Ch12: Lo que nadie quiere oír...

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I

Lincoln tenía esa sensación de que algo no estaba bien en ellas, las notaba cabizbajas o mirando a otro lado como si no quisieran escuchar lo que diría Lily respecto a la anterior noche.

—¿Fue algo muy malo? Chicas... créanme si les digo que quizás sea algo exagerad... —la menor de todas lo interrumpió.

—No lo es, Linc... no es algo que sea subido de tono... fue la verdad —no podía dejar de sentirse mal.

El chico no sabía si mirarlas o estar cabizbajo o mirar a otro lado. Las chicas se sentían incómodas, pero se necesitaba que se sincerasen.

—Vamos al grano —Lily sentía que si no avanzaba, iba a seguir con los rodeos.

II

La noche anterior

Lincoln descendió de su coche con mucha embriaguez, estaba muy frustrado por el encuentro con su mejor amiga, aún la consideraba así, que no fue lo mejor del día y más cuando ella le recordaba algo que él quisiera olvidar perfectamente.

Se tropezó con los botes de basura y se incorporó como pudo, necesitaba llegar a la puerta de su casa para abrirla como podía.

Sus hermanas escucharon el ruido de los botes siendo golpeados, pero necesitaban no dar indicios de que no hubiera nadie.

La puerta empezaba a ser abierta, pero con una lentitud poco esperada y cuando encendieron las luces todas dieron la sorpresa.

—¡Feliz cumpleaños, Linky! —gritaron todas con emoción.

Ninguna pensó que Lincoln entraría solo para golpearse con una pared y luego incorporarse de manera torpe. Lana se dio cuenta en cuestión de segundos de que su hermano estaba ebrio, su olfato era un poco más sensible de lo normal.

—¡Ayúdenlo, está muy ebrio! —lo dijo con una voz de mando.

Lori fue la primera en tratar de detener sus desatinos de ebrio porque empezó a desordenar muchas cosas de la sala de estar. Luego le siguieron Lynn y Luna.

—¡Suéltenme! —lo dijo con un enojo sin dirección alguna.

—Apestoso, estás demasiado ebrio como para decirnos algo —ella fue muy seria al hablarle.

—No te va a entender, sis —lo decía mientras trataba de calmar al ebrio.

—Linc, literalmente debes quedarte quieto —forcejeaba para que no se escape del agarre de las tres.

Lincoln había llegado muy frustrado como para dejar que unas personas le dijeran que debía hacer y que no. Eso dio paso a que desfogara todo lo que tenía guardado dentro.

—Mi vida... no está en buen... buen... buen rum-bo... —se soltó con una furia poco vista— y tengo que soportar que me digan qué hacer... ¡¿es justo?! —comenzó a arrancar las cintas de color naranja por querer apoyarse en la pared.

—¡Lincoln! ¡Soy Lori, tu hermana! —lo tomó por los hombros— ¿Me entiendes? ¡Estás con tus hermanas!

—¿Lori? ¿Hermanas? ... No conozco a ni una Lori y hermanas... solo conozco a la que se parece a Carol Pingrey, la rubia lenta, la que se cree músico... la que no da risa... la bravucona... la pálida... Lola azul, Lola rosa... la sabelotodo y la que todos olvidan... ¡Espera! ¿pálida es un nombre? —su tono de voz ebrio era único.

Ansiedad de mi corazón...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora