Capítulo 9: La llave

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Desperté de nuevo, esta vez estaba en mi cuarto. No había nadie más que yo.

Me levanté, busqué por toda la casa pero no había nadie.

Busqué en WhatsApp el número de Ryan, pero no tenía ningún contacto registrado. Sólo tenía un número registrado una y otra vez:

+14 93 9848 2785

No quise llamar, así que salí a la calle a buscar a alguien. Las calles estaban vacías, no habían ni coches ni personas.

El cielo estaba nublado, y habían charcos de agua.

Caminé como una hora, llegué a una de las avenidas más concurridas de la ciudad, pero ni ahí habían personas. O'Zilton era una ciudad completamente abandonada.

Decidí llamar al número que tenía registrado.

—Mira Lawrence, debes actuar rápido, tienes que buscar la forma de salir de aquí. Vé al centro de la ciudad. —Dijeron, y acto seguido colgaron.

El centro quedaba muy lejos, así que decidí ir a ver si el metro funcionaba. Para mi sorpresa, sí estaba funcionando. Justo al llegar a la estación, el tren también acababa de llegar.

Subí y emprendí el viaje.

Después de un rato llegué y bajé. Al subir, en el zócalo estaba alguien conocido...

—¿Robert? —Pregunté.

El chico se dio la vuelta y se me quedó viendo fijamente. Efectivamente, era Robert.

—¿Estás bien? —Le pregunté, pero sólo se me quedó mirando.

De repente mi teléfono sonó, la llamada era de otro número:

+14 93 8485 5437

—Debes sacar de la boca de Robert una llave y dirigirte al edificio del cruce de la Calle Morgan y la Avenida Mozart, número 233. —Volvieron a colgar.

Se me hizo algo muy extraño lo de sacar una llave de la boca de Robert, volteé a verlo y tenía la vista clavada en mí. Caminé en círculos alrededor de él, me seguía con la mirada.

Después de un rato decidí hacerlo, todo sea por salir de aquí.

Me acerqué lentamente a Robert, no me quitaba la vista de encima pero procedí a hacerlo.

Tomé su mentón con una mano e intenté abrirle la boca con la otra, pero no podía.

—¿Podrías darme la llave? —Le pregunté. Él sólo se me quedó mirando.

Hice un gesto de desagrado, pero volví a intentarlo.

Entonces escuché un coche, rápidamente me escondí. Desde mi escondite vi que unos hombres se bajaron del coche y se quedaron parados frente a él.

Después de unos 20 minutos se volvieron a subir y se fueron.

Salí de mi escondite y entonces decidí que lo haría rápido.

—Ok, necesito la llave para irme de aquí. —Dije.

Era espeluznante la escena, por la iluminación de una tarde nublada (porque ya caía la noche), y las luces débiles hacían que su piel blanca se viera pálida.

Con todas mis fuerzas le abrí la boca, pero al hacerlo, su mandíbula cayó. Me aterré y lo miré con horror. Ahora no tenía mandíbula, sus dientes superiores se asomaban entre esa suerte de boca.

La llave estaba atorada entre la dentadura de la mandíbula, así que la saqué, y por alguna razón intenté colocar la mandíbula en su lugar.

Sorpresivamente, esta se volvió a pegar.

Caminé unos pasos hacia atrás, hasta que choqué con algo, al voltear a ver me di cuenta de que era en realidad otro chico. También se me quedaba viendo.

Sin darme cuenta, el otro chico me quitó la llave y se echó a correr.

—¡Hey! ¡Eso es mío! —Le grité mientras comencé a perseguirlo.

La noche caía y sólo el alumbrado de la calle me iluminaba para ver hacia dónde corría el chico.

Se metió a un edificio que se veía en muy mal estado. Era un edificio bastante grande, así que iba a ser complicado encontrar al chico entre esos once pisos en ruinas.

Me armé de valor e ingresé.

Estaba muy oscuro, casi no podía ver nada, así que saqué mi teléfono para utilizarlo como linterna.

De pronto volvió a sonar:

+14 93 7712 6693

—Tic, tac, tic, tac, tienes hasta el amanecer. —Y colgaron.

Miré la hora, eran las 6:57 PM.

Comencé buscando entre los pasillos, revisando división por división. Sólo habían escombros y grafitis, alguna que otra rata de repente.

No encontré nada en el primer piso, así que me dirigí al segundo, donde encontré un anuncio viejo tirado.

"Ven a probar las Bill's Burgers, ¡Ya abrimos! Local 33, piso 5"

La mascota antigua de Bill's Burgers daba miedo. ¿Será una señal?

Decidí subir al quinto piso, tal parece que era un centro comercial. Al llegar al quinto piso comencé a buscar el local 33. Después de un rato buscando, logré dar con el local. Extrañamente este no estaba destruido, de hecho se veía nuevo, incluso tenía luz. Lo único que no contrastaba era que el diseño era el utilizado hasta 2003.

Dentro de él habían hamburguesas servidas, como si esperaran a ser comidas.

¿Y si me como una? Después de todo, está dentro de mi cabeza, no me puede hacer daño.

Procedí a comerme una. No sentía nada raro. De pronto escuché un golpe muy fuerte en el techo, así que corrí al siguiente piso a ver qué era.

Corrí, pero al momento de llegar al sexto piso, alguien me tomó por sorpresa ahorcándome con su brazo.

—Me las vas a pagar. —Dijo mientras me inmovilizaba.

Traté de forcejear pero fue inútil.

—No puedes contra mí. —Dijo.

LawrenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora