SINEDETH una hermosa pelinegra

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Habían cosas mejores que agarrar la carne tierna y blanda que tenía una capa aún más blanda. Dedos que se hunden en muslos gruesos, o dientes en estómagos redondos. Y cuando te deslizas dentro de una gordita...

Supongo que debería irme a casa dijo la pelinegra Ya he tenido suficiente fiesta por esta noche. ¿Necesitas que te acompañe en un taxi, Corazón
La interna empezó. Oh no. Estoy bien, creo...de hecho quiero quedarme, especialmente si se ha ido. De repente, no pude decir por qué, no quería que esa hermosa pelinegra se fuera. No todos los días podía presenciar como una de mis empleadas le daba una paliza a un hombre. Tal vez era sólo una distracción, tal vez era porque era una novedad, pero de cualquier manera, no estaba listo para despedirme. ¿Me dejas que te mire la mano? pregunté, dejando mi vaso vacío y ofreciéndole mi propia mano. Oh, no no se preocupe no tiene que hacerlo -balbuceó, y no creí que fuera posible pero se puso aún más roja-. La mano está bien. Insisto, como anfitrión. No quiero que se infecte por nada. Me detuve mientras miraba sus nudillos derechos. Y está sangrando. Oh... Se rio y frotó su nuca con la mano izquierda Ni siquiera me di cuenta. Supongo que lo que dicen de la adrenalina es cierto. Le ofrecí mi mano de nuevo y esta vez la tomó. Sígueme, sé dónde está el botiquín de primeros auxilios. Necesito curarte Parecía insegura durante un momento, y me di cuenta de que probablemente le resultaba extraño confiar en un hombre para que la ayudara, cuando acababa de golpear a otro hombre por ser demasiado amigable, pero al final, con dudas, puso su mano en la mía y me siguió fuera del salón de baile. Había un baño familiar en el que le pedí al personal del hotel que siempre tuviera un botiquín de primeros auxilios bien abastecido. Algo siempre parecía suceder en estas fiestas, desde uñas rotas de los pies por un tacón demasiado apretado, un labio roto por tropezarse mientras bailaba, o incluso quemaduras (no me lo estaba imaginando), así que me aseguré de que siempre tuviéramos un par disponible. Abrí la puerta del baño familiar e hice un gesto a la mujer para que me siguiera. Por cierto dije mientras la puerta se cerraba detrás de mí Nunca escuché tu nombre. SINEDETH Salvattori señor. Disculpe tantas molestias me siento muy avergonzada con usted

El  bebé secreto De mi  JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora