Self Lovers

5-Berry y el crush relámpago.

Capítulo seis: Berry y el crush relámpago.

Berry, esperando al impuntual...

Dejar plantada a una persona en la puerta de tu casa debería ser ilegal. Y el delito se agrava si se trata de tu mejor amiga, la persona más histérica de la ciudad.

Ósea yo.

Estoy en su puerta desde hace treinta minutos y contando. Soy consciente de que mi amigo está adentro haciéndome esperar apropósito, solo Dios sabe porqué es tan idiota.

¿Lo llamé? Por supuesto que sí, ¿Envíe mensajes? Claro, ¿Golpee la puerta? Desde luego, ¿Logré algo con eso? Nada.

Ojeé el reloj en mi teléfono, no falta mucho para que aquel tibio sol se hundiera entre las casas del vecindario. Me encaminé hacia el mercado, tampoco faltaba mucho para que cerrara y si Arsen no se dignaba a abrirme e ir conmigo, iría sola.

La campanilla de la puerta sonó al dejarme pasar, el aire acondicionado estaba encendido consolándonos a todos del frío otoñal. Un empleado estaba en la caja clasificando algunos productos, otra empleada trapeaba el suelo de la sección "carnes" perfumando el local con un aroma lavanda. Por suerte, eran pocos los clientes que frecuentaban este comercio.

Mis pies me guiaron a la sección "Bebidas", ésta me recibió con una estantería repleta de bebida alcohólica.

Observé la variedad de cervezas a mi izquierda, y me topé con mi preferida; la cerveza artesanal "Berry" de líquido rosado que me bautizó con mi apodo, mi dedo rozó su etiqueta en intento de consideración porque me gusta el color y sabe deliciosa pero a Arsen no le gusta.

-Esa no es recomendable-oí a alguien decir detrás de mí.

- ¿Tú crees?-le pregunté al extraño sin apartar la vista de aquella botella ¿Cómo se atreve? Es la mejor cerveza del estado.

-Agradable de ver, -empezó aquél extraño de voz viril. Volteé hacia él con curiosidad, -pero al probarla sabe rancia.

Este chico no está bueno, está riquísimo.

Su melena estaba dividida en cabellos cortos que rozaban sus orejas en tonalidades de negro alquitrán brillante, aquella mandíbula enmarcada estaba algo presionada atrayendo mi mirada hacia sus labios remojados y herméticos. Un hombre de facciones griegas y apolíneas que no puedo dejar de observar por alguna extraña y sensual razón.

El solo hecho de verlo me avergüenza, como si mis ojos no tuvieran la capacidad de mantenerle la mirada, su atractivo es realmente intimidante.

-Cuidado, -advertí tomando dos botellas. -Estás hablando de la mejor cerveza del estado.

Eso lo hizo sonreír descubriendo su dentadura alineada y artificialmente blanca, ¿Es mi impresión o hace calor?

-Y deberías agradecerme, estoy impidiendo tu suicidio.

Reí abiertamente.

-Seguro no tienes ni idea de lo que estás diciendo.

Su lengua humedeció sus labios sosteniéndome la mirada en silencio. Confirmándome que en realidad no tiene idea de lo que hablaba, solo buscaba hablar conmigo. Fue un gesto enternecedor en un tipo grandote.

-Pues de todas formas no la estoy comprando sólo para mí, -confesé mirándolo con complicidad.

-Homicida entonces.

-Y tienes razón, estas son solo fachas de princesa-incliné mi cuerpo con diversión.

-De ser así, estaría honrado de que una mujer como tú jale el gatillo contra mí-me guiñó el ojo con picardía.