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- ¡Dime! ¡Dime! ¡Dimeeeeee! ¡Sugawara- san!... ¡¡S-se supone que eres como el papi luchon de aquí que apoya a sus hijos en sus amores!!

- ¡Bokuto-San basta! Es algo privado, no te puedo dar el nombre de mis clientes. Si querés saberlo ¿por qué no se lo preguntas directamente y ya?..
No me digas papá luchon, búho idiota...

Ese era el problema. Desde que había visto a tal chico tan hermoso es que su curiosidad llegó a tal límite que quería saber todo de él. ¿El problema! Es que no sabía hablar normalmente con la gente nueva que le gustaba de simple y primera impresión. Si ya era torpe llevando tazas en una bandeja , imagínense como llevaba su vida amorosa. Era un total desastre y no entendía nada de ello, además, estaba trabajando en una cafetería llena de parejas formadas. Era como una maldición o algo así.

-... ¿Que haré?

Pero sus pensamientos fueron interrumpidos escuchando aquella serena voz captar sus oídos. Volteando su mirada, observó a aquel joven que vivía en sus pensamientos 24/7 en su mente, sentándose en una de las mesas disponible al lado de un gran ventanal que daba hacia la calle. ¿Por qué tenía un aire tan... Tan... Sofisticado y frágil a la vez? ¿Pero también alguien maduro y serio? Era... Todo lo opuesto a él.

- ¡Bokuto-San! Llegó su media naranja ¿¡no irá a verla!?

- ¡Hinata! Hola... Si, bueno, no lo sé. Yo no sirvo para eso. No creo que me de atención. - ahí estaba Hinata, su pelinaranja favorito. Mejor no decía eso al frente de Kageyama o sentía su intensa mirada tras sus espaldas. Hinata era su rayito de sol que desde que había llegado a trabajar, se habían vuelto buenos amigos y ahora lo estaba animando a hablar con aquel joven que le hacía palpitar el corazón -

- no sé si lo sabes, pero yo también fui un cliente aquí y solamente venía por Kageyama. Antes me daba mucha vergüenza hablarle y si que daba vergüenza ajena...¡Pero pude conquistarlo a pesar de que yo también fui un torpe! Al principio pensé resbalarme y caer en sus brazos, pero no fue necesario. Conquiste a mi gruñon hermoso con solamente una... ¡Sonrisa! Y ser yo mismo. De seguro también puedes tener aquella misma suerte. - Sonriendole al mayor, le dio leves palmadas en su trabajada espalda para animarlo. - anda, te animo desde aquí. ¡Tu puedes!

-... ¡E-esta bien! Si tu lo dices, entonces yo... Iré ¡iré!

Finalmente a un paso lento se dirigió a la mesa de aquel pelinegro y le saludó en silencio con una sonrisa un tanto infantil y de oreja a oreja. Era una sonrisa muy nerviosa. Infló su pecho y soltó un suspiro para que le saliera la voz de una buena vez. Estaba tan nervioso, jamás se había acercado tan cauteloso a alguien.

-... Ho-hola.

- hola... ¿Me tomaras la orden? - pregunto calmado el azabache, con aquellos ojos serenos mirando directamente al peligris -

Bueno, él todavía no pasaba a aquel nivel de ser mesero... ¡Pero lo haría definitivamente!

- sip, seré yo. Pero, pero... Pe-pero... ¿Cuál es tu nombre? - pensó que eso había sido algo directo. Estaba mal ¿o no? Ay no, no quería crear inseguridades ahora que estaba entablando una conversación normal -

- sabía que venias a eso... - sonrió ligeramente y Bokuto pensó que todo su cuerpo y mente se estaba derritiendo como el helado -

- s-si yo...ah...

- Akaashi, dime Akaashi.

- ¿Akaashee?

Akaashi sonrió nuevamente negando algo divertido la pronunciación de su nombre. Jamás se había reído... Tanto, internamente. Pero sonreír... Eso si que era algo nuevo. El mesero era muy... Único, le encantaba eso...

- ¿Bokuto...?

- ¡ah! ¿Como sabes mi nombre? ¿Acaso un espía de una corporación secreta de lo dijo y me estaban vigilando desde la cámara de mi computador? - sus ojos se abrieron como platos algo asustado. Díganle loco pero creía en esas cosas locas -

- ah... No, lo dice en tu placa.

- ¡oh! Ya veo, si, ese soy yo. - soltó aliviado - Soy Bokuto Koutaro, un gusto... ¡Q-que! ¿Q-que quieres ordenar? - al fin pudo indignarse a preguntarle la orden a tal Akaashi y es que aquel nombre siendo pronunciado por él se sentía tan maravillosamente bien. Quería nombrarlo todo el día. Sacando un lápiz y un papel de su delantal, por si acaso si es que se le olvidaba su despistada mente, anotó el pedido del menor, que era un café dulce y unas galletas de chocolate y otras de relleno de mermelada. - ¿a-algo más?

- no...pero...¿Podría pedir que seas el único que me atienda? Eres divertido y agradable. Pensé que eras un poco tonto... Pero, me caes bien.

Y eso fue todo, todo su mundo se desmayó... ¡Y literalmente! Su vista se puso oscura y sintió su cuerpo doler. Tras despertar estaba siendo ventilado por Sugawara y Hinata, sentía sus mejillas arder aún y su mirada chocó con la de Akaashi que estaba algo preocupado. ¿Por qué le dolía la cabeza? Lo único que recordaba era... ¡Ah! ¡Eso era! Se quería desmayar de nuevo.

- ¡ah!...por todos los buhos... ¡Si quiero ser tu mesero! - al fin pudo darle una respuesta a Akaashi. -

Ninguno había captado lo que había dicho, pero solamente Akaashi lo había hecho, donde su preocupación había sido desvanecída, y es que asi le tendió la mano para ayudarlo a levantarse. Se miraron por un corto tiempo algo tímidos y de esta manera es que Bokuto comenzó a ser el que atendiera especialmente a Akaashi. Él le había mencionado que el rubio y el de cara de pescado no le traían buenas vibras como para dejar en sus manos su café... ¿Pero como le diría que él rompía las tazas dando dos pasos?

Tendría que practicar para ser el mejor mesero... ¡Del mundo!... ¡Del mundo de Akaasheeee!

Mientras tanto Hinata y Sugawara veían todo de lejos, pensando que se estaba formando una nueva historia de amor... Otra vez.

GalletasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora