del modo de ataque en el que había estado. De repente, la intensa e incondicional mujer se convirtió en una típica trabajadora y comenzó a pedir disculpas. -¡Lo siento mucho, señor! Realmente no pensé antes de reaccionar, sólo... No me va bien con los acosadores y se comportaba como un idiota... -Está bien, señorita -Mientras la miraba, me di cuenta de que de hecho, la reconocí. No la conocía personalmente, pero la había visto antes en la oficina. Sin embargo, se veía diferente. Si no recuerdo mal, era amante de los suéteres holgados que casi llegaban hasta las rodillas, los chalecos y los pantalones palazzo sueltos. También pensé que nunca había visto su cabello fuera de un moño desordenado o maquillaje en su cara. Era un crimen que escondiera su increíble y voluptuosa figura. Pero su impresionante cuerpo no era lo que estaba en juego, y no era como el cretino que estaba tratando de soltarme su versión de la historia. Mirando más allá de él, hice un gesto con la mano a uno de los gorilas de la puerta, y en menos de un minuto un grupo de oficiales de seguridad vino y escoltó al hombre fuera. Me aseguraría de que no viniera a trabajar el lunes. Tenía una estricta política de no acoso y no habría excepciones. Una vez que el hombre fue sacado de la habitación, me volví hacia la pelinegra y le ofrecí una sonrisa. Se ruborizó furiosamente, los
de sus mejillas brillaban, pero eso la hizo mucho más atractiva. Había tanta belleza en las mujeres, y me gustaban una amplia gama, pero lo que más me gustaba, eran las mujeres grandes y con curvas generosas, cuya copa se desbordaba de todas las maneras correctas. La sociedad diría que estaba equivocado, pero no me importaba.

El  bebé secreto De mi  JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora