Lluvia de Primavera

❀ XXV ❀

Haneul, la hermana de Jaehyun no dejaba de llorar, no sabía si de tristeza o de felicidad, quizá lloraba por ambas, su brazo estaba enganchado al de él haciéndome imposible estar un poco más cerca y sentir su olor por última vez.

Él llevaba dos maletas grandes y una pequeña, la mudanza había ido por sus muebles desde la semana pasada, ya todo estaba listo, la decisión estaba tomada, Jae se iba a estudiar al extranjero, al final, los consejos de su hermana y muy probablemente las palabras que yo le había dicho en aquel amanecer, habían funcionado de forma positiva.

-¿Yang Mi? ¿Te encuentras bien? - preguntó aprovechando que Haneul había ido al baño. Me tomó suavemente del mentón y lo levantó para que mis ojos se cruzaran con los suyos –No has dicho una sola palabra desde que llegamos al aeropuerto.

Negué con la cabeza y sonreí entre cerrando los ojos –Estoy bien, es sólo que... voy a echarte de menos- bajé la voz para no hacer más notorio lo quebrada que estaba, luego solté una risa temblorosa.

Dejó salir un breve suspiro y me tomó del hombro –Hablaremos todo el tiempo, no pienso perder comunicación contigo, incluso quiero que me mantengas al tanto de tu día a día, y también que me mantengas informado de la evolución de tu padre ¿De acuerdo?

Asentí, lo rodeé con mis brazos y lo abracé con fuerza –Lo harás bien, por favor preocúpate en tus estudios, yo estaré bien. Hablaremos lo más que podamos...- me alejé un segundo y me acerqué a sus labios –Te quiero- apenas dije y las lágrimas cayeron en seguida.

-Yang Mi, por favor. No me gusta verte así, no quiero irme sabiendo que no estarás bien y ahora...

-¡No!- interrumpí, me sequé las lágrimas con el dorso de mi mano y con la otra tomé la suya –Es sólo el momento, después nos acostumbraremos.

Ambos miramos la pantalla en cuanto escuchamos el número de su vuelo, me tomó de las manos y caminamos hasta el final de una larga escalera eléctrica que llevaba a la sala de abordaje, a dónde claramente yo ya no podía estar. Haneul se despidió nuevamente de él y le dio un par de consejos y regaños, después se alejó y me miró con una pequeña sonrisa dándome a entender que era mi turno.

Me acerqué dando pequeños pasos y lo tomé de ambas manos –Te deseo lo mejor, espero poder verte en vacaciones...- reí por lo bajo –No te has ido y ya te extraño mucho- sollocé. Tomó mi mejilla y limpió una última pequeña lagrima que se había escapado.

-Te quiero, Yang Mi. Prométeme que te cuidarás y terminaras tus estudios exitosamente- frotó mi cabeza suavemente con una sonrisa.

-Lo haré- respondí con el corazón acelerado. Asintió con una sonrisa llena de ternura, subió el primer escalón y lentamente fue desapareciendo de entre toda la gente.

Más tarde cuando llegué a casa me preparé un té y salí al balcón, me recargué en el y miré detenidamente hacía el que solía ser el balcón de Jaehyun, se me vino a la mente la primera vez que nos vimos ahí, las primeras palabras, su forma de ser tan chocante y a la vez desagradable. Una pequeña risa se escapó de mi boca –Quién iba a decir que después de casi odiarte iba a terminar queriéndote tanto... espero que logres lo que quieres Jae... de corazón lo deseo- suspiré y terminé viendo el atardecer mientras que el silencio y el cálido viento eran mi compañía, y entonces recordé los pasados dos meses en los que habíamos estado juntos, saliendo, divirtiéndonos, nuestras charlas profundas hasta el amanecer, pero sobre todo de todas las ocasiones en las que había podido deleitar sus dulces labios y una única vez su hermoso y pálido cuerpo.

Mi corazón comenzó a latir con fuerza, tanto que el pecho me dolía, aquellos lindos recuerdos se nublaron de tristeza y soledad, sentía la necesidad de llamar a alguien y desahogarme, pero Dopal ya llevaba un mes en el servicio militar y Sook estaba de vacaciones visitando a su abuela en Japón. No había nadie más a quién pudiera contarle lo horrible que me sentía en esos momentos, mi mente no dejaba de maquinar ideas negativas, por un momento sentí que las promesas no se iban a cumplir, y que al final, pese a todo lo bonito que habíamos pasado juntos, él jamás había dado el siguiente paso, por lo que lo nuestro se había quedado en un simple romance, dando lugar a que todo pudiese pasar y que esas ideas podían volverse realidad.