Capitulo diez: Persecución

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—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —demandó Yibo, su voz más fuerte de lo que pretendía, la ira haciendo eco en sus cuerdas vocales.

—¿De qué hablas? —Los ojos de Yixuan rebotaron en su cabeza, las manos temblando mientras cruzaba los brazos sobre el pecho.

—Te vi, —protestó Yibo—. Te vi con él.

—¿Quién?

yibo se aguantó la exasperación. —¿Qué quieres decir, con quién? ¿Ves alguien más por aquí? —Meneó su cabeza hacia la mesa detrás de yixuian donde seungyeon miraba su intercambio con una expresión de total aburrimiento.

—Solo estábamos hablando, —dijo demasiado rápido—. Esperándote.

—¿Entonces qué es esa cosa blanca en tu nariz, Yixuan? —la mano voló hacia arriba, frotando con fuerza contra su piel. No podía ver a yibo a los ojos.

—¿Cuánto tiempo llevas esnifando coca?

—No lo sé. —se encogió de hombros, de la manera de un adolescente atrapado en una mentira, gruñón y desdeñoso.

yibo escupió su disgusto en el sucio suelo de cemento. —¡Aich!

—¿Cuál es el maldito problema? Seungyeon lo hace todo el tiempo.

—¿Y qué? —yibo bajó la voz—. ¿Quieres terminar como él?

—Él esta bien, —dijoYixuan.

—¡Mata personas para vivir y no pasa más de un par de horas sin una hemorragia nasal!

—¡Oye! —Seunyeon gritó desde su asiento en la mesa—. Vigila tu maldita boca, yibo. —Pero sonaba divertido, dejándole saber por su tono lo poco que pensaba de él.

yibo mantuvo la mirada en yixuan. —Vamos, te llevaré a casa. Él puede terminar aquí.

yixuan miró a yibo, sus ojos vacios y distantes. —No, tu vete. Seungyeon me puede acercar después que terminemos de desempacar.

— espera... —pero ya se estaba alejando, de regreso a las profundidades oscuras de la bodega.

yibo debió saber que estaba consumiendo; las señales estaban en su cara desde hace varios meses. yixuan siempre hiperactivo y agitado, llamando a Yibo y en la mitad de la noche, queriendo hablar. Constantemente se quejaba de que estaba falto de efectivo, pidiéndole dinero cada vez que podía. Pero yibo se había cegado a sí mismo ante la evidencia, no quería creerlo. Solo estaba feliz porque yixuan hablaba nuevamente, finalmente abriendo la boca en vez de quedarse mirando al frente sin nada que decir. No quiso averiguar la razón detrás del cambio.

Desde que la hija murió el invierno pasado, había estado vacío, a penas vivo. Su hija y esposa aún vivían en la misma casucha de dos habitaciones cuando le dio neumonía. No llego a vivir para celebrar su cumpleaños número cinco, el sueño de darles una mejor vida, enterrado en una tumba sin marcar que probablemente nunca vería. Su esposa lo culpaba, convencida que si hubiera trabajado más duro y enviado más dinero, su hija aún estaría con vida, y quizá estaba en lo correcto.

A yixuan dejó de importarle todo después de eso. El trabajo que había tomado para salvar su familia se torno en otro grillete de los que no podía escapar, otra deuda más que tenía que pagar. Y ahora andaba con Seungyeon, su cuerpo delgado inclinado sobre una destartalada mesa de cartas, esnifando polvo blanco por la nariz.

Yibo se quedó de pie en la entrada, debatiendo consigo mismo. ¿Debería entrar, y arrastrarlo afuera? O debería dejar que tomara sus propias decisiones? Después de todo, era un hombre adulto. Al final, yibo se giró y se alejó–dejando a su amigo en su viaje hacia lo más profundo de las sombras y no hizo una maldita cosa para bloquear su camino.

Tonos Grises (ZhanYi- Yizhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora