La caza del doncel |Drarry|

Capítulo 1: Antes de huir

Harry Potter era, en muchos sentidos, un muchacho muy poco corriente. A los doce años descubrió la condición que lo convertiría en motivos de burla y odio; él era un doncel, todos los que presentaran está condición era llevados a juicio y condenados a muerte.

No era una novedad que los donceles ocultaran la marca de su antebrazo; muchos quemaban la marca, otros preferían cortar ese pedazo de piel y algunos sólo tenían cuidado de no mostrar esa parte de su cuerpo.

Harry era un chico delgado, con el cabello negro y ojos verdes que se enmarcaban en unas viejas gafas. Nadie podía negar que era un muchacho muy carismático y educado; siempre se le vía ayudando a la señora Figg con su jardín y en algunas veces se paseaba por las calles de Grimmauld Place.

Vivir como lo había hecho Harry hasta la fecha era muy difícil, a los doce años se presentó su condición, a los quince años su cuerpo empezó a ser diferente al de los demás chicos de su edad y tuvo que empezar a vestir diferente, sus dieciochos no fueron mejores; su padrino Sirius se negaba a enviarlo a una universidad, no era que lo despreciara; sino que, prefería tenerlo cerca para protegerlo de los peligros. El pasar de los años tampoco presento mejoras para la vida de Harry; a pesar de que su padrino le permitió ir a la universidad, no tardo en encontrar problemas con sujetos que trataban de golpearlo, según sus argumentos, Harry no parecía un hombre de verdad. Vago por tres universidades diferentes, siempre con los mismos problemas; gente que sospechaba de su condición; hombres que lo golpeaban por no ser el estereotipo de gilipollas con dos piernas y un micropene; y porque para muchos, Harry no tenía madera para ser un buen abogado penalista.

Así, a sus veintitrés años; Harry seguía viviendo con su padrino que muy amablemente le ofreció trabajo como su asistente.

-Harry, hoy tenemos que ir al centro de Londres. - Sirius miro a Harry que se encontraba medio adormilado. - Escucha muy bien lo que te voy a decir, necesito que vayas a Bond Street, busques a Theodore Nott y le entregues estos documentos. -

- Está bien, ¿Necesitas otra cosa? -

- En realidad sí, cuando estés de regreso en casa ve con la señora Figg, necesita que la ayudes a podar el césped-

-Anotado, ¿Se puede saber a dónde vas tú? -

-Han solicitado mi presencia en una audiencia; y no; no te puedo llevar. - Sirius miro a Harry esperando encontrar una mueca de reprobación.

-Lo entiendo, sólo quería saber que era tan importante como para no llevar estos documentos tú mismo. - Dijo Harry mientras alzaba la carpeta de documentos.

-Sabes que me encantaría que estuvieras ahí, pero es muy riesgoso para ti. En ese lugar hay mucha gente que podría reconocer tu condición y lo último que quiero es que Lily o James vengan desde el más allá para cortarme el cuello por no cuidar a su hijo. -

-No soy un niño, Sirius. - Harry estaba cansado de que Sirius lo tratara como si fuera una figura de porcelana, frágil y hueca. - En todo caso debería tener derecho a asistir, soy tu asistente y debo de tomar las notas por ti. -

-Ya es tarde, debemos de irnos; y esta conversación ya termino. - Sirius miro a Harry. - Se que piensas que te considero débil, pero es todo lo contrario, eres fuerte porque has logrado vivir todos estos años demostrando que doncel o no eres muy capaz de hacer cosas extraordinarias. - Sirius le dio un leve empujón para que avanzara.

El camino al centro de Londres era muy aburrido; la gente caminaba con el reloj encima, había enormes embotellamientos que tardaban largos minutos en disolverse y la gente gritaba histérica porque el transporte ya había pasado. No era ninguna novedad que Harry tomara una siesta cada vez que salían del número 12 de Grimmauld Place, era su forma de recuperar la energía que Sirius le quitaba al despertarlo a las seis de la mañana.