Capítulo 2: ¿Quién es?

13 1 0
                                    


Estaba vagando otra vez en mis pensamientos cuando de repente la voz desconocida me volvió a hablar.

—Me parece muy valiente de tu parte que hayas decidido vencerte a ti mismo con esa comida.

—No fue nada agradable, pero si quiero dominar mi propia mente, entonces debo superar estos problemas.—Respondí algo molesto.

—Sí, pero creo que muchas personas ya se habrían decidido a quedarse aquí en vez de dominar su mente.

—¿Y tener que comer esa espantosa comida para siempre?—No estaba dispuesto a eso.

—Vamos, después de un tiempo te acostumbrarás. —Dijo.

—¿Cuándo podré saber quién eres? —Pregunté cambiando de tema.

—No lo sé, a mí tampoco me gustaría saber...—Dijo, esta vez la voz pasó a un tono más triste.

—¿Hay alguna manera de que lo sepa? —Pregunté.

—Tendrías que recordar quién soy, podrías esperar o tratar de recordarme.

Y de repente mi habitación se convirtió en aquella sombría habitación para después convertirse en una galería con cientos de recuerdos.

Pero había un problema, las personas que no fueran mi mamá o las personas que ya conocí hasta este punto son las únicas que puedo recordar, las personas que conocí después no son reconocibles aún.

—Supongo que te conocí después de mudarme...—Dije.

—Entonces habrá que esperar hasta ese momento, o que tu mente te recuerde con cualquier cosita...

Y otra vez la galería se oscureció para después convertirse de nuevo en mi habitación.

—Pero hey, no te entristezcas, estaré aquí hasta que todo esto termine. —Dijo tratando de animarme.

—¿Saldrás conmigo? —Pregunté.

—¿Quién saldrá con mi joven hijo? —Preguntó mi mamá entrando al cuarto con un sándwich en su mano. Tal vez esta vez sepa mejor. —Te hice un sándwich, debes estar algo cansado por el viaje, pero debes ir mañana a la escuela a inscribirte.

Tomé el sándwich y con la esperanza de que supiera mejor le dí una mordida, pero otra vez no era más que polvo. Aún así no hice cara de asco ni lo escupí, no podría, eso entristecería a mi mamá, aunque sea un producto de mi mente, así que lo tragué.

—Está rico. —Dije dando otro mordisco.

—Me alegra, lo preparé con mucho cariño para ti. —Dijo mientras me daba un beso en la frente.

Me pregunto cómo estarán las cosas allá afuera, no recuerdo qué pasó antes de que yo estuviera aquí... ¿Cómo estará mi mamá?

—Entre más rápido aprendas a dominar tu mente, más rápido saldrás de aquí. —Dijo la voz.

—¿Sabes? Si tuviera un poco de ayuda sería más...

—Ya veo—Me interrumpió—no soy de ayuda.

­—No, no es eso...—Traté de explicar, pero no obtuve respuesta.

¿Cómo se supone que puedo hacer que el tiempo pase rápido?

Miré al reloj de pared, sus manecillas parecían ir muy lento.

Al cabo de un rato hundido en mis pensamientos me di cuenta de que las manecillas ahora iban un poco más rápido.

—Hey, si estoy en mi mente, puedo controlar todo, ¿No? —Pensé.

Me dispuse a concentrarme, hice todo lo posible, traté de pensar en alguna pista que me ayudara a salir de aquí, y de repente... Una hamburguesa apareció de la nada.

—Así que mi vida se resume en hamburguesas, ¿Uh? —Suspiré desalentado.

Tomé la hamburguesa y me dispuse a comérmela, pero justo cuando le iba a dar el primer bocado la habitación se transformó, y de repente...

"Titititi, titititi"

El sonido de la alarma me había despertado.

—Vamos hijo, ¿No piensas levantarte? Se te hará tarde para ir a la escuela. —Dijo mi mamá tocando la puerta.

—Ya voy. —Respondí, y luego miré al reloj... Eran las 6:30 de la mañana, sin dudas se me haría tarde si no me apuraba.

Pero... ¿Entonces todo fue un sueño?

Recordé haber leído un artículo sobre los sueños lúcidos y cómo darte cuenta de que estás soñando. Me pellizqué, miré la hora, leí algunos textos, todo normal.

—Supongo que sí fue un sueño. —Dije bastante aliviado.

Me dispuse a meterme a la ducha para posteriormente lavarme los dientes.

Cuando salí me vestí rápido y vi que ya eran las 6:46, no me daba tiempo ni de desayunar.

Bajé corriendo las escaleras.

—Buenos días mamá. —Saludé dándole un beso en la mejilla. —Ya me voy.

—¿No vas a desayunar? —Preguntó mi mamá.

—No, se me hace tarde. —Dije mientras abría la puerta.

Como la escuela no está tan lejos de mi casa bastó con una pequeña carrera para llegar.

Iba tan inmerso en mis pensamientos sobre mi sueño que no vi cuando choqué con alguien.

—Fíjate dond...—Ni siquiera terminó, el tipo hizo una pausa y se me quedó mirando. —Eres realmente lindo. —Dijo mientras acarició mi mejilla.

Rápidamente quité su mano nervioso, el tipo también era atractivo, alto, más o menos de 1.90, se ve de aspecto europeo, y su acento suena medio ruso.

—Disculpa, tengo que irme. —Dije mientras comencé a correr.

En ese momento sentí algo, como que conocía a ese tipo, pero no recordaba bien quién era.

De repente escuché un derrape y volteé a ver, un coche había girado porque al ir tan inmerso en mis pensamientos no me di cuenta de que venía y casi me atropella. El coche se estrelló contra una pared.

Me fui a asomar al coche preocupado de que se hubiese lastimado la persona. Era una señora.

—¿Se encuentra bien? —Pregunté.

—Sí, sí, estoy... bien. —Dijo mientras bajaba del coche y trató de caminar, estaba temblando mucho.

—¿Segura? ¿No quiere que llame a una ambulancia? —Pregunté más preocupado.

—¡No! ¡Lárgate! —Gritó.

Me alejé y después de un momento me di la vuelta.

Retomé el camino de vuelta a la escuela, mientras iba pensando en que había causado un accidente pero traté de calmarme pensando que la señora estaba bien.

Justo en eso iba cuando llegué a la puerta de la escuela, aún estaba abierta.

—Joven, ¿Es usted nuevo? —Preguntó un adulto, supongo que un prefecto.

—Sí, es mi primer día. —Dije.

El señor sonrió.

—Está bien, pase. —Dijo amablemente.

Al entrar vi que habían algunos horarios pegados en la pared y recordé que había olvidado descargar el mío, así que le di un vistazo.

Me tocaba historia, así que me dirigí al salón, pero justo antes de entrar llegó una señorita.

—Jóvenes, la profesora de historia sufrió un pequeño accidente, creo que no vendrá por una semana. —Dijo.

¿Será ella la señora que se accidentó por mi culpa?

Todos los que estaban en el salón comenzaron a salir, hasta que vi a uno de ellos, era el chico de la mañana. No puede ser, ¿Estamos en el mismo salón?

Me eché a correr.

­—¡Hey! —Fue lo que alcancé a oír antes de dar la vuelta en un pasillo y seguir corriendo entre otros para perderlo. Aunque es un joven apuesto hay algo en él que me da miedo, me da mala espina.

LawrenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora