Desayuno Antes De Desayunar

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Buenos Días

Ángel y Sara habían sido buenos amigos desde que se conocieron en el jardín de infancia de su barrio. Ángel era unos meses menor que Sara, y está siempre había hecho el papel de hermana mayor para él, cosa que seguía haciendo en la actualidad, las madres de ambos no quisieron separarlos para que al menos tuvieran un amigo cuando empezaran el colegio, así que apuntaron a ambos al mismo centro e intentaron por todos los medios que estuvieran en la misma clase, cosa que finalmente lograron. La primaria para ambos fue bastante bien, hicieron más amigos y se volvieron bastante conocidos, tanto por su buen comportamiento como por su facilidad para hablar con la gente, se podía casi considerar que eran los reyes del colegio , pero a cada rey le llega una revuelta campesina, y cuando ambos acabaron sus estudios tuvieron que elegir distintos institutos debido a que había pocas plazas, por suerte para ellos, esos institutos estaban en la misma ciudad y quedaban cada vez que podían para contar sucesos que les habían pasado a lo largo de la semana. Cuando Ángel acabó sus estudios decidió entrar a trabajar para poder comprarse cosas que quería, y mientras tanto, Sara había decidido seguir con sus estudios para poder cumplir su sueño de hacerse profesora de lengua y literatura. El tiempo pasó, Ángel y Sara continuaban viéndose y hablando de sus cosas, y cuando un día fueron invitados a una fiesta no se lo pensaron dos veces y decidieron ir, pero pasó algo que poca gente esperaba, Ángel y Sara se habían pasado con la bebida y habían acabado acostándose juntos. Cuando ambos se despertaron y vieron la situación todo el ambiente se volvió tenso de golpe, les costaba hablar, y al final, Sara fue la que habló: “¿Quieres que intentemos salir un tiempo?”, fueron su palabras exactas, y sin dudarlo ni un segundo Ángel aceptó la propuesta, ese fue el inicio de su relación, la cual luego de dos años seguía en pie, gracias al esfuerzo que ponían ambos para que funcionara, si había alguna pelea la solucionaban hablando, y una vez a la semana tenían un día para ellos solos en el que hacían lo que querían, y aquí es donde empieza esta historia, en el piso de Ángel y Sara, una mañana de domingo.

El despertador sonó como cada mañana a las siete de la mañana, Ángel se revolvió debajo de las sabanas, y alargando su brazo logró apagar el maldito despertador, cuando se acomodó de nuevo se percató de que Sara tenía la cabeza  apoyada en su pecho, mirándolo fijamente con sus ojos color crema, con una sonrisa torcida, era demasiado tierna, y más cuando se levantaba, su pelo castaño estaba enredado y caía sobre su espalda como el manto de una novia, sus pequeños manos estaban puestas en el abdomen de Ángel, acariciándolo con suavidad mientras este se quedaba quieta, cerrando los ojos y disfrutando del tacto de su novia.

-Buenos días cielo- dijo Ángel acariciando la cabeza de Sara.
Sara no contestó, con lentitud deslizó su mano derecha hacia abajo, colocándola sobre el bulto que había en sus calzoncillos, Ángel soltó un suspiro al notar la calidez de su mano rozando su piel por encima de la tela de la ropa, era la primera vez que Sara se levantaba con ganas de jugar, pero no le desagradaba para nada.

-Estas juguetona esta mañana- dijo Ángel sonriendo.
-No vas a ser tú siempre el que lleve la iniciativa- contestó Sara con voz decidida deslizando su cabeza hacia abajo.
-Se que te gusta que lleve la iniciativa-
-Cállate, esta vez ser yo te guste o no-

Ángel guardó silencio y colocó sus manos tras su cabeza, usándolas como almohada. Sara colocó su cabeza en la entrepierna de Ángel y dio una pequeña lamida al miembro de este a través de la tela de su bóxer. Con un movimiento rápido Sara envolvió el miembro de Ángel con su mano y comenzó a moverla lentamente arriba y abajo.

-Oye, sé que estás entusiasmada, pero, ¿podría quitarme los calzoncillos?, no quiero que se manchen- dijo Ángel.

Pero Sara hizo oídos sordos y prosiguió su movimiento de mano mientras miraba de forma coqueta a Ángel, no iba a dejar que se corriera tan rápido, tenía otros planes para él. Los minutos pasaron, y Ángel cada vez estaba más cerca de correrse, pero cuando estuvo a punto de hacerlo Sara paró de golpe y se separó un poco, no quería que su pequeño juego acabara tan pronto. Con rapidez Sara se quitó su sujetador y lo tiró detrás suya sin importar donde caía, y con un gesto provocativo llevó sus manos a sus pechos y los apretó suavemente, Ángel soltó un pequeño suspiro ante tal escena y alargó su mano, tocando el pecho derecho de esta, esbozando una ligera sonrisa. Pero cuando Sara le dio una bofetada en la mano se quedó callado.

-No vas a tocarme, esta vez llevaré yo el ritmo, y tú te dejaras, ¿entendido?- preguntó Sara con una sonrisa seductora.

Ángel esbozó una sonrisa, la idea de que Sara manejara todo le gustaba, y con un leve asentimiento aceptó la propuesta.

Con rapidez Sara se colocó encima de Ángel, colocando su entrepierna pegada al miembro de este, aun cubierto con la tela. Ángel soltó un pequeño jadeo e hizo un amago de intentar agarrar las caderas de Sara, pero esta rápidamente lo detuvo y colocó sus manos a ambos lados de su cabeza, mirándolo con seriedad.

-No te muevas- ordenó Sara bajándole los calzoncillos a Ángel, dejando a la vista su miembro, duro, y cuando un poco de pre en la punta.
Sara apartó hacia un lado sus bragas dejando ver su excitación, y con suavidad empezó a frotar su intimidad con el miembro de Ángel, ambos comenzaron a soltar pequeños jadeos, Ángel tenía que hacer un esfuerzo mayor para no agarrar a Sara y poseerla allí mismo, pero no quería molestar a Sara, así que debía resistir las ganas. Luego de unos segundos de frote, Sara alzó sus caderas y de un solo movimiento clavo todo el miembro de Ángel dentro de su intimidad, ambos soltaron un fuerte gemido y Ángel sintió como casi llegaba a correrse, si no fueras a ser porque por su cabeza paso el pensamiento de que si lo hubiera metido en una mala posición habría acabado en el hospital.

-Mírate, estás rojo, ¿te gusta que tu novia esté encima tuya?- preguntó Sara comenzando a mover sus caderas con lentitud, de arriba a abajo, penetrándose con el miembro duro de su novio.

Ángel no pudo contestar, y sin poder evitarlo llevó sus manos a los pechos de Sara, agarrándolos suavemente, pero esta vez Sara no le quitó las manos, dejó que la tocara, aunque solo fuera para poder concentrarse mejor en ella. Las manos de Ángel se comenzaron a mover sobre estos, apretándolas suavemente mientras Sara continuaba cabalgando su miembro, sin poder resistirse, Ángel pellizco los pezones de Sara y esta soltó un fuerte gemido mientras apretaba sus muslos. Ángel notaba como su novia acababa de correrse sobre él, pero a él aún le quedaba un poco para llegar al clímax.

-Mierda…- susurró Sara.

Con rapidez, Ángel se sentó y agarró a Sara pegándola contra él, y sin dejarla recuperarse empezó a penetrarla con fuerza mientras emitía alaridos y gruñidos de placer en su cuello, Sara estaba muy sensible y solo podía gemir con fuerza mientras que con sus manos rodeaba el cuello de Ángel, abrazándolo con fuerza mientras arañaba su espalda sin poder evitarlo, fue entonces cuando Ángel decidió cambiar los roles y volver a ser él el que llevara la iniciativa.

-Ahora soy yo el que lleva el control zorra- dijo Ángel dándole una fuerte embestida hasta el fondo, lo cual hizo que Sara soltara un grito de placer.

Las embestidas continuaron, las manos de Ángel estaban sujetando a Sara contra él para que no se separará, sus caderas marcaban un ritmo hipnótico, el olor a sudor llenaba la habitación. Conforme pasaba el tiempo Ángel notaba como estaba más cerca de alcanzar el éxtasis, y dando unas últimas embestidas se corrió dentro de Sara soltando un fuerte gemido, y Sara, que estaba más sensible que antes, volvió a correrse, los cuerpos de ambos se tensaron y se quedaron pegados, Sara podía sentir como el semen de Ángel la llenaba hasta lo más profundo de su ser. Cuando ambos recobraron el aliento se volvieron a tumbar en la cama, Ángel debajo de Sara con su miembro semi-duro dentro de ella. Había sido un buen desayuno.

-¿Te apetece dormir un poco más, amor?- preguntó Ángel, cansado.
-Sí, no tengo fuerzas para levantarme- contestó Sara cerrando los ojos.

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