Capítulo 20

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Limpié con enojo las lágrimas que se escaparon. No iba a llorar más. ¡Ahora resulta que él se hace el enojado! Si a él ya no le interesaba más estar conmigo solo tenía que decirlo, ¡No hacerme eso! 

Entré tratando de controlar mi enojo y sin decir media palabra subí las escaleras hacia mi próximamente ex habitación. Esto no estaba entre mis planes pero después de ese recibimiento, entendí que era lo mejor. 

Me cambié rápidamente, unos jeans desgastados, una sencilla playera y una no muy gruesa sudadera. De la parte superior del closet tomé la maleta más grande que tenía, la misma que había usado cuando salí de casa de mi madre -¿Qué lo único que sabes hacer es huir?- un rotundo 'Sí' fue la respuesta que le di a mi voz interior. Comencé a meter la mayor cantidad de ropa. Solo la traída por mí y la comprada con mi dinero. Todo lo que había pagado Emilio ni loco lo llevaría. Patético... talvez. Pero tenía que proteger mi dignidad. 

No quería irme, no quería alejarme de él y tampoco de Jazzy y Brandom, ¡Mi familia! Bajé los escalones silenciosamente, si él no me hablaba yo no le hablaría. Yo toqué la puerta dispuesto a escuchar sus motivos, sus razones. Pero si él no tenía el mínimo interés de hacerlo yo no soy nadie para obligarlo a hacerlo. 

Me detuve en el living viendo hacia la sala, solo alcanzaba ver a Emilio cambiando el canal del televisor y ambos niños dormían en un sillón. Me estremecí y las ganas de llorar volvieron. 

Acomodé la enorme maleta en mi hombro y caminé hacia la salida, apenas atravesé el umbral de la puerta, un frío que no estaba al momento de bajar del auto de Nick me abrazó por completo. Me cubrí lo más que pude con la sudadera. Cerré la puerta detrás de mí. Dejando todo lo que tenía atrás.  

—Es admirable tu interés en esto— esa voz fría me hizo detenerme a solo unos cuantos metros de la puerta. 

—No tanto como el tuyo —dije sin siquiera voltear a verlo. ¿Cómo podía decir eso después de ignorarme?— ¿Qué esperas? ¿Qué te ruegue por una explicación? —carcajeé hipócritamente—Mejor espera sentado, Emilio.  

—No que ruegues por una explicación, pero al menos que me permitieras dártela antes de irte con Nick. 

—¿Y que querías Emilio? —me di la media vuelta y dejé caer la maleta —Que te dijera 'No te preocupes, vístete y te espero aquí afuera para que me expliques ¡Porque tienes a la estúpida de Maia desnuda encima!'—la oración terminó en un grito de rabia.  

—¡No! ¿Pero esta es tu manera de arreglarlo? ¿Irte? 

—¿Pero qué tienes en la cabeza, Emilio? —dije con frustración— ¿Ahora yo soy el culpable? ¿Ahora yo tengo que arreglar todo? —Pregunté indignado —Yo no fui el que cometió el 'error'— hice comillas con los dedos. 

—¿E irte con Nick no fue un error?— levantó una ceja —Oh si lo olvidaba... 

—¿Qué?— pregunté sin entender 

—Es bien conocido que tienes antecedentes de usar a las personas...— bien, exploté.  

—¿Qué estas queriendo decir?— me aproximé a él — ¿Qué me fui con Nick por venganza? 

—Tú lo has dicho— mis ojos se cristalizaron pero de inmediato me controlé. 

—¿Sabes? Hubiera sido tan fácil hacerlo... pagarte con la misma moneda y acostarme con Nick— su rostro se tensó. —Pero no lo hice... aunque no lo creas. — mis lágrimas cayeron —No sabes cuánto me hiere que pienses así sobre mi, Emilio— limpié con brusquedad las rebeldes lagrimas —Pero qué bueno que lo dices, ahora me doy cuenta de lo poco que confiabas en mi... pero que lástima que yo tenía tanta confianza en ti y ahora me doy cuenta de que fui un estúpido. 

—Ambos lo somos... Talvez esto nunca debió suceder— miró hacia abajo y yo caminé hacia atrás, tratando de ocultar mis gestos de dolor, debido a las fuertes punzadas en mi pecho. 

—Y hasta ahora lo dices— tomé mi maleta —'Nunca te dejaré solo'— lo cité. —Tal vez nunca debiste haber dicho eso— sentía el aire helado acariciar mis mejillas empapadas.  

—Supongo. — Él se limitó a meter sus manos en los bolsillos de sus jeans y mirarme con dureza. 

Me giré sobre mis talones respirando profundamente antes de salir para siempre de la vida de Emilio. 


[Emilio]

—¡Corran, corran, corran!— grité mientras bajaba corriendo las escaleras acomodándome la chaqueta.

—¡Pero aún no estoy lista! — Me giré para ver a Jazzy quien traía un cepillo para el cabello en las manos — ¿Me haces una coleta como las que me hace Joaquín? — ellos aún no estaban enterados. Solo creían que Joaquín estaba en casa de su madre.

—¡Emilio, tengo hambre! — escuché a Brandom desde la cocina.

—Dame el cepillo— le dije a Jazzy y me lo entregó —Ahora ven— le dije mientras caminaba hacia la cocina —Saca leche y cereal, no hay tiempo para otra cosa— senté a Jazzy en uno de los bancos de la barra, intenté cepillar su cabello y hacer una coleta — ¡Listo! 

—Emilio, no hay leche— maldije por dentro.

—Entonces jugo. 

—No comeré cereal con jugo ¡Ew! — se quejó Jazzy. 

—Yo tampoco.—Brandom concordó con su hermana.

—¡No iré a comprar leche ahora! ¿Está claro? — Dije con desespero —Coman cereal y punto.

—Ya quiero que llegue Joaquín.— susurró Jazzy mientras comía el cereal sin ganas. Brandom concordó con ella y asintió con la cabeza. Tendría que hablar con ellos esta tarde.

—¿Ya? —pregunté pero más bien fue una orden. Ambos se pusieron de pie, Jazzy corrió por las escaleras para buscar su mochila. Caminé a la puerta con las llaves en la mano.

—¡Es horrible! — gritó Jazzy .

—¿Qué es horrible? — Pregunté volteando a verla.

—¡Mi peinado! — Gritó una vez más antes de ponerse a llorar.

—¡No encuentro mi mochila! — ahora Brandom gritaba desde arriba.

¡Esto no podía estar pasando! Habíamos vivido más de dos años solos, sin la ayuda de nadie y ahora al irse Joaquín todo parecía desequilibrarse y ya estaba al borde de la locura. 

—¡Brandom en la sala! Yo que sé ¡Búscala! — me agaché para quedar a la altura de mi hermana. —No es horrible, siempre luces hermosa. —le sonreí tratando de tener toda la paciencia del mundo.

—Llama a Joaquín — dijo entre llanto . 

—No Jazzy. 

—No quiero salir así— su llanto aumentó al igual que mi desesperación y enojo. 

—Mira... haremos esto. Llegamos rápido con Al y ella te peinara ¿Sí? — sorbió por la nariz y limpió sus lágrimas con la manga de su suéter.

—¿Y por qué no Joaquín?

—¡Porque no! — grité ya cansado de que lo mencionara, Jazzy se asustó ante mi fuerte tono de voz y una vez más se volvió un mar de lágrimas.

—¡La encontré! — finalmente llegó Brandom con su mochila.

—¡Al auto ahora! 

Me, myself and him Donde viven las historias. Descúbrelo ahora