Capítulo I: El día que conocimos Blue Sky

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A Kiara no debió sorprenderle las excéntricas construcciones ni la nostálgica puesta de sol, pero lo hicieron. El sol se escondía detrás de los edificios; el atardecer era cálido, como los colores que surcaban el cielo previo a la oscuridad. Las aves revoloteaban en conjunto al sentido contrario de las agujas del reloj, prediciendo la noche. Tampoco debió llamarle la atención la exagerada cantidad de luces que acompañaban los letreros ni la cantidad de gente que iba de un lado a otro con sonrisas igual de anchas que las seis avenidas principales. Era cierto que Blue Sky tenía todo el parecido de una ciudad de ensueño. De algún modo, algo en aquella ciudad le producía inquietud. Una inquietud que había usado para camuflar el deja vú que tuvo al observar su caminar sobre el andén de la calle Burned House.

Tyler caminaba a su lado demasiado ensimismado como para dirigirle la palabra. Él era todo lo contrario a Kiara. Un tipo demasiado impulsivo, teniendo en cuenta la cantidad de veces que esa actitud le había jugado en contra. Tyler solía meterse en demasiados problemas, tantos que Kiara ya había perdido la cuenta. En más de una ocasión había terminado en el medio solo para salvarle el pellejo, pero parecía que nunca aprendía la lección. Si había algo que tenían en común, era el carácter fuerte. No era de extrañar que la mayor parte del tiempo estuvieran peleando por la cosa más simple, causando un alboroto innecesario.

Kiara había pasado la mitad de su vida prácticamente sola. No tenía idea de su familia o siquiera si tenía una. Cuando intentaba ver más allá de su pasado, era como si los sucesos estuvieran completamente en blanco, una hoja vacía que nadie había llenado. Su corazón parecía palpitar desbocado cuando veía a los padres junto a sus hijos ir de un lado a otro con las bolsitas del supermercado o incluso cuando veía a los niños revolcarse en el césped al cruzar el Parque Westler camino a la casa de Tyler.

Tyler había sido el único pilar fiable desde que tenía uso de razón. A Kiara no le gustaba demasiado la compañía de la gente, siempre había sido bastante solitaria, perdiéndole el gusto a muchas de las cosas que para los demás eran imprescindibles. Tyler había cambiado eso. Bueno, más o menos. Y aunque la forma en la que se conocieron no había sido del todo convincente, no pasó mucho tiempo hasta que se volvieron grandes amigos. La tranquilidad que Kiara desprendía no era la misma que había tenido tiempo atrás. Lo curioso era que lo había conocido en un club de peleas clandestinas. Tyler utilizaba las peleas para controlar su ira, pues no solo era un tipo impulsivo, sino también irascible que no sabía controlarse por sí mismo; y le confesó poco después, que no peleaba por gusto, que solo lo hacía para no meterse en líos. Kiara, contrario a él, prefería utilizar las peleas solo por diversión, hasta que una de ellas casi le costaba la vida. Ahí era donde entraba Tyler, quien aparentemente estaba en el lugar por casualidad, hiriendo su orgullo al "salvarle la vida".

—¿Me estás escuchando? 

La voz enérgica de Tyler se metió en sus oídos rompiendo la atmósfera de sus pensamientos. No se había percatado hasta escucharlo de que se había detenido en mitad del camino.

—Lo siento. Otra vez estaba intentando viajar al pasado.

—Te decía —volvió a repetir—. Ahora que somos libres, tenemos la oportunidad de disfrutar a lo grande. ¿Quieres ir por un juguito de frutas?

Kiara sabía que la idea de Tyler no era ir a beber jugo de frutas. Que solo lo decía para tomarle el pelo. Lo cierto era que había una pequeña historia detrás de eso. El alcohol no era lo suyo. Nunca lo había sido. Fue por eso que cuando Tyler la llevó en el pasado a un pequeño bar del pueblo en el que vivían, le cuestionó seriamente la decisión diciendo que sencillamente hubiera preferido un jugo de frutas. Kiara tampoco era del tipo que hacía excepciones; cuando decía que no, era no. Pero aunque no fuera habitual, le mostró a Tyler, quien aún esperaba una respuesta, un asentimiento. Se dijo a sí misma que luego de haber huido prácticamente durante días, dejando atrás su aparente ciudad natal acompañada de las malas influencias de su medio amigo, se merecía disfrutar un poco.

Blue Sky: El comienzo del finDonde viven las historias. Descúbrelo ahora