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Richie despertó por los rayos solares pegando fuertemente en sus ojos. Intentó taparse de nuevo mientras refunfuñaba por lo bajo, pero algo se lo impidió. Los vellos de su cuerpo se erizaron cuando los recuerdos de la noche anterior cayeron en su cerebro como la lluvia cae al pavimento. Fueron como una brisa, una bala, una lucecita; fue un segundo, pero estuvieron allí. Los brillantes ojos color miel de Eddie se posaron en su mente cual mariposa en los frágiles pétalos de las flores y no pudo amarlo más, porque lo había hecho. No solo había conseguido probar los inalcanzables labios del menos, sino que además había conseguido probar su esvelto cuerpo, lamer su cuello, sus caderas, sus muslos...Las mejillas del de gafas se sonrojaron por el recuerdo y, con una sonrisilla traviesa adornando sus facciones, estiró su brazo en busca del tejido pálido que componía el cuerpo del castaño. Estuvo un buen rato moviendo de lado a lado este, pero sus dedos se encontraron con el frío material de las sábanas.

Eddie no estaba.

Se levantó de golpe, toda la felicidad con la que se había despertado evaporándose en cuestión de segundos. 

Richie despertó.

Richie despertó solo.

~···~

Habían pasado dos eternas semanas desde que el de gafas habló por última vez con el castaño, su estado de ánimo cada día iba empeorando. Sus manos estaban tan repletas de quemaduras que Beverly había tenido que vendarlas. Ni siquiera la pelirroja sabía lo que había pasado, ni por qué Richie ya apenas hablaba o simplemente vivía. Los ojos ámbar, antes brillosos, ahora estaban vacíos, tristes, solos, muertos. Y algunos podrían llamarle dramático, pero el amor de su vida, aquel mismo que le había dado esperanzas, se había ido sin decir una sola palabra, y el de gafas solo se podía culpar a sí mismo.

¿Qué había hecho mal?

Richie volvía a hundirse, solo que esta vez nadie estaba allí para poder salvarle. Estaba solo, tan solo como cuando se despertó aquella mañana con el corazón bombeándole sangre de la alegría que estaba sintiendo.

Ahora su corazón ya no latía y todas las noches deseaba no despertar al día siguiente.

Todo el grupo se había percatado; ya no bromeaba, sus rizos estaban más despeinados que de costumbre, ojeras moradas adornaban las partes inferiores de sus ojos, contrastando con su pálida piel, que cada día se emblanquecía más por la mala—o casi nula—alimentación que estaba teniendo estos días.

—¿Q-q-qué os parece s-si quedamos esta no-no-noche todos en mi casa y o-o-os quedáis a dormir? Así como una 'Fi-fi-f-fiesta de pijamas' —propuso Gran Bill, jugando con sus dedos mientras observaba al grupo con una ceja alzada. Quería animar un poco al de gafas y pensaba que esa idea sería idónea para ello. Pero el de rizos azabache apenas levantó la mirada de sus vendadas manos, temiendo a encontrarse con los distantes ojos de Eddie, quien le evitaba sin intentar demostrar lo contrario.

Todos captaron la indirecta y Ben fue el primero en hablar, no sin antes haber despegado la enorme sudadera de su abdomen con manos temblorosas.

—Sí, esa idea suena genial —contestó con un tono bastante bajito, sintiendo sus mejillas arder de la vergüenza cuando sus pequeños ojos chocaron con los infinitos azules con motas verdosas de la de cabellos fuego.

Era tan hermosa y tan inalcanzable para el de rechonchos mofletes.

—Yo iré —habló el asmático sin mirar a nadie en especial. Sabía que tendría que preguntarle a la obesa de su madre, pero valía la pena con tal de salir por unos minutos con sus amigos, ya que se sentía asfixiado desde que dejó de comunicarse con Richie.

El de gafas saltó en su asiento ante la suave voz del menor, que erizó sus vellos e hizo que una estúpida sonrisa se plasmara en su rostro. Solo con oír el timbre tan tranquilo de voz que tenía su Eddie, un latigazo de adrenalina surcó su cuerpo y levantó la mirada irradiando por unos segundos luz.

—Yo iré, pero creo que Mike no puede, ya saben, chicos, los negros no tienen derechos y... —Fue cortado por un unísono 'beep-beep, Richie' y las risas sorprendidas de los del su grupo, exceptuando la del castaño, que simplemente apartó la mirada cuando el mayor buscó desesperado sus ojos.

Era la primera vez que hacía una broma desde hacía más de una semana.

Al parecer eso de una fiesta de pijamas—como lo había llamado el tartaja—no había sido una mala idea después de todo.

Eddie observó por unos segundos al de gafas, escrutando su rostro y reconociendo algunas características que no le gustaron nada, como los pópulos marcados, las bolsas bajo sus ojos, la pálida piel...Pero lo que más le asombró fueron los ojos.

¿Dónde estaba aquel brillo que tanto caracterizaba a Richie?

[···]

Síp, capítulo cortito, lo siento mucho, es que estoy llena de exámenes y apenas he tenido tiempo para pensar en la historia, pero lo intento.

Seguramente el viernes que viene no haya capítulo, ya que tengo muchísimos más exámenes, pero prometo que os lo pagaré con doble actualización cuando las semanas de evaluación terminen.

Gracias por leer.

Lxs amo.

Bye

La madrina de Reddie~

TRUE LOVE [Reddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora