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[SIN REVISAR]


—Shh —susurró con suavidad Eddie, colocando su dedo índice sobre sus mullidos labios mientras le hacía señas al de gafas para que le siguiera. Este último asintió con una pequeña sonrisa bailando de entre sus labios y, como un perrito contento, comenzó a caminar tras el pecoso, quien intentaba con todas sus fuerzas no hacer ruido mientras ascendía las escaleras de su propia casa.

Estaban empapados y sentían escalofríos de vez en cuando, pero no les importó, solo querían llegar a la habitación del menor para cambiarse y acostarse. Bueno, al menos eso era lo que quería el castaño, Richie deseaba acabar lo que había empezado en aquella especie de pradera.

Cuando ambos adolescentes llegaron al cuarto del menor, cerraron la puerta con muchísima cautela, intentando no despertar a la gorda madre del más bajo, que se había escapado por la ventana aprovechando que su progenitora dormitaba.

Justo cuando la puerta hico una especie de sonido, permitiéndole saber a los chicos de que ya estaba completamente cerrada, Richie no perdió ni un solo segundo y unió con una inmensa fiereza y necesidad sus labios con los del pecoso, insertando su lengua en la cavidad bucal ajena mientras que Eddie gemía con sorpresa, dando algunos pasos hacia atrás hasta que su espalda chocó al completo con la pared de aquel lugar. Una corriente eléctrica completamente mágica se paseó por ambas complexiones físicas y las manos frías y llenas de cicatrices de cicatrices que portaba el de rizos azabaches, se posaron con una enorme gentileza sobre la pálida tez que coloreaba el tejido que componía el pómulo del castaño. Cuando los pulmones de aquellos chicos ardieron por la falta de oxigeno, el gafotas se separó mientras creaba un pequeño caminito de besos húmedos por el cuello del menor, lleno de gotas de agua que había dejado la lluvia. Sus dientes se hundieron en la piel, robándole jadeos bajos y acalorados al más pequeño, quien miró al techo para darle más acceso al bocazas.

Ay, cuánto amaba sus caricias.

—Rich- —comenzó a decir el menor, pero fue cortado por su propia respiración, que se había atacado en su garganta cuando el de gafas había succionado un punto en concreto de su cuello. Rodó sus ojos ante tal placer y se mordió el labio inferior con afán, juntando inintencionalmente sus piernas, buscando un poco de rozamiento en su parte íntima.—Ahh, mi mamá esta en la habitación de enfrente, nos escuchará. —advirtió entre pequeños gemidos.

—Pídeme que me detenga entonces —comentó coqueta el de gafas, volviendo a atacar los labios ya hinchados del pequeño, quien enterró sus manos en los rizos azabaches del mayor, tirando suavemente de ellos. Se separaron una vez más y juntaron miradas, amándose en silencio, como siempre habían hecho.

Eddie apretó los labios porque era incapaz de articular aquella petición, ya que deseaba esto más que nada, así que se limitó a crear una mueca que hizo que el de gafas riera y a ladear la cabeza, instándole al castaño a seguir succionando su cuello.

—La cama chirría, así que se escuchará por toda la casa —advirtió el menor cuando sintió como Richie elevaba su pequeño cuerpo mientras que él rodeaba sus piernas alrededor de las caderas del mayor. La camiseta de Eddie cayó al suelo con un sonido seco y todos los vellos de su torso y brazos se erizaron con fiereza.

—Entonces te haré el amor contra la pared —aseguró entre caricias con su lengua por el expuesto tejido dl de pecas, besando sus lunares, salpicados por aquella preciosa pálida tez que se fundía con los rayos lunares que penetraban la ventana del asmático.

Eddie se sonrojó el triple y sintió como su corazón hacía acrobacias contra su pecho.

—Los golpes contra la pared también sonarán —suspiró cuando el órgano húmedo y rojizo del azabache cubría al completo el pezón del pecoso.

TRUE LOVE [Reddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora