Capítulo 22

587 62 9
                                    

[Emilio] 

Llegamos a casa -la cual estaba hecha un lio- Dejamos los tres las mochilas en el living, ya que después de esta mañana ahí tenían que estar las tres. 

—¿Ya llegó Joaquín?— preguntó Brandom. Suspiré. 

—No, Brandom— Jazzy de inmediato volteó a verme. —Vengan, tengo que hablar con ustedes — caminé hacia la cocina y los hice sentarse en los bancos. Me recargué en la barra viéndolos a los dos de frente. —Tengo que explicarles algo...—Miré hacia abajo— pero el problema es que no sé cómo— susurré y tomé mi cabello con desesperación —Bien, miren...— extendí mis manos —Algunas veces los grandes... tienen problemas y...— ¡Mierda! ¡Cómo rayos explícaselos a dos niños! —Joaquín y yo tuvimos una discusión y decidimos terminar, no ser más novios, no seguir juntos— traté de encontrar sinónimos para que me entendieran. 

—¿Entonces Joaquín no volverá?— Los ojos de Jazzy se cristalizaron. 

—No Jazzy, él no volverá. 

—¿Por qué? ¿No puedes pedirle disculpas?— habló Brandom. 

—No es tan simple— negué con la cabeza. 

—¡Sí! ¡Hazle un dibujo!— sonrió Jazzy —Cuando me enojé con Abby ella me hizo un dibujo y volvimos a ser amigas— 

—Jazzy...— reí —No es así de simple, miren, así son las cosas. Cuando estén más grandes me entenderán. 

—¿O un regalo? — dijo Brandom prácticamente ignorando lo que les decía. 

—¡Unas Botas! — Gritó Jazzy. 

—¡Unas flores! 

—¡Sí! ¡Como en las películas! — Jazzy brincó del banco y corrió hacia mí — ¡Vamos! 

—No, Jazzy ¿A dónde? 

—A buscar algo para Joaquín... 

—Sí, no puedes decir que no—Brandom tomó mí otro brazo. Si podía decir que no, pero no estaba seguro de querer hacerlo. Tal vez Joaquín estaba en lo incorrecto y si era nuestro destino estar juntos. 

—Deténganse—les dije poniéndolos frente a mí ya que seguían tirando de mis brazos inútilmente. —Lo voy a intentar, seguiré sus consejos... —rodé los ojos— Pero si no funciona no quiero que se hable más del tema ¿Está claro? 

—¡Sí! —Acordaron ambos. 


[Joaquín] 

Finalmente llegué al hotel, me dolían los pies de tanto caminar. El estúpido de Emilio lo único que había logrado era hacerme enojar aún más. 

"¿Por qué? ¿Por qué siempre hay alguien o algo entre nosotros?" 

-Emilio ¡Que no te das cuenta que eres tú! ¡Tú!- 

Arrojé con fuerza mi mochila al piso. Traté de tranquilizarme, de nada servía enloquecer. Ahora ambos habíamos tomado caminos diferentes y debía entenderlo. Si él no tenía la confianza en mí sobre Nick ¿Por qué yo le tendría confianza acerca del 'accidente' del baño el cual nunca se dignó a aclarar. 

Tomé un cambio de ropa, short y playera. Para después entrar al baño dispuesto a tomar una larga ducha. Después de secar mi cabello, me acosté y en segundos me quedé profundamente dormido. 


A la mañana siguiente, bajé al restaurante del hotel, tenía que comer o ahora si me desmayaría y lo que menos quería era que mi madre se enterara de mi problema con Emilio, ya que me lanzaría un 'Te lo dije' en la cara. Ordené un sándwich, un jugo y me senté en una de las mesas. Tardaron cinco minutos solamente, comí en quince y en otros cinco ya estaba en un taxi directo al campus. 

¡Mierda! Lo necesitaba junto a mi, me había acostumbrado demasiado a Emilio, a caminar bajo su brazo haciéndome sentir más seguro. Pero ya ni llorar servía. Lo nuestro había terminado y no tenía solución. 

Di la vuelta al pasillo para ir hacia mi casillero y simplemente no creía lo que veía. ¿Espejismos? ¿Mi imaginación? ¿Producto de la mala alimentación? 

Seguí caminando pero me detuve unos cuantos metros antes. Emilio volteó, me vió y se puso de pie dejando ver mejor la camisa rosa que le había regalado. Todos los que pasaban volteaban, no sé si por la camisa que vestía o por el enorme oso morado de peluche  y las flores que tenía a un lado. Por mi parte una sonrisa quería escaparse, pero no, no debía ser tan sencillo. 

—Hola —dijo despeinando su cabello. Solo levanté un poco mi cabeza como saludando y me acerqué unos cuantos pasos más. —Creo que esto habla por mí— miró su camisa y luego las cosas que tenía a su lado. —Joaquín no te quiero perder y menos por un mal entendido. Sé que yo estuve mal en desconfiar. Está claro que tú no actuarías así. Sé cómo eres. — tomó las flores y las extendió hacia mí. — ¿Empezamos de nuevo? 

—Hola, soy Joaquín Bondoni —reí y tomé las flores — ¿Y tú? 

—Te amo, Joaquín — me tomó entre sus brazos y gustoso me dejé envolver. 

—Te amo más, Emilio— Lo abrazé super fuerte, no quería dejarlo nunca más.

—Linda camisa, Emilio. — Me soltó para voltearse. 

—Ni una palabra más Diego— amenazó y Diego carcajeó.—Ya, sigue con ella—Señaló a la novia de mi amigo— no me hagas lastimarte. — Siguió caminando con Caitlin por el pasillo. 

—Serán buenos amigos— dije confiado. 

—No si lo estrangulo antes. 

—Eso ya sucedió antes ¿no?— reí y lo empujé —Prohibido hacerle heridas o moretones— carcajeó. 

—¿Fracturas? — Levanté una de mis cejas y él rió —Es broma.— tomó mi barbilla para acercarme a sus labios. —¿Sabes? Yo no creo que a él lo dejen entrar a clases— volteó a ver el enorme peluche. 

—No creo que pase nada si faltamos hoy...— pasé mis brazos por su cuello —Además tenemos mucho de qué hablar... 

Fin

Me, myself and him Donde viven las historias. Descúbrelo ahora