capítulo 7

621 62 1
                                    

[Emilio] 

—Joaquín Bondoni ¡Estas completamente loco! — le grité al momento de ver lo que había comprado para mí. Sin duda hubiera sido mejor dejarlo comprarse ese short.

—Emilio solo úsala una vez.—sonrió— Después la puedes dejar refundida en el armario... Pero úsala una sola vez—se acercó a mí con la asquerosa camisa color rosa. 

—Jamás— contesté haciéndome hacia atrás como si la camisa fuera a pegarme la mismísima rabia.

—El color rosa no te hace menos hombre—intentaba manipularme. Carcajeé. 

—Claro que no. Eso lo sé de sobra—rodé los ojo —Solamente que no te pase por la mente que yo algún día usaré eso.

—¿Yo si tengo que cambiar mi forma de vestir por ti y tú no eres capaz de ponerte una estúpida camisa para mí?— ¿Por qué tenía que hacer tanto drama? —Ten—me lanzó la camisa—Quémala si quieres, me da lo mismo— subió las escaleras corriendo, hasta que lo perdí de vista, a los segundos se escuchó un portazo.

—Entiendo que es tu casa, pero tan siquiera respétame y toca la puerta— dijo sin siquiera abrir los ojos.

—Lo siento, creí que si lo hacía no me abrirías—Me puse de rodillas en la cama para acercarme a él, quien ni un centímetro se movió. —¿bebé? — susurré en su oído y no me respondió — ¿Estas molesto?

—No, Emilio, ¡Mírame! ¡Saltando de la felicidad! — dijo sarcástico.

—Eres un caprichoso—Mordí suavemente su hombro. 

—Y tú un orgulloso que detesta el color rosa ¿No que sólo detestabas el morado?— reí por lo bajo en su oído. Lo estruje contra mi cuerpo, me parecía tan delicado, tan frágil.

—No me gusta que peleemos siempre—se giró sobre sí mismo y rápido ocultó su rostro en mi pecho.

—A mi sí —confesé y sacó su rostro y me miró sorprendido—Ya te lo había dicho antes, me encantan nuestras reconciliaciones—capturé sus labios tan suavemente y sentí como se creaba una sonrisa en sus labios. Sus manos subieron rápidamente a mi cuello pasando por mi abdomen, pecho y clavícula.

Al contrario las mías subieron a su cuello pero después se deslizaron hasta su cadera, donde comencé a jugar con el borde de su camiseta. Introducía mis dedos y acariciaba suavemente su piel. Me fascinaba sentirlo estremecer entre mis brazos.

Introduje mi lengua en su boca tornando el beso más intenso, a la par subí su camiseta lo que me permitía acariciar su espalda y abdomen con libertad.

Él se separó de mis labios para hacer lo mismo con mi playera, solo que me hizo levantar los brazos para sacarla por completo. No me negué ya que aproveché y saqué la suya también.

—Ignóralo—susurré sobre sus labios cuando escuché el teléfono sonar.

—Emilio... —reprochó —Puede ser tu tía o tus hermanos—me quejé con un sonido que hice con la garganta—Responde— jadeaba. No quería que me detuviera pero podría ser algo importante.

—Diga— Contesté de mala gana. Escuché la risa de Joaco. 

—Que forma de responder...—Lucile estaba del otro lado de la línea. 

—¿Qué se te ofrece?—mi forma de hablar era la misma. No pudo haber sido más inoportuna su llamada.

—Pedirte que si tú podías venir por tus hermanos, así se quedan a cenar.

—No lo sé —sentí la mano de Joaco vagar por mi espalda -T-Todos tenemos que levantarnos temprano mañana— tartamudeé tratando de controlarme. ¿Acaso él no sabía lo que provocaba con sus caricias? 

Me, myself and him Donde viven las historias. Descúbrelo ahora