Capítulo XVI: El despertar de una Reina

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Nadie se atrevió a decir nada.

El cuerpo peludo y gigantesco de Tyler se mostró agazapado y con la cabeza inclinada entre la bruma. Su instinto animal se puso de acuerdo para mostrar sumisión ante las fauces del demonio que, con solo una mirada, demostró lo bien que se hallaba en la cima de su clasificación.

—Así que después de trescientos años han decidido finalmente quitar el sello.

—Zeref —habló Lauren.

—Te recuerdo, Ramsterfall. Admiro tu osadía. Hay que ser valiente para invocarme. O estúpida —añadió luego de una corta pausa. Su voz profunda y aterciopelada se inmiscuyó en los oídos de Lauren erizándole la piel.

—Quiero ofrecerte un trato.

—Yo no hago tratos —respondió el demonio con indiferencia.

—Es más bien un intercambio... Un intercambio que quizás pueda hacerte cambiar de opinión —La bruja dio un paso hacia adelante. Solo uno. Con intenciones de demostrar que iba en serio—. Como veterana líder del Clan de Brujas de Ramsterfall, tengo el poder para liberarte... Los confines del infierno y el alma de esta humana ya no serán un obstáculo para ti —Lauren hizo una pausa para reorganizar sus ideas, por consecuente, añadió con elocuencia—. Estoy dispuesta a abrirte el camino para que se haga tu voluntad. A cambio... Quiero a mi hijo de vuelta.

—Adam Ramsterfall... Un alma exquisita, presa del miedo en medio del caos. ¿Las Guerras siempre traen tristeza, no crees Lauren? Pero los humanos nunca aprenden. Ni siquiera con los años. Las historias siempre están destinadas a repetirse —Zeref reflexionaba más para sí mismo, con aquella voz serena que, bajo la ironía del demonio que era, sonaba casi gloriosa—... Pero no me interesa —respondió aplastando en cuatro palabras las esperanzas que Lauren se había hecho.

—¿Qué? —La bruja parpadeó unas cuantas veces intentando no caer presa de la indignación—. ¿No te interesa? ¿Qué podría un demonio preferir más que la libertad...?

—Hablemos un poco de los Contratistas, esos que tanto detestas —continuó llenando la habitación con el sonido de sus pasos. El Demonio se mostró entretenido con el popurrí de objetos metálicos que decoraban la mesa. Comenzó a jugar con las dagas de plata—. El contrato no es igual para todos. Ambas partes ponen sobre la mesa sus intereses, y cuando las bases del contrato se cumplen, entonces podemos reclamar el ánima del Contratista dándolo por finalizado. Si fuerzas la absolución del contrato, entonces estaremos quebrantando la regla más importante. El humano morirá, y el ánima se perderá. ¿Para qué crees que están hechas las reglas? Sin ellas rigiendo el mundo, nadie podría sostenerlo. Creí que formando parte del equilibrio del mundo, lo entendías mejor que nadie. Y seremos demonios, pero estamos lejos de ser el verdadero mal.

Zeref ni siquiera se dio la vuelta por completo cuando arrojó una de las dagas; y Lauren retrocedió instintivamente.

La punta filosa le rozó a Ray la mejilla y un hilillo de sangre roja se deslizó hasta perderse en su barbilla. La daga se clavó en la pared de roca formando un camino de grietas brillantes desde la hoja metálica hasta las piedras azules que conformaban la base de las cadenas. Al instante, los eslabones estallaron en pedazos, liberándole.
El azul de sus ojos, oscurecido por el odio, observó al Demonio sin una pizca de gratitud.

Todo lo que viniera de alguien como Zeref, era sin lugar a dudas, un problema que seguramente habría que solucionar más tarde.

Blue Sky: El comienzo del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora