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He looks just like a dream*

The prettiest boy I've ever seen*

···

Era adictivo.

Todo Eddie era adictivo; sus caderas menos marcadas por el crecimiento de su cuerpo, sus ojos miel que le recordaban a una pacífica tarde de otoño, justo antes del atardecer. Sus pómulos definidos y con pecas castañas salpicadas por todo el tejido que componía a estos; sus cabellos perfectamente peinados del color del chocolate con leche, tornándose incluso más castaño cuando el sol pegaba en este. Sus labios. Oh, sus labios, cuánto los amaba e idolatraba. Pero, sobre todo, lo más adictivo de Eddie era su forma de ser; sus sonrisas, su seriedad con las cosas sin importancia, sus muecas al ver sangre, su miedo a las heridas, su entusiasmo pintando sus facciones cuando hablaban de algo que él amaba. Sus falsos mohines y suspiros cansados cuando Richie hacía algo que a él supuestamente no le gustaba.

Oh. Richie estaba tan enamorado de él. Desde sus pequeños hoyuelos que se marcaban cuando el pequeño sonreía, hasta su suave voz mientras le echaba el sermón de su vida.

Oh, Eddie era como un sueño. El chico más hermoso que Richie jamás había visto.

Aún no se podía creer que lo estuviera besando y mucho menos que el de pecas estuviera respondiendo a ese beso con la misma ternura y necesidad que el de gafas.

La respiración de Richie se atascó en su garganta por unos segundos, haciendo que el oxígeno no llegase correctamente a su cerebro y que sus manos se movieran solas hasta crear un pecaminoso camino que llevaban a estas hacia las caderas del menor. El de gafas levanto un poco la molesta tela de la camiseta roja cereza que portaba Eds, y hundió con suavidad sus dedos en la pálida piel del menor, regocijándose al escuchar como el castaño gemía gentilmente en el beso, adorando la manera tan impura con la que Richie le estaba tocando.

Él tampoco podía pensar, su cerebro estaba completamente nublado por la necesidad y la lujuria, tanto que su racionalismo se calló por primera vez en toda su corta vida. La irritante voz de su madre fue opacada por los labios de Richie moviéndose con inexperiencia sobre los suyos, pasando su húmeda lengua sobre estos pidiendo silenciosamente permiso para poder penetrarlos.

Eddie no se lo negó. No quería negárselo, necesitaba esto tanto como Richie. Ambos se necesitaban, así que no perdieron el tiempo y las manos del más pequeño volaron hacia los rizos azabaches del de gafas, que se estremeció al sentir los finos dedos de su Eddie acariciando su cabello con gentileza.

El beso de repente de tornó más acalorado de lo que era antes y ambos chicos lo sintieron, así que el de gafas no dudó ni una milésima de segundo en apartar con urgencia aquel molesto trozo de tela del color del que se habían tornado las mejillas de Eddie, y tirarlo hacia el otro lado de la oscura habitación, solamente iluminada por los finos destellos de los rayos lunares, que chocaron con la blanca tez del menor, haciendo que su figura se fiera tan etérea y angelical. 

Richie se enamoró más de Eddie en ese momento, aunque le pasaba siempre. Cada vez que sus ojos dotados de miopía chocaban con la figura del menor, se enamoraba un poco más de este.

Posó sus hinchados labios en el abdomen del pequeño, sintiendo como este se estremecía y escuchándole jadear mientras sentía como la mano de Eddie se había envuelto firmemente alrededor de los rizos del mayor, tirando de ellos hacia atrás con suavidad al Eddie sentir aquel escalofrío de placer recorrer toda su espalda y brazos, que elevó cada uno de los vellos de su cuerpo. 

—Eres tan hermoso —halagó el de gafas en un susurro, haciendo que las mejillas de Eddie se tornaran de incluso más escarlata.

El menor mordió su labios inferior acallando sus sonidos al sentir como un jadeo intentaba escaparse de sus labios ya que la respiración del de gafas había chocado con su desnudo abdomen al hablar y había sido algo muy placentero.

TRUE LOVE [Reddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora