Capítulo 7: Escape

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Estaba en la escuela, era hora del recreo. Ryan estaba comiendo un sándwich a mi lado, mientras yo comía unas papitas.

—Oye...—Mencionó.

—¿Qué? —Le respondí.

—¿Y si vamos a la Thomas? —Dijo refieriéndose a la secundaria Thomas Alva Edison.

Como no tenía mucho qué hacer, decidí ir con él.

—Bien. —Acepté.

Escapamos de la escuela a través de un agujero en una pared de la cancha de fútbol.

Una vez fuera, nos colocamos las mochilas en la espalda y decidimos emprender la caminata de alrededor de dos kilómetros.

Cuando llegamos a la escuela eran alrededor de las 9:40 de la mañana, por lo tanto ya deberían estar en horario de receso. Comenzamos a buscar entre los ventanales de la antigua construcción para ver si lográbamos encontrar a quien buscaba Ryan.

—Ahí está. —Dijo señalándome una ventana.

Nos acercamos a ella desde fuera de las rejas que protegen la escuela.

Pero al lado del chico a quien buscaba Ryan había otro que se me hacía conocido.

Intentamos llamar la atención de los chicos, pero cuando el otro se dio cuenta de nuestra presencia jaló al chico fuera de nuestra vista.

—Bien, lo veré a la salida. —Dijo.

—¿Qué se supone que hagamos ahora? —Pregunté. Ya nos habíamos escapado de la escuela, entonces no podíamos simplemente ir de regreso.

—¿Quieres ir al centro? —Preguntó.

—No lo sé, está algo lejos, ¿No? —Hasta donde yo sabía, el centro de la ciudad queda como a dos horas caminando desde donde estábamos.

—Para eso existe el transporte. Podemos ir en metro o en autobús.

No llevaba ni un sauce. Pero en eso recordé que estaba en mi mente.

Hice un esfuerzo por pensar que al sacar mi billetera encontraría algunos sauces por ahí.

Saqué mi billetera, y al abrirla había un miserable billete de diez sauces. El metro cobra diez sauces, y el autobús cobra doce, así que terminé optando por el metro.

Caminamos hasta la estación más cercana y lo tomamos. Alrededor de treinta minutos ya estábamos en la estación Hilton-Centro.

El centro de la ciudad es muy bonito, hay algunos edificios destruídos con placas que cuentan la historia del ataque a Hilton en 1967.

Hilton era la capital, pero luego del ataque quedó casi abandonada, pero luego la repoblaron y unificaron Orug, Znanchesko, Hilton, Blichton y Zilai en O'Zilton.

Estaba admirando la belleza del centro de la ciudad, pero algo captó mi atención. Vi a un tipo sospechoso mirándonos desde la lejanía, pero no quitó la vista de nosotros aunque lo quedé mirando.

—Ryan...—Dije bajito.

—¿Qué pasó? —Dijo él sin dejar de mirar una placa histórica.

—Hay que irnos. —Le dije mientras lo empujaba.

Ryan me miró raro.

—Hay un tipo viéndonos. —Dije.

Ryan volteó a ver a todos lados. De repente el tipo a lo lejos se levantó y comenzó a caminar hacia nosotros. Estaba al otro lado del zócalo.

Rápidamente tomé de la mano a Ryan y comencé a caminar rápido. Parecía confundido pero siguió mi paso.

Dimos una vuelta en una calle, cuando estábamos a punto de cruzar en la siguiente calle eché un vistazo, pero aquél hombre venía corriendo.

Di la vuelta en esa calle y comenzamos a correr, tratamos de correr en zig-zag por las calles.

—Oye, yo no he visto al mencionado tipo que dices. —Dijo Ryan después de que habíamos corrido por al menos diez minutos.

Nos detuvimos, miré a todos lados pero no vi a nadie.

—Creo que lo perdimos. —Dije. —Un tipo se nos quedó mirando en el zócalo y luego se comenzó a acercar.

De pronto, en una esquina cercana el tipo volvió a aparecer. Así que volvimos a correr. Justo cuando íbamos a dar una vuelta en una esquina escuchamos un disparo. Corrimos más rápido. Corríamos y corríamos en zig-zag pero no lográbamos perderlo.

Ryan detuvo un taxi y nos subimos.

—¡Conduzca lo más lejos y rápido que pueda! —Gritó Ryan.

Ni corto ni perezoso el conductor dio la vuelta y comenzó a conducir super rápido. Después de unos minutos habíamos llegado al periférico. Pronto empezamos a ver cada vez menos casas hasta que dejamos de verlas. Entonces supimos que habíamos salido de la ciudad.

Empezamos a subir por el monte Hilton cuando una camioneta nos empezó a seguir. Empezaron a disparar, y en uno de tantos, lograron darle al conductor. Murió al instante, entonces comenzamos a ir sin conductor directo hacia una curva.

Tratamos de girar pero fue muy tarde. El auto rodó cuesta abajo por la ladera del monte Hilton.

Al llegar abajo sólo escuché un ruido terrible. Perdí el conocimiento.

LawrenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora