carta 3

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Si pudiera cambiar todo lo haría.

Eso te lo puedo jurar.

Si, quizás no fui lo suficientemente buena, quizás me faltó mucho para ser la persona que camina de tu lado, para empezar nacer siendo de otro género.

Puedo entender tu pocisión, no estabas lista para dar tanto como yo te pedía. Supongo que te exijí de más. Pero te aseguro que solo pedí una mínima porción De lo que yo era capaz de darte. Porque en el instante en que tú quisieras gritarle al mundo que tenías emociones por mi yo las hubiera gritado a tu lado.

Y esa fue la diferencia que mató nuestro amor clandestino. El anonimato no fue la elección de ambas. Tu monopolisaste la relación y a pesar de que siempre fueras tú quien decidía todo a mi no me importo en lo absoluto por demaciado tiempo.

¿Que podría importarme tanto cuando tu sujetabas mi mano en los momentos difíciles?

NADA.

No había algo en absoluto que me importará más que tú ser completo a mi lado. Tu aroma a mujer, tu perfecta sonrisa al despertar, tus pucheros cuando te decía que no, incluso tus gritos al molestarte me parecían de lo más delirante que tenías.

Me enamore completamente de tu ser y de todo lo que representas y te cedi hasta la última pieza de mi ser para que la acomodarlas a tu antojo pero eso no logro bastarte.

Igual me dejaste por el. Por alguien que no te dió la mitad del valor que yo te daba. Todo por un pedazo de piel extra que te hacía sentir más mujer de lo que mi frágil amor podía darte.

Y cuando ya estuve llena de irá fui hacia lo que no era mío y lo tome en un intento desesperado por entender que era lo que te había alejado de mi amor.

No basto rectificar que no era un hombre capaz de hacerte sentir plena, no basto cuando te enteraste y me odiaste. Sigues por ahí, sigues dando vueltas en mi cabeza, metida en mi corazón y en mi piel. Y eso es lo que más me duele.

Saber que el vengarme no me sirvió de mucho porque el poder sobre mi lo sigues teniendo tu. Que sigo siendo tuya aunque no lo quiera. Que no valió de nada y que por actuar sin pensar ni sentir. perdí la soga a la que me aferraba para no caer.

Pero no pienso lamentarse porque mis decisiones marcaran mi destino, para bien o para mal, eso me ha formado y a los errores no sirve de nada llorarlos . Así como no llore tu abandono. Así como no llore por el dolor que me dejaste al escogerlo.

Les deseo felicidad, les deseo tantas cosas que no son el mal porque no lo merecen. Tal vez yo si lo haga, tal vez a mi lo malo me suceda como respuesta a esta acción que nos volvió desconocidas con recuerdos en común.

Pensamientos AsfixiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora