-Haven, por Dios, ¿que haces?
-Voy al ático, abue.
Hizo una pausa a media escalera y miro a la anciana, que retorcía sus perlas hasta darles forma de garrote.
-¿A que?
Había seguido a Haven desde el domingo, olfateando en busca de señas de demonios. Haven estaba preparada.
-Estoy bloqueada...-comenzó a explicar.
La cara de Lorde se arrugo de repugnancia.
-Bueno, ¿pero de que te va a servir subir al ático?
Haven entorno los ojos y soltó un suspiro teatral.
-Estoy bloqueada creativamente. No se me ocurren nuevas ideas de vestidos, y unas de las de tercero quieren algo estilo ochentero. Así que pensé ver algunas de las cosas viejas de mamá.
-No vas a desordenar nada, ¿verdad?
-¡No, Lorde! -insistió Haven-. No voy a destruir ninguna de tus inapreciables reliquias. Solo busco un poco de inspiración.
-Bueno... -Lorde hizo una pausa, desconfiada aun-. Adelante.
Mientras su abuela taconeaba en el pasillo, Haven abrió a empujones la trampilla y trepo al ático. No había telaraña en los rincones ni borlas de polvo rodando por el suelo; la sirvienta de Lorde se encargaba de eso. Solo cajas apiladas en orden junto a las paredes, décadas enteras relegadas a la oscuridad. La mayoría de ellas estaban llenas de cosas de Lorde, aunque una pila chica tenia etiquetas garabateadas con la letra de Mae Moore. Dos de esas etiquetas decían Haven.
Haven tomó la caja de hasta arriba de la pila y desprendió la tapa. En su interior había un montón de papeles. Su libreta de calificaciones de primer grado. "Demasiado parlanchina. Olvida ponerse ropa interior". Una nota del director databa de 1999. "Haven se digno instruir hoy a algunos de sus compañeros sobre las aves y las abejas. Hágale saber, por favor, que esa no es una conducta apropiada..." Cuentas del dentista. Adornos navideños hechos a mano. Una biblia para niños.
Decepcionada, Haven empujo la caja a un lado. Había subido al ático para buscar algo, cualquier cosa que pudiera provocarle una visión. Su deseo de ver a Edward se había vuelto demasiado fuerte para ser controlado. Aunque nunca había probado drogas, por primera vez en su vida supo exactamente lo que se sentía ser adicta.
Encontró lo que buscaba dentro de la segunda caja, bajo unos libros y una cobija de bebé cuidadosamente doblada. Una pila de dibujos, hecha con lapices de colores en hojas de colores en hojas blancas para escribir a maquina. Aunque eran toscos y habían sido trazados obviamente por una inestable mano infantil, la ilustraciones daban muestras de verdadero talento. Haven saco la pila de la caja y se arrodillo en el disparejo piso de madera. Le sorprendió descubrir que podía identificar a varias de las personas y lugares en las imágenes. Una altiva rubia de nariz al aire y un dejo de desdén en los labios era la madre de Alexa. El viejo severo de anteojos era el padre, que se llamaba Bernard o Bertrand o Benjamin. Su esposa y el vivían en el edificio de torres gemelas que Haven había dibujado y que daba a Central Park.
Pero en la mayoría de los dibujos aparecía un joven de pelo castaño. Edward. Haven hizo una pausa con uno de ellos en la mano y se vio atrapada por los ojos verdes que parecían sostenerle la mirada. Alego en ellos la dejo sin aliento. El aire en el ático se volvió mas denso, y Haven sintió un cosquilleo en el cuero cabelludo. Se preparo para la visión por venir justo mientras las paredes se desvanecían en la oscuridad y un aire caliente soplaba con fuerza a su alrededor.
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Eternos- Harry Styles (adaptada)
Romance-¿Como funciona eso, entonces?-pregunto Haven- ¿Como se vuelve a encontrar a la gente? -Lo único que se es que atraemos a las personas que hemos amado antes. -¿Y tu y yo nos hemos encontrado en cada vida? -Ojala fuera así de fácil. Te busco en...