Capítulo 4

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Danny no había mostrado señales de angustia o penas desde que llegó al castillo en la zona fantasma, ni una sola mueca de tristeza se posó en el inexpresivo rostro del joven fantasma, sus emociones se escondieron a tal punto de no expresarse de una manera visual, escondiendo sus heridas abiertas en lo más profundo de su ser, no queriendo mostrarse vulnerable frente al hombre dueño de la recidencia, y es que, por más que el señor Masters le hubiera obsequiado un gesto de amabilidad al brindarle su casa como refugio, tenía que ser precavido con alguien tan peligroso e indescifrable como lo era este sujeto.

El hombre que lo guiaba por los pasillos parecía ser solo un alma pérdida, no lo suficientemente débil como para no presentar forma física, pero tampoco lo suficiente poderoso para poder gozar de una conciencia propia. El ser esquelético con uniforme de mayordomo se detuvo en una de las puertas abriendola, dejando ver un enorme cuarto de invitados.

_su habitación, señorito Daniel..._ se escuchó casi en susurros entrecortados y voces superpuestas.

El chico se adentró en el cuarto lentamente, observando lo que de ahora en adelante sería su habitación, ignorando al fantasma que todavía llacia estático en el portal de la entrada. La habitación estaba compuesta con una magnífica decoración estimada alrededor del siglo XVII, los tonos ibán del ébano negruzco al rojo vino, la cama era de aproximadamente dos plazas y media, tallada en madera oscura con ligeros bordeados artesanales al igual que el escritorio, el inmenso armario y el resto de los muebles en el cuarto, todo era bastante hermoso, pero lo que más llamaba la atención del lugar, sin duda a que era el enorme ventanal tapado por las abundantes cortinas. Intrigado por el misticismo de lo que se encontraría a la vista, se acercó y abrió de una las dos cortinas, revelando el pequeño balcón que no parecía ser visitado en años.

_Puedes irte..._ le permitió a la otra presencia que ya parecía olvidada.

_con su permiso_ el hombre hizo una pequeña reverencia a pesar de que el joven no lo estuviera viendo, luego desapareció evaposrandose en el aire, no sin antes cerrar la puerta.

Danny se quedó en silencio por un rato, apreciando el inmenso paisaje que parecía sacado de épocas pasadas, un enorme jardín adornando la entrada al castillo, protegiéndolo como un enorme laberinto lleno de trampas y engaños, mientras que todavía más lejos se podía llegar a vislumbrar las copas de los árboles que rodeaban toda la isla conformando un bosque embrujado, de esos llenos de cuentos sobre criaturas misteriosas y aterradoras bestias.

Por sus pensamientos se asomó la idea de sus viejos amigos humanos, pensando que a Sam le gustaría muchísimo el lugar, siendo la extraña chica gótica que es y que Tucker lo odiaría por no tener ni una señal de algún aparato eléctronico cerca de su alcance. Suspiró.

_"tendré que verlos en algún momento"_ se dijo a sí mismo. Asegurándose de recordar las caras alegres de sus amigos.

Naturalmente abandonó las vistas del exterior y se dirigió a la cama, sentándose en el borde justo al lado derecho del mueble, solo para luego tirarse rendido ante las sábanas.

_"tan cómodo"_ pensó.

El chico no había dormido nada bien las dos noches que pasó en la mansión de Wisconsin, sus pesadillas perduraban siempre en sus memorias por ser recuerdos vividos de lo que en verdad le pasó, y ahora le perseguían como un pasado oscuro que provocaba un insano deseo de venganza que no quería dentro de él, lo evitaría y esconderia hasta sepultarlo en una tumba a la cual no volvería para ofrecerle omenaje jamás.

El chico era fuerte, y había llorado suficiente, no se iba a dejar intimidar por esto, después de todo ya conocía a 'los Fenton' desde antes, científicos paranormales cegados por su sed de sangre en las cacerías fantasma, tenía por lo menos la idea de lo que podrían hacerle, después de todo vivía con ellos y estuvo presente en cada operación que le realizaban a cualquier entidad espectral, no le hicieron nada que no le hubieran hecho ya a otro pobre ente desprevenido.

¿Quien Necesita Un Héroe?  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora