Capítulo 8: Llanto

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Estaba de nuevo en el campo que había visto antes, donde estaba con Gregory.

Miré a mi alrededor, estaba completamente solo. No estaba el coche, ni Ryan, ni el cuerpo del conductor. Tampoco estaba el monte Hilton. ¿Qué hacía aquí otra vez?

¿Había muerto?

Una suave brisa fresca movía el césped largo del lugar, el cielo azul y el verde claro de los pastizales contrastaban bien. A lo lejos ya no estaba la casa de la vez anterior.

Traté de recordar si había algo que indicara que regresaría aquí, pero no, No recordaba nada.

Sólo me recosté en el césped y cerré los ojos.

—Lawrence...

Abrí los ojos pero no había nadie, sólo el viento hacía ruidos con el pasto.

—Lawrence...—Volví a escuchar el susurro.

Intenté levantarme pero ahora no podía. Comencé a sentirme desesperado porque no me podía mover.

—Tranquilo, shh, aquí estoy. —Volvieron a susurrarme.

Abrí los ojos, estaba boca arriba en el césped, Ryan estaba a mi lado tomando mi mano. Al ver que desperté, noté que su expresión cambió, denotaba tranquilidad.

—¡Oh, cielo santo! Estaba preocupado.—Dijo.

Traté de levantarme, pero él me detuvo.

—Ya llamé una ambulancia, vienen en camino. —Dijo con tranquilidad.

Pasaron unos veinte minutos hasta que llegaron, nos revisaron y dijeron que no necesitábamos ir al hospital, supongo que dentro de mi cabeza las cosas están a mi favor, ¿No?

Nos llevaron en la ambulancia de vuelta a la ciudad.

—Yo... Lo lamento. —Dijo Ryan.

—¿Por qué? —Le pregunté.

—Por traerte, si no te hubiese dicho que saliéramos de la escuela, esto no habría pasado. —Lamentó llevándose la mano a la cara.

Ryan comenzó a llorar, y al no saber qué hacer, lo abracé.

Él, por su parte, correspondió al abrazo, me sostenía fuerte, como si no quisiera dejarme ir.

¿Qué pasaría si le dijera que estamos en mi cabeza? Al final de cuentas, todo esto es producto de mi imaginación, ¿No?

Ryan volteó a mirarme, como si hubiese entendido lo que pensé.

Nos bajaron en un parque frente al hospital general de la ciudad.

Ryan volvió a abrazarme, es más alto que yo, así que me juntó a su pecho, y comenzó a llorar. Lloraba como si fuera real. Al estar junto a su pecho podía escuchar sus latidos... ¿Son sus latidos reales? ¿Ryan existe?

De la nada, me tomó de las manos y habló...

—Por favor, despierta. — Acto y seguido su llanto se convirtió en dolorosos alaridos, y el lugar comenzó a inundarse con sus lágrimas.

—Por favor, no llores...—Dije, pero parecía cada vez aumentar la intensidad.

El cielo se nubló, y comenzó a llover muy fuerte. Estábamos los dos bajo un árbol, pero conforme más lloraba, más fuerte se hacía la lluvia.

Pronto comenzó a subir el agua, parecía inundar todo, alcanzó la altura de mis rodillas, y cada vez subía más rápido.

Comencé a sentirme asfixiado, no podía moverme ni hablar. Ryan sólo lloraba y lloraba.

El agua alcanzó mi cuello y comencé a flotar. Los coches sonaban, la lluvia se intensificaba y Ryan lloraba.

¿Este es el fin?

Entonces todo se puso negro.

LawrenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora