Capítulo 6

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Las semanas siguientes fueron extrañas. O eso pensaba Sesshoumaru. El súbito cambio en el comportamiento de Inuyasha había conseguido llamarle sinceramente la atención. No era por esas escapadas a su tienda para tener sexo, o la forma de imponerse cuando él iba a la tienda donde estaba su harem, era... Esa manera en la que se desenvolvía en el pueblo, como si hubiera estado ahí toda la vida. Ver precisamente a un pakhupra mezclándose con los ircas era... Inimaginable. Por mucho que viniera de otro planeta, lo era. Un sueño, ¿eh? Qué tontería. Lo cierto es que Inuyasha había pasado de ser un desagradable forastero a un confiable pakhupra que daba consejos a los demás; especialmente si se trataba de consejos mecánicos. Ayudaba a las mujeres a manejar con menos peligro el fuego y les daba consejos para no inhalar humo, auxiliaba para que los animales de carga no se cansaran más rápido y aconsejaba respecto a un mejor cuidado.

Mostraba los avances que tenía con las máquinas que había logrado reparar, aunque ninguna se había usado aún. Y, lo más importante a Sesshoumaru; le esperaba tras cada difícil jornada de trabajo, atendiéndole de forma especial, como él decía. Sesshoumaru se dio cuenta ese día. Se había acostumbrado a ver a Inuyasha ir y venir por toda la aldea, de que su gente se riera con sus ocurrencias y que llegaran con una sonrisa a verlo, habiéndole aceptado totalmente. Y todo para... nada... Sesshoumaru se preguntaba en muchas ocasiones qué era lo que podía retenerlo allí, si podía escaparse. Incluso le dejaría ir, si llegara a suplicarselo de nuevo. Había comprendido que estaba destinado a fracasar con la idea de un descenciente, así que simplemente era mejor dejar de buscarlo. Ese pensamiento le dolío. En verdad había muchos que dolían pero precisamente, había llegado a darse cuenta de ese nuevo. Cuando llegó a su tienda aquella noche, se encontró con ese hombre tan sexy entre cojines y pieles de animales, esperándolo. Sesshoumaru se acercó y le acarició el cabello. Había mandado a las mujeres a que retirasen ese tinte negro y volvió a ver ese característico blanco en él.

Sesho:Mejor así.

Inuyasha sonrió y dejó escapar un ronroneo, estirando los brazos para atraparlo por el cuello y besarlo.

Inu:Que lo digas así, no me deja muy convencido. Si te gusta, deberías demostrarmelo, Taicho Sesshoumaru...

Y es que eso se había vuelto Inuyasha: un activo jovencito que se había ganado pronto a la mayoría de los aldeanos pero que parecía no estar seguro de que pasara lo mismo con Sesshoumaru, con quien parecía esforzarse más. Lo buscaba más, le preguntaba su opinión..., lo seducía. Era como si... Inuyasha no estuviese seguro de llamar su atención. ¿Sería por lo ocurrido con el bebé que ese cruel ataque le había arrebatado? ¿Inuyasha sentía que Sesshoumaru no le ponía atención debido a eso?

Sesho:Te ves precioso.

Susurró él, con su voz rasposa. Sesshoumaru chupó el labio inferior de Inuyasha con sensualidad y lo empujó contra al afombra, dejando que su mano recorriera cada rincón de ese caliente cuerpo, deteniéndose allí en su entrepierna y acariciando. El albino gimió ante la caricia y dejó que sus manos recorrieran los músculos a su alcance, hasta localizar el pene de Sesshoumaru, bajo la ropa, que abarcó con una mano y comenzó a acariciar de la base a la punta.

Inu:He deseado esto todo el día. (confesó y levantó las caderas contra la mano del hombre)

Sesho:No parecía, has estado muy ocupado yendo a un lado y otro de la aldea.

Respondió , sin reproche alguno, besando la mejilla y atrapar el lóbulo de su oreja entre los dientes. Su mano apretó esa dureza y se movió a lo largo, llegando a tocar en ocasiones también los testículos.

Inu:Qué... admitas que me observas es intimidante. (jadeó y aceleró los movimientos de su mano, sobre el pene de ese hombre) Estás tan duro... Quiero sentirte pronto.

(Finalizada) No Siempre el Futuro Que Deseas Es El Que ObtienesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora