9

407 40 25
                                    

Cuando Richie llegó a su casa lo único que quería hacer era lanzar su mochila al frío suelo de su desordenada habitación y tumbarse en el colchón de su cama a leer algún que otro cómic. A veces releía algunos que le gustaban muchísimo o, simplemente, cuando se quedaba sin nuevos.

Pero todos los planes del de gafas se vieron arruinados cuando, al penetrar el umbral de la puerta de su casa, escuchó la llamativa y fácilmente reconocible voz de su padre. Platicaba energéticamente algo por el teléfono mientras que, con la otra mano, agarraba entre sus gruesos dedos un fino cigarrillo, un tanto quemado por el principio, símbolo de que acaba de encendérselo.

Al de cabellos azabaches se le elevaron los pelos de su nuca con fiereza y su corazón se atascó en su garganta por unos eternos segundos. Sus manos comenzaron a sudar y temblar, un tembleque pesado y doloroso, ya que tensaba cada músculo de su cuerpo. Una corriente de miedo se paseó por toda su columna vertebral y tuvo que cerrar los ojos durante unos segundos para prepararse mentalmente. Sabía que lo que venía no sería bueno. Nunca lo era ¿Por qué lo sería en ese momento?

Todo atisbo de esperanza se desvaneció en el instante en el que los frívolos ojos del señor Tozier se posaron sobre su hijo. Su único hijo. 

Richie se quedó quieto en medio del pasillo, con gotas gruesas de sudor resbalando por la pálida piel de su frente y su errática respiración moviendo con fuerza su abdomen y torso. Su visión, borrosa por la falta de oxígeno y las lágrimas que habían comenzado a formarse, se dirigió hacia sus pies, sabiendo que su padre odiaba que lo miraran directamente a los ojos. Para él era como si lo estuvieran retando y eso no le gustaba nada. Así que Richie prefirió no enfadarle e intentar que, por una vez, lo que estaba a punto de pasar fuera un poco más leve.

—Lo siento, John, debo colgar. Nos vemos en una hora —se despidió con un tanto de urgencia Went, quien sonrió con cariño al ver a su hijo en el estrecho pasillo. Estaba quieto y no le miraba a los ojos.

Así le gustaba, que fuera obediente.

Cuando Richie escuchó el fuerte timbre del teléfono al haber vuelto a su sitio, se sobresaltó y dio un pequeño respingo mientras rezaba todas la plegarias que se sabía para que su padre no lo hubiese notado. La madera crujió adolorida bajo los costosos zapatos de cuero que Went portaba y cuando el bocazas los observó otro escalofrío recorrió su espalda. 

Intentó concentrase en el resplandor del cuero, pero su padre fue más rápido y hundió sus dedos en los rizos azabaches del menor, atrapándolos en un puño y tirando de ellos hacia tras con brusquedad. El de gafas siseó adolorido casi inaudiblemente, cerrando los ojos con muchísima fuerza y apretando los labios en una dura y fina línea. Notó sus gafas tambaleándose en el puente de su nariz pero el miedo había paralizado a su cuerpo y entumecido su cerebro.

—¿Ya ni 'hola' le dices a tu padre? Qué vergüenza de hijo. —escupió el mayor entre dientes, reforzando su agarre en el cabello de su hijo, que se mordió la mejilla interior para no gritar de dolor, permitiendo que la sangre se derramara por su boca y que llenara todas sus papilas gustativas con su metálico sabor. Las lágrimas ya querían empezar a formarse, pero Richie lo permitió.

—Perdóname, padre, yo-

El de gafas fue cortado por una estrepitosa bofetada que acabó dejando su mejilla completamente roja. Seguramente en unos minutos se tornaría morada. La sangre salió disparada, manchando el suelo de madera y la barbilla del menor, que respiró adolorido por el golpe, sabiendo que uno de sus labios se había cortado con sus dientes y que en breve se hincharía. No emitió ningún sonido, sabiendo que Went odiaba cuando lo hacía, alegando que eso era un signo de debilidad y que 'los hombres deben ser fuertes'.

Sus gafas habían salido disparadas, chocando con la pared y cayendo al suelo. Un sonido seco se escuchó y el de rizos azabaches supo que estas se habían roto y que seguramente tendría que pedirle a su madre unas nuevas. Eran las cuartas en dos meses.

—No te di permiso para hablar ¿O sí? —alegó el mayor con tono contenido, sonriendo tiernamente, como un padre sonríe a su niño cuando camina por primera vez.

Richie no respondió y bajo la mirada cohibido, la sensación de odio carcomiéndole. 

Went no desaprovechó el momento y, antes de que Richie pudiera apartarse, su puño ya se había estrellado contra su rostro, y su rodilla hundido en sus costillas, sacando todo el aire que el de gafas contenía en sus pulmones. Tosió adolorido, sintiendo como el líquido caliente carmesí descendía por sus labios, ingresando en su boca y resbalando por su barbilla. Su cuerpo se flexiono y sus rodillas perdieron las fuerzas por lo que, cuando su padre liberó su cabello, cayó con un golpe sordo al suelo, sintiendo su vista nublándose con las lágrimas y su mandíbula endureciéndose por la impotencia y el sentimiento de inutilidad. Apretó sus manos en puños y cerró los ojos con dificultad. Las sienes de su cabeza palpitaban al igual que su complexión física casi al completo.

Richie no aguantó más y, una vez hubo cerrado los ojos, permitió que la oscuridad le consumiera y, justo antes de perder totalmente la consciencia, deseó no despertar nunca más.

—Eddie —fue lo único que sus labios pronunciaron dolorosamente en un quejido roto. Su padre no lo escuchó y se volvió a su habitación con una sonrisa sádica enmarcando su rostro, dotado de arrugas por la edad.

Y Richie solo quiso ser abrazado. Ser abrazado por su Eddie Spaghetti

<<<>>>

Ya sé que este capítulo es corto, pero eso es porque dentro de muy poco publicaré el siguiente.

Gracias por el apoyo y os amo muchísimo!!

Por cierto, una increíble personita de Wattpad está escribiendo una historia Fack titulada 'Quédate Más Tiempo'. Es muy buena y de verdad la recomiendo mucho. Tienes todo mi apoyo y lecturas+votos 


Esthellazhau23 !!!

La madrina de Reddie~



TRUE LOVE [Reddie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora