Capitulo dieciocho parte 2: WangXiao

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Hola a todos, primeramente gracias por seguir esta historia, hemos llegado al cierre, espero que les haya gustado leerla y agradezco infinitamente las muestras de apoyo que han dejado por aquí, es maravilloso leerles, son tan creativ@s, nos estaremos viendo seguramente en una siguiente historia, y por favor siempre creamos en el Yizhan o en ZhanYi, o en la versatilidad de ambos porque al final de cuenta todo es amor. saludos. y mil gracias si llegaste a leer hasta esta parte. xoxo

No, es un Jeep diferente

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No, es un Jeep diferente. Hay miles de Jeeps marrones sólo de esa manera. Te lo estás imaginando.

Pero Yibo sabía que no. Debido a que la matrícula era la misma. Nunca olvidaba detalles por el estilo, nunca olvidaba los detalles sobre Zhan. Yibo se acercó más, mirando a la ventana del pasajero, sin ver más que un interior limpio. Desde la distancia, oyó el débil tintineo de la campanilla de la puerta de la tienda de la esquina, que vendía periódicos, donuts rancios y café del día anterior. Sin ni siquiera mirar, sabía quién había salido de esa tienda. Incluso desde la longitud de cinco coches de distancia, Yibo podía sentirlo.

Yibo se incorporó lentamente, casi asustado de ver, asustado de que si volvía la cabeza Zhan desaparecería, un producto de su hambrienta imaginación. Volvió la cabeza, los ojos atraídos hacia el hombre larguirucho de pie en la acera, un vaso de plástico de café apretado en su mano, con los ojos camuflados por sombras de espejo, de sus gafas de sol.

Se miraron el uno al otro, sin un movimiento. Y entonces Zhan se quitó las gafas de sol, enganchándolas a través del cuello de su camiseta verde, cerrando la distancia entre ellos a grandes zancadas. Yibo se quedó congelado en su lugar mientras su mente conectaba hechos en una distante e imparcial voz: necesita un corte de pelo, no está sonriendo, está acercándose, el lunar debajo de su labio es más oscuro.

Zhan se detuvo frente a él, sus ojos barriendo sobre Yibo después bloqueándolos en su rostro, sin moverse.

—Ese café apesta, —dijo Yibo con voz ronca, porque no podía encontrar su voz para hacer las preguntas importantes, el porqué y el cómo y qué significa su presencia en esta soleada mañana de sábado.

La boca de Zhan se curvó hacia arriba, los inicios de una sonrisa, y entonces abrió los dedos, la taza cayendo con ruido sordo al pavimento. El café empapó el hormigón en una fangosa mancha cuando la tapa se rompió.

Sus cuerpos se juntaron duramente, la fuerza de la embestida de Zhan sacando el aire del pecho de Yibo, las gafas de sol de espejo sacrificadas entre ellos. Los brazos de Yibo envueltos alrededor de la espalda de éste, con una mano empuñando el pelo, amenazando con no soltarlo, tirando contra las suaves hebras. — Zhan —susurró Yibo, cerrando los ojos, tragando más allá de una garganta llena de lágrimas.

—Yibo, Yibo —La voz de Zhan era gruesa, los labios moviéndose contra el cuello ajeno—. Dios, Yibo.

Yibo le acercó más, sus brazos aumentando la presión. No sabía lo que el futuro reservaba o por qué Zhan estaba allí, pero por un solo momento interminable, permaneciendo de pie en una cálida brisa de marzo, Yibo tenía todo lo que siempre había querido y no quería perder su agarre.

Tonos Grises (ZhanYi- Yizhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora