La misma luna

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Tu no tenías la culpa, yo solo te encontré en el camino sin pedirte permiso, no hay mucha diferencia, no es tanta la anacrónica distancia entre nuestros lapsos, entre nuestras manos, no es culpa de nadie que yo me presentara como guijarro y te hiciera detenerte solo para un intento fallido de hacerte tropezar conmigo

Nadie tiene la culpa, tu eres apenas unas cuantas decepciones más joven que yo, yo soy un viejo atrapado en el corazón de un niño que se enamora de las cosas que no salía tan caro soñar o que no estaban tan arraigadas al cielo

Yo soy un árbol ya viejo, espero que lo entiendas, no sé si pino o roble, o solo una rama que ya cayó al suelo, ya los pájaros no se disputan anidar en mi cabeza, tu eres fruta fresca para cualquier ser viviente, un panal completo, la flor de la vainilla y del cerezo, un beso con el picante de la canela

Y se me vuelve el alma un papel arrugado y el diccionario entero un conato de expresiones insuficientes para el tacto que tienen mis ojos al chocar contigo, cuando te miro de lejos y las pupilas y el gusto y el tacto y el aire y los latidos se ponen celosos por que los hago sentir que los necesito menos que ti, mucho menos que a tu presencia

Es más fácil pensar en que los veranos y las primaveras, tal vez pueden incluirse también los otoños, son más tristes, fríos e insípidos si tú haces falta, que una década eterna de inviernos donde mis aceras te atestiguan a la ida y vuelta de donde sea que estés adornando el mundo

Todo está bien, no hay testigos, ni culpables, solo un corazón victima que se aficiono a ti, una fisura nueva a causa de un contrato no mutuo de extrañarse a distancia donde solo alivia el pequeño consuelo del saber qué, aunque no estemos en el mismo sitio bajo las mismas circunstancias, los dos cruzamos miradas observando la misma luna...

Poemas escritos por la noche y el vinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora