𝙝𝙚𝙖𝙩𝙝𝙚𝙧 ⋆ 𝘮𝘪𝘯𝘴𝘶𝘯𝘨 ,,

VII

No puedo perderte

Tan solo bastaron unos 30 segundos para que Minho empezara a correr en busca de Jisung, no podía perderlo tan fácilmente, ni lo había intentado.

Empezó a correr dejando su gorro de graduación en el suelo por lo rápido que se movió al empezar a correr.

Me aterra que te vayas.

No sabía a donde iba Jisung, derecha, izquierda o al frente. Decidió ir por la derecha, algo le decía que era lo correcto.

No quiero separarme de ti.

Ahí lo vio, caminando en la calle paralela a donde el estaba, con sus audífonos puestos, mirando el suelo, parecía que lloraba, pero de igual manera tenía una tenue sonrisa dibujada en el rostro.

—¡Jisung!

Aunque gritó, su menor no parecía haberlo escuchado, estaba por cruzar la calle, pero los autos empezaron a avanzar impidiéndole cruzar.

Si te vas, ¿En qué se convertirán esas canciones que nos dedicamos?

Cuando encontró un espacio entre autos lo aprovechó para correr rápidamente casi haciéndose atropellar por un taxi en cual bocineó dos veces riñéndole por ese acto tan irresponsable y peligroso.

—¡Lo siento!

Ni miró al conductor mientras seguía corriendo.

Llegó a la acera, pero no vio a Jisung, nuevamente tenía que decidir si seguir derecho o a la izquierda.

Eligió izquierda.

Y es que nadie lo iba a amar como
Jisung lo hacía, nadie mas que Jisung le importaba en ese momento.

Eres la única persona que no puedo perder.

Entonces creía estar perdido, se desesperó sin saber a dónde ir, a donde Jisung había ido.

Todo su mundo daba vueltas, mareado miró al cielo y un pequeño copo de nieve cayó en su frente, ahí es cuando decidió mirar al frente.

Y ahí estaba Jisung, a unos dos metros, caminando lentamente en su dirección opuesta.

—Quédate

Minho agarró su mano, Jisung confundido por el toque miró hacia atrás encontrándose con la persona que menos y más quería ver en ese momento.

—Minho...

Se quitó los audífonos, confundido por todo.

—No puedes simplemente irte... no puedes dejarme morir sin ti

Tomó la mano de Jisung con tal cariño que le impedía al contrario alejarse.

—Así lo decidí, Minho

—¿Yo no puedo opinar? yo... te quiero a mi lado

—Ya dijiste eso muchas veces... yo me sé todos tus gustos, tus disgustos, tus defectos tan perfectos a mis ojos... pero... ¿Me conoces? ¿Sabes lo que quiero? ¿Lo que me gusta?