Capítulo 15

425 51 3
                                    

[Emilio]

—No tardes— pasó sus brazos por mi cuello atrayéndome hacia él.

—No tardaré. — le confirmé uniendo nuestros labios.

—Son unos dramáticos. — interrumpió Diego. Caitlin rió. —Irá al baño por menos de dos minutos y se despiden como si no fueran a verse por días.

—No te metas— riendo lo golpeó una vez mas Joaquín.

—Déjalos, entrometido— dijo Caitlin antes de llevárselo seguramente a la pista de baile improvisada. La cual ahora teníamos enfrente. Por más que me había negado Joaquín me había hecho entrar a la casa.

Atrapé su labio inferior suavemente, mientras que él hacía lo mismo con mi superior. Rosaba mi lengua con sus labios pidiéndole la autorización aunque claramente no la necesitaba. Entre abrió los labios permitiéndome que ambos miembros bucales se declararan una guerra. 

—Te acompaño— susurró entre besos. 

—No —reí— Aquí no —bufó con fastidio y volvió a cortar la distancia entre nosotros. —Vamos a casa— tres horas ahí ya había sido más que suficiente. Di que sí, di que sí. Mordió su labio inferior y me miró risueño.

—Me despediré de Diego y te espero en el auto. — una vez más besó mis labios antes de perderse entre la multitud.

Subí "corriendo" las escaleras, corriendo entre comillas ya que era difícil subirlas con tanta gente en ellas. Caminaba tratando de recordar las indicaciones de Diego para llegar al baño hasta que finalmente lo encontré, miré hacia la ventanilla de arriba de la puerta y el foco estaba apagado. Entré. 

Terminé de lavar mis manos y me di la media vuelta para secarme y justo cuando tomé la toalla blanca, la luz se apagó. 

—Mierda— dije en un susurro al creer que la luz se había ido. Pero no era así ya que la música seguía sonando fuertemente, al igual que las risas y gritos de los presentes.

Di dos pasos tratando de acercarme a la puerta o tan siquiera al lavabo y así poder llegar a la puerta. Ya que era una oscuridad total. A lo mucho entraba poca luz por la ventana de arriba pero aún así no lograba ver nada.

Toqué la perilla de la puerta, pero un par de manos se posaron en mi abdomen. Estas subieron y bajaron lentamente, cosa que hizo que me relajara.

—Dijiste que me esperarías en el auto— no hubo respuesta por su parte más que un par de besos en mi cuello. Decidí seguirle un poco el juego. 

Comenzó a empujarme lentamente hasta que choqué con el retrete, donde me hizo sentarme. Esperaba que se acercara, era tan molesto no poder verlo. Estaba por pararme cuando el sonido de un zíper me hizo quedarme pegado al 'asiento'. Sentí sus manos en mis hombros y seguido se sentó en mis piernas. Me integré al juego, quería tomar su cintura pero no me dejaba, agarró mis muñecas inmovilizándome. Aún así hundí mi rostro en su cuello. — ¿Cambiaste de perfume?— pregunté antes de hincar mis dientes sobre su piel. 

Se levantó de mis piernas y sentí como se inclinaba hacia mi, sentía sus besos sobre mis mejillas, frente, labios. Traté de alcanzarlo para poder besarlo pero bajó por mi mandíbula hasta mi cuello. El contacto de su lengua con mi piel me hacía erizarme por completo. Dejó mis manos libres un momento para sacar mi playera, así que decidí ayudarlo alzando mis brazos. Cuando logró sacarla, tomó mis muñecas de nuevo evitando que pudiera tocarlo, mientras seguía jugando conmigo, provocándome, besaba la comisura de mis labios y justo cuando intentaba besarlo se corría.

Finalmente, con un poco de fuerza liberé mis manos y lo tomé del cuello, lo atraje hacia mi haciendo que volviera a sentarse sobre mi y uniendo salvajemente nuestros labios.

Rápidamente me separé de él al sentir el sabor del alcohol... ¿Alcohol? Puse mis manos en su cintura, pudiendo tocarlo por primera vez. ¡Joder, Emilio! ¡Hasta ahora te das cuenta!- Su sabor, su olor, sus besos, su peso... ¡Todo era diferente! Mierda, no era Joaquín. Ni siquiera se trataba de un chico. ¡Soy el mayor imbécil del mundo!

Me, myself and him Donde viven las historias. Descúbrelo ahora