Capítulo 4: Descanso

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Al instante de besarlo, un montón de memorias vinieron a mí; el secuestro, los engaños, el sufrimiento.

Lo empujé haciéndolo caer.

—¿Qué te pasa? —Respondió molesto.

—¡Tú no eres lo que aparentas! ¡Me hiciste daño! —Dije recordando los sucesos.

—¡Estás loco! ¡Nunca te he hecho nada! —Dijo. Su cara denotaba una confusión profunda pero un poco de miedo e ira.

—Pero yo sé que lo harás. —Le dije.

Ni siquiera sabía de donde habían salido esos recuerdos...

Me di la vuelta.

—Eres un estúpido. —Escuché, a lo que volteé apresurado.

Gregory se acercaba a mí con una navaja en la mano.

Me di la vuelta de nuevo y comencé a correr, lo más rápido que pude. Corrí sin rumbo, pero cada que volteaba hacia atrás, él me seguía siguiendo, cada vez más cerca.

De repente una voz se escuchó.

—¡Lawrence! —Dijo, otra vez era esa voz desconocida.

¿Entonces esto es un sueño? ¿Sigo dentro de mi mente?

De pronto estaba cruzando una avenida.

—¡Te voy a matar! —Gritó Gregory.

En ese momento se escuchó un fuerte estruendo.

Me di la vuelta sólo para ver como Gregory yacía sobre el pavimento mientras un coche se había estrellado contra el camellón.

Rápidamente la gente se comenzó a amontonar en círculo mientras los coches se detenían.

Unas personas miraban con horror, otros más sacaban sus celulares.

Me adentré entre la multitud y vi ese hallazgo de frente. La escena era horrorosa. Gregory estaba completamente ensangrentado, las heridas de sus brazos dejaban ver la piel destrozada y la carne entre sangre.

Sus ojos estaban abiertos, denotaban terror.

De repente sus ojos se voltearon hacia mi, y habló.

—L-lawrence...—Y en un suspiro perdió la vida.

Yo no sabía qué estaba pasando, ¿En qué momento pasó todo esto?

Me coloqué las manos en la cabeza, de repente todo el escenario de convirtió en esa habitación oscura.

—Lo lograste. —Dijo la voz.

—¡¿Lograr qué?! —Grité.

—Vencerlo, venciste a Gregory.

—¿Entonces nunca salí de aquí? —Pregunté un poco más calmado.

—No, te dije que saldrías una vez que hubieses dominado tu mente. Pero hey, mira el lado bueno, ya avanzaste en algo. Pudiste rechazarlo. —Dijo.

Me quedé pensando un momento.

—¿Entonces Gregory sigue vivo? —Pregunté.

—No. —Dijo.

—Pero... ¿Cómo? Se supone que...

—No se supone nada, tú mismo lo viste. —Dijo.

En realidad me quedé más confundido.

Nos quedamos un minuto en silencio, pero de repente volvió a hablar.

—Bueno, ahora tendrás que tomar nuevas decisiones hasta saber controlar tu mente para salir de aquí. Ten cuidado.—Dijo y justo después, sin darme tiempo de preguntar algo, la habitación se convirtió en mi recámara.

Yo ya no quería nada, estaba muy asustado y me desesperaba no saber qué hacer. Me coloqué sobre mi almohada y comencé a llorar. No podía sacar de mis recuerdos en fin de Gregory.

¿Será que sólo murió en mis recuerdos o en realidad murió?

Eran muchas preguntas. De repente me quedé dormido.

Comencé a soñar que estaba en un campo muy bonito, habían muchas flores de colores y un fresco viento refrescaba mi cara.

El cielo era azul, completamente despejado.

Me senté a contemplar la vista.

Una voz me hizo sobresaltar.

—Perdón...

Rápidamente miré de quién provenía. Era de Gregory.

Me asusté, pero él dijo que no me asustara.

—Vengo a despedirme y contarte por qué lo hice. —Dijo.

—Entonces... ¿Moriste? —Pregunté.

—Hubo una riña en la prisión y un hombre me apuñaló, pero antes de irme necesito contarte todo. —Dijo.

—Bien. —Dije mientras me sentaba nuevamente en el pasto.

—Verás, en Rusia mi familia estaba muy molesta conmigo por mi orientación sexual, así que decidí mudarme a Melonia cuando cumplí los 15 a mediados del año pasado. Estuve pasando por una situación muy difícil, nadie quería darme empleo por ser menor de edad y extranjero. Poco a poco empezaba a desesperarme cada vez más. Un día estaba sentado en el parque y un extraño hombre se me acercó. Dijo que me pagaría los estudios y me daría mucho dinero por hacerle un trabajo. Dijo que su sobrino estaba por mudarse aquí, y que quería que yo se lo llevara...

—¿Ese sobrino soy yo verdad? —Lo interrumpí.

—Sí...—Dijo y miró al suelo. —Tenía mucha necesidad y hambre, así que acepté. Ese día me llevó a comer en el restaurante más lujoso de la ciudad, luego me llevó a comprar ropa y accesorios. Al final fuimos al Hudson Stewart para inscribirme. —Hizo una pausa y me miró con sus ojos azules otra vez. —El día en que te vi me pareciste un chico muy lindo, pero la necesidad podía más. Por eso cuando saliste de tu casa hacia la escuela te hablé. Utilicé mis mejores trucos y mi "encanto" —Enfatizó esta última entre comillas—para conquistarte. Cuando aceptaste ser mi novio me puse feliz y triste a la vez. Por un lado era feliz de que fueses mi novio, pero por otro estaba muy triste porque no eras para mí y debía entregarte. —Sus lágrimas comenzaron a caer.

—Yo... No sabía que estabas mal...—Dije, realmente estaba conmovido.

—Lamentablemente, cuando llamé al tonto hombre mi corazón se rompió. Debía llevarte ese mismo día a ese sucio edificio. Cuando estabas dentro tuve que golpearte. Un compañero y yo te llevamos hasta una casa que tenía un sótano condicionado para tenerte a ti y a otro chico. —Cuando mencionó al chico intenté recordar quién era, pero su recuerdo se me hacía muy borroso.

—Pero en ese lugar escuché que tú y el otro chico hablaban sobre que fui muy fácil. —Pregunté algo molesto.

—Ese día Ashiro y yo nos estábamos drogando, por eso dije eso... En un estado cuerdo nunca hubiese dicho tal barbaridad. —Dijo.

Por un momento me quedé pensando en todo lo que había pasado.

—Yo... Te perdono. —Dije.

—Gracias...—Dijo.

Ambos nos levantamos del suelo, miramos alrededor, luego nos abrazamos. Fue el abrazo más cálido que he sentido en años.

Después de ese largo abrazo nos separamos, nos tomamos de las manos y nos miramos a los ojos por última vez. Sus ojos eran tan bonitos, azules como el mar. En ellos se notaba tristeza y arrepentimiento. Se llenaron de lágrimas y sonrió.

—Nos vemos en otra realidad...—Dijo.

Soltó mi mano y una ráfaga de viento con muchas flores lo envolvieron en un remolino de flores y hojas. De repente la ráfaga tomó rumbo hacia el horizonte y él desapareció.

Admiré el hermoso campo mientras las lágrimas comenzaban a recorrer mis mejillas.

No estaba llorando de tristeza, estaba feliz. Gregory sólo era un chico que sufría por ser como era, envuelto en la necesidad. Él sólo necesitaba ayuda, él sólo quería ser feliz.

LawrenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora